Sudáfrica.- Hasta sus 18 años, Zimasa Mabela creció sin ver el mar, en una aldea a dos horas por carretera del océano Atlántico. Dos décadas después, es la primera mujer negra sudafricana al mando de un buque militar.
La capitana de corbeta no pisó una playa hasta 1994, cuando cayó el régimen del apartheid.
"Tenía miedo del agua", recuerda mientras echa un vistazo al mar desde el puente de su buque dragaminas "SAS Umhloti". "En mi aldea había una piscina en la iglesia donde los niños podían nadar", cuenta a la AFP.
Pero su amor por el mar llegó años después, cuando estudiaba magisterio. "Únase a la marina y recorra el mundo" rezaba el eslogan de una presentación de la marina sudafricana en la universidad.
"Pensé, ¿con qué profesión tendría la ocasión de visitar el mundo?", recuerda.
En 1999, con tan sólo 22 años, se enroló como radioperadora en el ejército.
La marina parece haber cumplido sus promesas. Zimasa Mabela pasó por India, Uruguay, Canadá e incluso la isla de Santa Elena.
Actualmente el buque que dirige se encuentra atracado en el puerto de Simon's Town, cerca de Ciudad del Cabo (sur), un lugar cargado de historia y principal base naval de Sudáfrica.
A bordo de su barco, la capitana se dedica sobre todo a operaciones de entrenamiento, búsqueda y rescate, dado que su país está en paz y no hay minas que buscar.
- Ambición -
La tripulación de 54 personas del "SAS Umhloti" está integrada por una mayoría de hombres.
Vestida con uniforme de oficial, de blusa blanca y pantalón negro, la capitana asegura que el hecho de ser mujer nunca le ha planteado problemas. "Me han aceptado muy bien. Si doy una orden ¡es una orden!", exclama con una sonrisa.
"Me gustaría animar a otras mujeres a ser audaces, a pensar que no se trata de un medio de hombres y que pueden conseguir lo que quieran", añade Mabela, madre de dos niñas de seis y cuatro años.
Ejercer de madre y de capitana tampoco es un obstáculo, dice. "He conseguido un equilibrio entre vida familiar y mi trabajo, porque cuento con el apoyo de mi madre y de mi marido, que también está en la marina, entonces lo entiende", explica.
"Cuando estoy trabajando o en la mar, estoy tranquila porque sé que mis hijos están en buenas manos", añade.
Aún así al llegar a casa tiene que encontrar tiempo "para preparar la cena para toda la familia", reconoce.
Mabela no quiere dormirse en los laureles. Reconoce tener "mucha ambición, porque queda mucho por hacer" en las fuerzas armadas.
"Me gustaría formarme. Y si un día tuviera la oportunidad de dirigir un buque más grande, sería un plus para mí", cuenta esta mujer educada en un medio rural por sus abuelos mientras su madre trabajaba de enfermera. || AFP ||
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