La negra madrugada pronto se transformó en un momento lleno de color y curiosidad. Cada que la Selección Mexicana aparece en los pasillos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, es inequívoco saber que el inmueble se convertirá en una auténtica sucursal del manicomio.
Algunos transeúntes bostezaban, otros cabeceaban por lo temprano de la cita con sus familiares, pero cuando notaron la presencia de las cámaras y micrófonos, el sueño se disipó totalmente, ya anticipaban que algo grato pasaría.
Primero aparecieron los rivales del Tricolor. Enfundado en una sudadera roja y con gorra de la misma tonalidad para intentar tapar su rostro, Bruno Valdez recorrió los pasillos aeroportuarios y ahí comenzó la persecución. El zaguero habló poco, pero provocó mucho. Entre tanta carrera, los medios de comunicación chocaron con las puertas de los locales, tropezaron entre ellos, pero al final, la misión se cumplió.
Inter de Milán busca a Edson Álvarez
Instantes después, Carlos González, delantero de Pumas y reciente debutante de la selección de Paraguay, ofreció unos minutos a la prensa y su figura poco a poco se disipó a la distancia.
Eso solamente fue el preámbulo de lo que ya se veía venir. Guillermo Cantú salió a la sala de espera y fue claro en su mensaje: “No voy a hablar”.
Una vez pasada la aduana, los futbolistas que viajaron desde Guadalajara, Nuevo León y otras entidades.
Diego Laínez fue la gran sorpresa, el volante del Betis no viajó de inmediato a España, tomó un taxi para estar con su familia, más adelante volará hacia el cuadro Albiverde. El joven evitó todo cuestionamiento y logró la hazaña de escapar.
Víctor Guzmán ofreció disculpas por su silencio, no les permiten emitir declaraciones. “De verdad no es por sangrón, no es cosa nuestra, yo incluso hablé allá”, comentó el volante de los Tuzos del Pachuca al tiempo que Edson Álvarez intentaba evadir la prensa.
Poco a poco, todo volvió a la calma, hasta que Roberto Alvarado llegó a la fiesta. El “Piojo” a su corta edad es todo un rompecorazones. Una pequeña niña de aproximadamente 14 años se emocionó al verlo, “No puede ser, no puede ser, no puede ser”, repetía mientras buscaba de sus entrañas el valor para acercarse.
Roberto repartió ‘selfies’ mientras la joven, con el celular en la mano intentaba alcanzarlo, todavía con un poco de timidez. Al final, ella logró su cometido y llevó a casa la postal del recuerdo.
Los jugadores y el show en el inmueble lo fueron. Gerardo Martino fue sacado por una puerta alterna mientras todo sucedía. Fue un escape perfecto.