Ahí en el centro de la cuna del futbol, a las afueras del primer pabellón femenil en México, el ‘Malena Patiño’ en honor a la madre del presidente del Pachuca, Jesús Martínez Patiño, Lizbeth Ángeles y Viridiana Salazar no logran evitar sentirse las más dichosas de formar parte de las Tuzas. Liz, quien lleva más tiempo en el equipo, se anticipa a la jugada: “Aquí me abrieron las puertas para seguir haciendo lo que más amo, y eso jamás lo voy a olvidar” dice sonriente.
Con nostalgia, la atacante se sincera con el Diario de los Deportistas para compartir sus inicios en el futbol, los cuales la hacen valorar lo que hoy vive: “Cuando tenía 15 años decidí meterme a un equipo más semiprofesional de Pumas, donde obviamente entré becada y con el apoyo del entrenador, porque económicamente no estaba muy bien”, explica.
“Vivía por la salida de Cuernavaca y no tenía ni para los pasajes, así que varias veces pensé en dejarlo todo, pero me gustaba tanto jugar, que no me importaba salirme tres horas antes para irme caminando y llegar a tiempo hasta CU”, revive, mientras Viridiana se levanta emocionada para abrazarla. “Yo sé que si lo crees, trabajas y no desistes, puedes alcanzarlo. Es lo que he aprendido en este tiempo de la mano de Pachuca y la directiva, que cada día te cobijan más para impulsarte a dar lo mejor”, expresa la mediocampista.
Con ocho anotaciones, Salazar pelea el título de goleo individual, pero el crédito se lo da a sus compañeras.
Por su parte, Ángeles no ha tenido la misma suerte al marcar en torneos anteriores, aunque deja en claro que no es un asunto que le obsesione:” Un gol no me define, estoy muy tranquila en esa parte. Creo que si te obsesionas, las cosas no te van a salir y uno al final se desespera dentro de la cancha”, comenta.
Cada una tiene su historia, pero si hay algo en lo que coinciden es en amor por los colores de la Bella Airosa: “Somos afortunadas", indica.