En pedazos, así como quedó México tras enfrentar a Argentina, volvió el Tricolor a territorio nacional.
El grupo rompió la concentración en San Antonio y cada jugador se desplazó a su respectivo destino.
Fueron pocos elementos los que volaron al aeropuerto Benito Juárez, la mayoría cruzó al otro lado del charco.
Los azulcremas Guillermo Ochoa y Jorge Sánchez, los cementeros Orbelín Pineda y Roberto Alvarado y el necaxista Hugo González, fueron los jugadores que volaron a la capital. Hirving Lozano, de sorpresa, también estuvo en el grupo, pero apenas pisó suelo azteca, realizó su conexión a Ámsterdam. La espera, por parte de los medios de comunicación, fue larga, el vuelo se retrasó y eso provocó desesperación.
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El aterrizaje estuvo previsto a las 12 horas, sin embargo, fue hasta casi las 14:00 que los seleccionados se vieron a través de los cristales.
Los reporteros, fotógrafos y camarógrafos vigilaron las dos puertas de salida de vuelos internacionales, pero la incertidumbre estuvo presente. Luego de esperar varios minutos y de ver salir a los utileros, se presentó el caos.
Jorge Sánchez tomó valor y fue el primero en aparecer, los medios de comunicación se acercaron a él, le solicitaron declaraciones, pero fue en vano.
Enseguida, sin que muchos lo vieran, Orbelín Pineda fue el siguiente en salir, el volante de Cruz Azul fue recibido por su pareja. Hugo González, casi detrás del “Maguito”, también se asomó. Las cámaras los captaron, los rodearon, pero el resultado fue el mismo, ningún comentario.
Luego de algunos minutos y de observar al resto de la utilería, vino otro alboroto, el más intenso.
Guillermo Ochoa, reconocible a varios metros de distancia, tomó su equipaje, caminó a paso lento y atravesó la salida.
Los presentes, medios y seguidores, lo encerraron y le impidieron caminar con facilidad. El portero del América, como pudo, atendió a algunos fanáticos y entre decenas de empujones, logró salir de la terminal aérea. Palabras, tampoco hubo. En ese instante de caos, Roberto Alvarado salió sin ser visto por muchos.
En cuestión de minutos el contingente salió, Gerardo Torrado, fue el último que se vio en el sitio, pero las palabras, también las guardó. El “Tata” y “Chucky”, vistos de lejos, salieron por puertas alternas y esquivaron el choque con los medios de comunicación.