Cruz Azul se encontró a uno más gallo. Querétaro no había herido a nadie, sus espolones tienen poco filo tras el hurto que les hizo Tijuana, pero los que están, le pusieron el freno a la Máquina. Los gallos cacarearon, cantaron, movieron las alas, hicieron de todo para impedir que los cementeros los pisaran.
Kevin Martínez luego de un pase mágico de Ángel Sepúlveda fue el artífice de la hombrada y el culpable de que Cruz Azul perdiera el invicto en el Guard1anes 2020 y una larga racha sin caer de 18 juegos, incluidos partidos de liga, Concachampions y de pretemporada.
El 15 de enero fue el último revés, siete meses después la Máquina se descarriló. Una desviación inesperada.
La Máquina mostró las calderas calientes y los vagones bien ensamblados. Jonathan Rodríguez colocado al lado izquierdo utilizó su potencia física para provocarle terror a Irving Zurita. Luis Romo se sintió como en casa, el celeste con pasado queretano quitó balones y los convirtió en jugadas de peligro.
La hidratación fue un respiro para los locales. Tras tomar agua las quinielas se vinieron para abajo. Cruz Azul bajó la guardia, suficiente para que Kevin Ramírez le ganara un balón a Juan Escobar, Ángel Sepúlveda se lo regresara con un tacón mágico y Kevin tocara raso al lado de Chuy para picotear el invicto cementero. Ramírez guardó silencio un instante y luego cantó fuerte. La celebración fue justificada.
El pinchazo provocó que la Máquina bajara la velocidad. Los vagones fueron desalineándose. Los gallos se convirtieron de pelea. El juego cambió poco. Querétaro siguió sólido y comenzó a desesperar a los jugadores cementeros.
En el estira y afloja, el juego entró en su recta final, minutos fatales para los azules años atrás, pero milagrosos en las últimas semanas. A esa ancla se abrazó la Máquina, una dosis de suerte en alguna de sus llegadas. De forma desesperada Siboldi desempolvó a Jonathan Borja. El ecuatoriano recibió sus primeros minutos del torneo.
La Máquina encerró a los emplumados. Sebastián Sosa con la cabeza salvó en la línea un martillazo de Juan Escobar. El milagro celeste estuvo cerca de darse.
Ese fue el colofón de la batalla. Cruz Azul se encontró a unos gallos de pelea que les dieron un golpe de realidad. El invicto finalmente terminó.