CRÓNICA
Zapopán.- América lo hizo de nuevo. Sacó la percha de grandeza, la etiqueta de campeón y se paseó a placer por el campo de su acérrimo rival.
Las Águilas borraron de la cancha a Chivas y le repitieron la misma dosis de media semana. El 2-0 cortesía de Nicolás Castillo y Andrés Ibargüen se quedó corto para lo que se vio en la cancha. Los azulcremas pudieron traerse una goleada de escandalo, pero consintieron a un Rebaño que no existió.
Al final, y como dijera hace algunas décadas don Fernando Marcos, “ya lo saben mis amigos: cada que quieran llamar a Guadalajara marquen dos cero, dos cero, dos cero o el 20-20-20. Cortesía del América”.
EL JUEGO
El segundo y último round de la semana de Clásicos finalmente llegó anoche a la Perla de Occidente. Chivas, con sed de revancha por el mazazo que se llevó a media semana del estadio Azteca, tenía el compromiso de mostrar una cara diferente ante su fiel hinchada, misma que fue mayoría en la grada y tenía la ilusión de sacarse un poco la espina de la eliminación en Copa MX a manos de su acérrimo rival.
Pese a la promesa de José Cardozo de un Guadalajara renovado, no habían pasado ni cinco minutos cuando ya estaban abajo en el marcador.
Renato Ibarra se escapó por la banda derecha y puso un centro a primer poste en busca de Nicolás Castillo. El matón chileno le ganó la espalda a su marcador y metió un auténtico martillazo que venció a Raúl Gudiño. ¡Gol de América que enmudeció al Akron!
El Rebaño estaba desconcertado. No esperaba ser lastimado tan temprano, pero de a poco hizo el intento por meterse al juego. Es cierto, los rojiblancos buscaron sacar el amor propio y se hicieron del balón; sin embargo, no sabían que hacer con él. Ni una sola vez crearon peligro sobre el arco de Marchesín. La desgracia para ellos no tardaría en llegar.
Primero, Jesús Molina vio la tarjeta roja por una entrada en la que dejó los tacos sobre Guido Rodríguez. La acción parecía de amarilla, pero Jorge Isaac Rojas no dudó en mandarlo temprano a las regaderas.
Minutos después, Alan Pulido abandonó el terreno de juego por una lesión. Entonces, con 10 hombres y su elemento fuerte del ataque fuera de acción, los tapatíos tenían el panorama más negro que nunca.
Las Águilas, por su parte, se mostraban tranquilas; por momentos parecían sobradas y consentidoras con su rival. Castillo tuvo el segundo, pero perdonó y dejó la moneda en el aire para el complemento.
Tan pronto vino el silbatazo del entretiempo, la casa de Chivas se levantó al grito de “Fuera Cardozo”. El disgusto del pueblo chivahermano con su técnico era total.
Ya en el segundo tiempo, América se decidió a ponerle seriedad al asunto. Sabñia que su rival estaba herido y buscó matarlo cuanto antes.
Andrés Ibargüen, quien parece estar hecho para estos juegos, hizo la jugada grande dentro de área chiva. Amagó, cortó al centro, y aunque su tiro salió sin fuerza, Raúl Gudiño se lo comió completo. El segundo de la noche llegó y Guadalajara seguía en el vestidor.
Amo y señor del partido, el Milloneta se regodeaba en la cancha y su gente en la tribuna. Los oles eran coreados mientras la bola recorría de un lado al otro el campo. Se sentían superiores y así lo dejaban saber en el feudo del acérrimo.
Al final, Chivas le metió algo de amor propio para al menos meterse al partido, pero no estuvieron ni cerca de hacerlo. Solamente una intervención de Marchesín y nada más que contar.
Al final, el campeón se regodeó en la cancha de Chivas como si fuera su patio trasero. Un tranquilo knock out.