El Barrilete Cósmico, como lo describió Víctor Hugo Morales en su narración tras presenciar cómo el camiseta 10 eludió ingleses como si fueran los niños a los que burlaba en Villa Fiorito y anotara el 2-1 de Argentina sobre Inglaterra en el Mundial de México 1986, cumple 60 años. Diego Armando Maradona, futbolista de apenas 1.65 cm de altura, pero que con el balón en los pies, sobre todo en el izquierdo, fue enorme, celebra la vida.
Diego jugó su último partido como profesional el 25 de octubre de 1997 con la playera de su querido Boca Juniors en un clásico contra River Plate. Como lo fue y ha sido toda su vida, el final fue sacado de un cuento. El tiempo pasó, para ser precisos 23 años, sin embargo, Maradona sigue vigente.
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El Diego siempre fue polémico, nunca lo acompañó la seriedad, Maradona se forjó en el barrio, lo llevó a todos lados y lo mantiene hasta la actualidad. El Pelusa dice lo que quiere, no tiene filtros en sus palabras.
El Pelusa dirige a Gimnasia y Esgrima. El 30 de octubre, como si fuera coincidencia, se reanuda la liga Argentina luego de ocho largos meses de inactividad. El coronavirus detuvo el futbol casi el mismo tiempo que dura una gestación humana.
El Lobo recibe a Patronato en el Juan Carmelo Zerillo. La Liga Profesional tiene previsto hacerle un homenaje a Diego, sin embargo, se puede venir abajo en caso de que Barrilete Cósmico siga aislado tras un caso positivo de coronavirus que presentó una persona cercana a él.
Con o sin tributo Diego Armando festeja y lo festejan. El Pelusa es una deidad para los argentinos y para miles de feligreses más.
La Iglesia Maradoniana creada en 1998 es la prueba de los alcances divinos que alcanzó el astro argentino.
“Maradona fue más que un futbolista genial, fue un factor extraordinario de compensación para un país que en pocos años vivió varias dictaduras militares, frustraciones sociales de todo tipo. Diego ofreció a los argentinos una salida a su frustración y por eso la gente lo adora como una figura divina”, ha dicho Jorge Valdano sobre su amigo y compañero en ese Mundial de 1986 que puso al Pelusa en lo más alto, pero al mismo tiempo también ganó comentarios adversos por crear la Mano de Dios.
Ese tanto con la muñeca es el Diego mismo. Irrespetuoso en el campo, atrevido, creador de lo imposible. De Los Cebollitas a Argentinos Juniors, luego a Boca Junios y enseguida a Europa.
Maradona se divirtió cinco años en el futbol argentino para después compartir su futbol en España. Diego se puso en 1982 la playera del Barcelona, sin embargo, su paso fue fugaz.
En la temporada 1983-1984 en un juego contra el Athletic de Bilbao Andoni Goikoetxea le provocó una fractura de ligamento en el tobillo izquierdo. Periódicos catalanes titularon al día siguiente esa acción como un terrible rimen.
“Yo sé perdonar y por supuesto, perdono a Goikoetxea, aunque sé que no es ningún santo”, declaró Maradona en ese entonces.
Diego regresó a jugar cuatro meses después, pero su etapa con el Barcelona terminó pronto. El Pelusa anotó 38 tantos como blaugrana y enseguida emigró a Italia. Lo que edestino le preparó no lo imaginó nunca.
El Diego fichó por el Napoli. De 1984 a 1991 Maradona construyó su leyenda. El argentino fue el mejor del mundo, regates, fintas, goles, piques veloces, malabares con los cordones de la agujeta desatados, todo lo inventó.
La vitrina de los Gli Azzurri creció como nunca antes. Diego cooperó para ganar el Scudetto en las temporadas 1986-1987 y 1989-1990. La Copa Italia en 1987, la Copa UEFA en 1989 y la Supercopa de Italia en 1990. Los trofeos y las distinciones individuales cayeron a racimos.
Maradona no dejó de subir hasta que alcanzó el techo. El Mundial de México 1986 y el juego de cuartos de final contra Inglaterra fue su consagración absoluta. Luego, como lo dice la ley de la gravedad. Todo lo que sube tiene que bajar.
El futbol de Diego vino a menos, pero le alcanzó para poner a Argentina en otra final de Copa del Mundo. En Italia 1990 la Albiceleste llegó al último juego, pero perdió 1-0 contra Alemania. El árbitro uruguayo nacionalizado mexicano Edgardo Codesal expulsó a Pedro Monzón y Gustavo Dezotti, además de marcar el penalti con el que Andreas Brehme anotó el único tanto del juego. Esa actuación de Edgardo hace enfadar al Diego hasta la actualidad.
La curva del Pelusa siguió hacia abajo. El 17 de marzo de 1991 Maradona en un control antidopaje dio positivo por cocaína y fue sancionado dos años sin jugar. La señora blanca cambió su vida.
Diego regresó a la actividad en 1992 con el Sevilla, pero no fue el mismo. Europa terminó para él. Maradona volvió a Argentina y pasó sin destacar en Newell ́s Olds Boys.
Llegó el Mundial de Estados Unidos 1994. Maradona estaba lejos de lo que enseñó dos justas atrás, sin embargo, quiso enseñarle al mundo lo contrario.
Argentina debutó contra Grecia y goleó 4-0 con un gol del Diego. Su festejo frente a la cámara de televisión es icónico, Maradona sacó mucho coraje acumulado, pero minutos después en otro control antidopaje la carrera del Pelusa tocó fondo.
Diego dio positivo por efedrina y abandonó la concentración. Maradona comentó: “Me cortaron las piernas”.
Maradona estuvo inactivo hasta 1995. Barrilete Cósmico cumplió su sueño de regresar a su querido Boca Juniors y luego retirarse.
Fueron dos años con el cuadro Xeneize, pero lejos de la velocidad y gambetas de sus años mozos.
Después de eso vienen recaídas de Diego en la adicción e incontable batallas para seguir activo en el futbol. Maradona ha sido y es director técnico e incluso tuvo su programa de televisión.
El Pelusa dirigió a la Albiceleste en el Mundial de Sudáfrica 2010, pero fue eliminado por Alemania 4-0 en cuartos de final.
El Diego tiene aventuras en el futbol de Emiratos Árabes con el Al-Wasl y Al-Fujairah. Luego vivió una aventura en México con los Dorados de Sinaloa.
Con el Gran Pez Maradona llegó a dos finales, pero no logró el ascenso, lo mejor de todo fue que Diego mejoró de salud y se le observó dedicado al trabajo. Su paso por Culiacán fue mejor de lo le pronosticaban.
Así hasta 2020. Diego dirige a Gimnasia y Esgrima. Tiene 60 años y sigue en el campo. El mejor jugador de la historia para muchos, deidad para otros, celebra.
Siempre polémico, el ídolo argentino continúa gambeteando a la vida. Como él mismo lo dijo: la pelota no se mancha. El Dios del futbol está de fiesta.
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