Loco, obsesionado, con éxito internacional, esas son apenas unas cosas que colocan a Gerardo Martino como parte de la escuela de Marcelo Bielsa, pero como todo buen alumno, supo marcar su camino y poner diferencias con el mentor para ser reconocido como dueño de una historia propia.
Siempre estuvo cerca de Marcelo, cuando el “Tata” era un distinguido volante de Newell’s Old Boys, en el banquillo de la “Lepra” se encontraba su querido maestro, y juntos llegaron a la final de Copa Libertadores de 1992, justo en la que cayeron ante Sao Paulo de Brasil.
De esa generación, muchos decidieron convertirse en directores técnicos, siendo Gerardo Martino y Mauricio Pochettino los más destacados en el timón.
Los inicios del “Tata” en el banquillo fueron humildes. Almirante Brown fue el primero en darle la oportunidad en 1998 y luego siguió su carrera con el Platense, equipo que se convirtió en el trampolín para que saliera de Argentina y comenzara a tomar notoriedad.
Libertad y Cerro Porteño fueron sus primeras aventuras internacionales y las que lo consagraron. Con el primer equipo levantó los campeonatos del Apertura 2002 y 2003, así como Clausura 2002. Con el segundo club mencionado también fue campeón del Apertura y Clausura 2004.
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Luego de tantos años ligado al futbol, y casi siempre estando lejos de casa, el exitoso entrenador externó su deseo de estar cerca de su familia y regresó a Argentina.
El destino no le permitió tener glorias en su país. Nadie es profeta en su tierra. Terminó por regresar al país guaraní, para ser más exactos, con Libertad. Volvió a ser campeón del Apertura y Clausura 2006. Era lógico que se convertiría en el técnico de Paraguay.
A lo largo de 71 partidos dirigió a los Albirrojos, los llevó a la Copa del Mundo de Sudáfrica, la última en la que ha aparecido Paraguay, y los metió a cuartos de final, ronda en la que cayeron ante España.
Tras la Copa América de 2011, el amor tocó a la puerta de Gerardo Martino. Al fin tuvo la oportunidad de dirigir a su amada “Lepra”, a la que no solamente alejó de la zona de descenso, sino que además los convertiría en campeones del Torneo final 2013, además de llevarlos a las semifinales de la Copa Libertadores del mismo año.
Los problemas con Eduardo López, presidente del club, además de la espectacularidad con la que jugaba su equipo, lo llevaron al banquillo del Barcelona, ahí llegó el cenit del “Tata” como entrenador.
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Convirtió a los blaugranas en un equipo sumamente vertical, pero solamente pudo obtener la Supercopa de España. Se quedó sin Copa, Liga o Champions y eso lo condenó a partir de la ciudad condal.
No fue el final para Gerardo. Llegó al banquillo de su Argentina, pero al parecer, condenado a no poder ser exitoso en la tierra que lo vio nacer. Llegó a dos finales de Copa América y en ambas cayó ante Chile, pero la gota que derramó el vaso, fue no poder juntar un plantel competitivo para disputar los Juegos Olímpicos. Entonces renunció y se refugió en los Estados Unidos con el Atlanta United.
Su destierro en Norteamérica está a nada de culminar. Llegará a la Selección Mexicana, una nueva revancha, con la particularidad de que otra vez será fuera de su Argentina amada