Las mascarillas han regresado a la Selección francesa en el Mundial de Qatar. Previo a enfrentarse en la final a Argentina, varios jugadores sufren de un "resfriado", una "fiebre", un síndrome "viral" y por tanto transmisible que inquieta al cuerpo médico y técnico, que comienza a preparar la forma en la que frenar a Lionel Messi.
A los afectados por el virus se suman otros jugadores con problemas físicos.
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Aurélien Tchouaméni, que sufre una contusión en una pierna, y Théo Hernandez, con un golpe en una rodilla, volvieron a perderse el entrenamiento colectivo por segundo día consecutivo. No hay gran inquietud sobre su participación en la final.
La sensación en el interior de la expedición francesa es de preocupación, pero no de pánico. Los médicos descartan que se trate de Covid-19 y también que los síntomas sean demasiado graves. Algo de fiebre, malestar y poco más.
La bajada de las temperaturas en Doha en los últimos días y el aire acondicionado, muy fuerte en el interior de muchos lugares, son las causas que apunta el cuerpo médico francés.
De acuerdo con los síntomas, se trataría del Virus del Camello, una enfermedad respiratoria vírica provocada por el coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y que fue detectado por primera vez en Arabia Saudita en 2012, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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¿Quiénes son los jugadores afectados?
Por ahora son cinco los jugadores afectados por el virus, después de que Raphael Varane e Ibrahima Konaté se sumaran en las últimas horas a Kingsley Coman, que sufrió síntomas el jueves. Dayot Upamecano y Adrien Rabiot ya se han reincorporado a los entrenamientos con el resto de la plantilla, después de que el virus les obligara a perderse la semifinal contra Marruecos del miércoles.
A Upamecano, el primero en tenerlo, apenas le duró dos días e incluso estuvo en el banquillo contra Marruecos. No salió porque no se había entrenado los días previos y Didier Deschamps prefirió colocar en el eje de la defensa a un jugador más fresco, Ibrahima Konaté.
Rabiot, el segundo, vio la semifinal en el lujoso hotel de concentración de su selección y no participó de la fiesta en el vestuario, pero al día siguiente ya pudo ejercitarse y este viernes lo hizo con el resto de los compañeros, por lo que está a disposición del seleccionador.
Coman tenía ya algún síntoma el miércoles y el entrenador prefirió no sacarle en el partido ante Marruecos, pese a que hasta ahora había sido el reemplazo habitual de Ousmane Dembélé. Desde entonces, también se encuentra aislado.
Lo mismo sucede con Varane y Konaté, los dos últimos que han tenido síntomas, sometidos al protocolo habitual de estricto aislamiento en sus habitaciones para evitar la circulación del virus. La memoria tiene frescos los gestos de prudencia, que según relató Dembélé se siguen con mucho cuidado, el lavado de manos, la distancia de seguridad o evitar al máximo los contactos.
Pero el jugador del Barcelona le restó importancia. "No tenemos miedo. A Dayot y Adrien les hice un té con jengibre y miel y se pusieron buenos", bromeó el extremo.
¿Qué pasa si la fiebre llega a un jugador como Kylian Mbappé o Antoine Griezmann, dos piezas clave en el dispositivo francés? Entonces, las cosas se pondrían más serias.
Fuentes de la concentración aseguran que se toman el asunto con seriedad. Los servicios médicos no están dudando en medicar a los jugadores que tienen síntomas. A dos días de una final la prioridad es ponerlos a disposición del seleccionador aunque haya que forzar un poco la máquina de las pastillas.
Algunos, como Varane, parece que ya sintieron algún síntoma antes del duelo contra Marruecos.
Por ahora, Deschamps ha comenzado a preparar el duelo frente a Argentina tras la jornada de recuperación del jueves posterior al partido contra Marruecos.
El reloj corre en contra de Francia, que tiene un día menos que Argentina para planificar el choque. El seleccionador necesita toda la atención y todas sus fuerzas para la batalla. El virus amenaza con impedírselo.