La industria automotriz no ha cambiado en 100 años, y ahora está experimentando dos transformaciones: el cambio hacia vehículos autónomos y eléctricos.
Esto requiere un modelo de negocio totalmente nuevo, y puede ser una tarea insuperable para muchos fabricantes de automóviles. Un ejemplo es Tesla, que dejó de ser una startup más de Silicon Valley para convertirse en un fabricante respetado y vigilado muy de cerca por otras automotrices.
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Con un discreto inicio y una evolución meteórica, la marca californiana está marcando la pauta en vehículos eléctricos. Un buen número de marcas y fabricantes no consiguen alcanzar el nivel de especialización de Tesla.
Expertos en el tema ubican algunas claves para el éxito de la empresa: Tesla domina todo el proceso desde el primer momento, la concepción o diseño, pasando por cada etapa de fabricación, hasta la distribución y venta, incluyendo un excelente servicio posventa, sin olvidar los puntos de recarga de sus vehículos, imprescindibles para conseguir una mejor experiencia frente a sus adversarios.
Tal es el control de Tesla que no se apoya en distribuidores independientes, como hace el resto. Al contrario, posee su propia cadena, lo que le permite un importante ahorro.
Pero sin duda, el punto principal es la fabricación del Model 3, el primer coche dirigido a un mercado masivo con hardware capaz de conducir de forma autónoma.
Si Tesla populariza estas tecnologías, muchos serán los que se lancen también a la fabricación masiva.
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