Los vecinos de la calle Morelos, en Tulancingo, saben que fue en esta zona donde nació y vivió por algún tiempo Rodolfo Guzmán Huerta, quien a la postre sería un héroe mexicano, Santo El Enmascarado de Plata; sin embargo, después de más de 100 años de su nacimiento, se desconoce con exactitud el hogar que lo albergó.
De acuerdo con el documento de registro ante la autoridad, Guzmán Huerta vivió sus primeros años en “la casa número 48 de la quinta calle de Morelos”; actualmente, este tramo comprende desde la calle de Juárez hasta Luis Ponce.
El reconocido doctor Antonio Cornejo Islas, vecino de esta calle Morelos, de 74 años de edad, manifestó en entrevista que su padre le contó, que El Santo se fue joven de Tulancingo, aproximadamente a los 14 años de edad, a la Ciudad de México.
“Me decía también que vivía en esta esquina de Guerrero y Morelos, donde ahora está la clínica Montserrat. Mi hermano, del primer matrimonio de mi papá, se llamaba Antonio Cornejo Arellano, fue muy amigo del Santo, convivió con él en muchas partes”, aseguró.
En la calle de Guerrero, muy cerca de la calle Morelos, se fundó la Arena Afición de Tulancingo, donde los hermanos Guzmán Huerta dieron sus primeras funciones de lucha libre, y donde ahora se ubica una extensión de la fábrica La Aurora.
Por su parte, el médico veterinario Faustino Ángel Vera Cortés, señaló que Rodolfo Guzmán nació entre la calle de Ocampo y Morelos. Desde temprano tuvo que trabajar en una paletería y después emigró a la Ciudad de México, entre los 12 y 13 años de edad, a una colonia popular, donde practicó distintos deportes como el béisbol, judo y futbol americano; pero una vez consolidado como luchador, regresó a Tulancingo a dar funciones en la Arena de la calle Guerrero.
“Fue una arena improvisada donde vinieron también muchas estrellas de aquella época, como Tarzán López, Gori Guerrero, entre otros. Esa arena duró poco tiempo”, declaró
El Santo dejó de ir a Tulancingo cuando alcanzó la fama mundial, gracias a sus películas. “Él siempre dijo que era nato de Tulancingo, Hidalgo. Prueba es de que aquí, al haber pasado su niñez y al haberse encumbrado el estrellato, se le ha hecho honor a Tulancingo”.
“De mi niñez lo llegué a ver unas 10 veces, aproximadamente, cuando entonces tenía entre ocho y 12 años”, aseguró el doctor Faustino.
El doctor Vera Cortés, es nieto de la hermana de la mamá del Santo. “La mamá de mi mamá se llamaba Dolores Huerta y su hermana, la mamá del Santo, era doña Josefa Huerta”, aseguró, mostrando una fotografía de ambas.
“Desgraciadamente su familia no tenía propiedades, éramos de cuna humilde, Tulancingo no tenía calles pavimentadas, por ello hay un lapso que se pierde sobre dónde vivió. Él nació entre Morelos y Ocampo, de ahí se trasladó a donde está ahora la estación del Ferrocarril, atrás de los campos de los cambios de vía, donde está el Museo, ahí vivió una temporada”.
En el Museo del Santo, recién se inauguró un espacio donde se presentan los orígenes del Enmascarado de Plata, desde su árbol genealógico, la fe de bautismo, el acta de nacimiento y algunas fotografías sobre su niñez, sus padres, esposa y hermanos.
Rodolfo Guzmán sólo estudió en Tulancingo el nivel de la escuela de párvulos, a la edad de cinco años en el antiguo Instituto Tulancingo, conocido también como la Quinta Cabrera, ubicada en 20 de Noviembre, esquina con 21 de Marzo”explicó Felipe Carrillo, director de Museos de Tulancingo.
Narró que, debido a que a su madre le pusieron de forma errónea una inyección en el brazo, corría el riesgo de que le amputaran la extremidad; “cuando Rodolfo tenía cinco años, aquí en la Estación del Tren, vio como en una camilla subieron a su mamá para trasladarla a la Ciudad de México; a Rodolfo no lo dejaron subir pues estaba pequeño, y una cosa que hacía llorar a Rodolfo cuando ya era adulto, fue el Silbato del tren, porque le recordaba a su mamá”.
Al recuperar su salud la señora Josefa Huerta, el papá de El Santo regresa por sus hijos y se los lleva a vivir a una calle del centro histórico de la Ciudad de México, la calle Belisario Domínguez número 46.
A la edad de 12 años, Rodolfo Guzmán perdió a su padre en un asalto, cuando unos ladrones lo despojaron de sus máquinas de coser que comercializaba.
El Santo se refugió en las artes, en la Academia Nacional de San Carlos, donde estudió pintura y escultura, alternando su actividad con el deporte, béisbol, futbol americano, natación, jiujitsu y judo.
Por su parte, el luchador Pedro Escorcia” El Impostor”, refirió que se sabe que El Santo vivió en la calle de Guerrero, entre Morelos y Corregidora, justo frente a donde estuvo por un tiempo la Arena Afición de Tulancingo.
“Lo vi luchar en la Arena Libertad unas dos o tres veces, ya de los años 70’s y 80’s, me atrevo a pensar que en 1981 vino por última vez a Tulancingo. Se creé que él pudo haber vivido en Tulancingo no más de cinco años, porque yo pienso que él llegó ya de niño a este lugar”.
Se creé que debido a la enfermedad de su madre y su traslado a la Ciudad de México, Rodolfo Guzmán y sus hermanos fueron encargados por varios familiares en Tulancingo, hasta el regreso de su padre, unos meses después, de ahí que no haya certeza sobre su domicilio.