Un zarpazo fue suficiente para terminar con el campeón. Pumas mostró intensidad, garra y espíritu, ese que le exige su escudo. El rugido de Piero Quispe fue letal, América no encontró el modo de abrir la zaga felina y, con la corona de la Campeones Cup abollada, vivió su quinto descalabro del semestre, 0-1 final.
América se mantendrá en el puesto 13, todavía lejos de la zona en la que se suelen ubicar, mientras uno de sus máximos rivales, los Pumas, se afianzan entre los mejores del campeonato.
La responsabilidad de ambos fue cumplir con un capítulo más de la rivalidad. El Clásico Capitalino vibró en el corazón del estadio de la Ciudad de los Deportes, donde ambos se sintieron visitantes, en la grada la gente dividió el inmueble.
La estrategia de los entrenadores pareció una calca. La línea de cinco construyó dos esquemas que lucieron semejantes, pero que eran distintos en la zona de construcción, esa donde los volantes creativos brillaron.
La zona de escudos tuvo a Cervantes y Fidalgo por un lado, mientras que por el otro, Caicedo servía para proteger los intereses de Rico y Quispe, quienes ejercieron como volantes de ida y vuelta. Esa verticalidad hizo que Valdés luciera errático.
El dominio fue alterno. Los cremas no se sintieron cómodos, sí supieron tocar con poco peligro. La garra y el espíritu aparecieron en la colonia Noche Buena. Chino, Memote y Quispe, el tridente que volvió loca la zaga, se conjugó para dejar al peruano solito ante Malagón. Luis Ángel se estiro lo más que pudo, aunque no evitó el primero de la noche. ¡Gol de Pumas!
Piero silenció a la grada azulcrema en pleno festejo. Los insultos y recordatorios a su madre no faltaron, mientras el rugido se escuchaba en forma de Goya en la otra cabecera del inmueble.
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El juego se transformó en lo que Lema soñó. Las características de sus atacantes, hizo peligroso a Universidad Nacional. Quispe, Rico, Huerta y Ergas, todos se agregaron al ataque en distintos momentos, Malagón y la zaga amarilla se comportó a la altura.
El descanso llegó con un Jardine desesperado. El brasileño traicionó lo que le funcionó en Columbus, movió sus piezas y dejó al Chicote Calderón en el banquillo.
Pumas perdió protagonismo, mientras América comenzó a llenar de centros el área de Julio González. Magallán, Silva y Duarte soportaron los picotazos constantes. Jardine siguió al ataque. Kevin, Zendejas, Henry y Richard ingresaron en busca de ser solución.
La presión fue constante. Julio tapó dos clarísimas, la mala puntería también acompañó al actual bicampeón del futbol mexicano, que ni se preocupó por las sustituciones del técnico felino. La UNAM terminó con una línea de seis en el fondo, pero nadie le iba a sacar el Clásico Capitalino.
No hubo más en el Ciudad de los Deportes, el rugido auriazul retumbó con fuerza para meterse al quinto lugar de la tabla general y dejar preocupación en un campeón que si no reacciona, se quedará fuera de la Liguilla.
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Nota publicada originalmente por ESTO.