La imagen es para siempre. Los 18 seleccionados en lo más alto del podio. Una medalla dorada que les cuelga del cuello. El ramo de flores en las manos. La bandera mexicana por encima del resto y la fuerza en el abdomen de quien canta con furia las estrofas del himno nacional. Aunque esa es la secuencia que se apodera de la memoria al evocar el oro conseguido en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, hay otras más que conformaron el camino a lo que es considerado el mayor logro en la historia del futbol mexicano.
Copa América y Panamericanos, el antecedente del oro olímpico
Para entender el proceso de la Selección que cambió la historia hay que remontarse al verano de 2011, cuando a México se le juntaron la Copa Oro y la Copa América. Sin saber que ese sería el inicio de una gran historia, el Tricolor fue al torneo sudamericano con un equipo B, comandado por Luis Fernando Tena.
En aquel conjunto estaba una base importante del plantel que se consagró en Londres, con jugadores como Darvin Chávez, Miguel Ponce, Hiram Mier, Giovani dos Santos, Marco Fabián, Javier Aquino, Néstor Araujo, Néstor Vidrio, Diego Reyes, Jorge Enriquez y Oribe Peralta.
A pesar de que los resultados no fueron buenos al caer en sus tres partidos ante Chile, Perú y Uruguay, el fogueo internacional fue importante. Los dirigentes le dieron la confianza al “Flaco” Tena de seguir con su proyecto. Una decisión que, vista desde lejos, fue la correcta.
El primer gran resultado llegó a finales de año, con los Juegos Panamericanos, en una metáfora del inicio del ciclo olímpico. Con el oro en Guadalajara 2011 comenzó a forjarse la leyenda.
El glorioso 2012
La Selección Mexicana Sub-23 cumplió con el trámite del Preolímpico, un torneo que suele ser engañoso. Aquel 2012 no hubo sorpresas y el Tri derrotó en la fase de grupos a Honduras, Panamá y Trinidad y Tobago, para posteriormente vencer a Canadá en semifinales y una vez más a los catrachos en la gran final para coronarse y asegurar su boleto a Londres 2012. El equipo del “Flaco” Tena estuvo conformado únicamente por jugadores de la Liga MX, pero ya se podía ver la base que estaría meses después en los Olímpicos. Héctor Herrera, ausente en la Copa América, hizo su aparición.
Con el boleto en la bolsa, México disputó el torneo Esperanzas de Toulón a modo de preparación. Ahí también logró el campeonato, tras vencer a Países Bajos en semifinales e imponerse 3-0 a Turquía en la gran final. En ese equipo ya figuraban el arquero José Antonio Rodríguez y Raúl Jiménez.
Recuerdo dorado
Para los Juegos Olímpicos, México quedó ubicado en el Grupo B, junto a Corea del Sur, Gabón y Suiza. A un equipo joven se le sumó la experiencia de José de Jesús Corona, en el marco, Carlos Salcido, en la defensa, y Oribe Peralta, en el ataque. El equipo tricolor tuvo un ataque dubitativo, tras empatar sin goles con los coreanos, sin embargo, se levantó al vencer a gaboneses y suizos con resultados de 2-0 y 1-0.
Ya en cuartos de final derrotó en tiempos extras a Senegal, con goles del “Chatón”, Aquino, Gio y Herrera. En semifinales, los dirigidos por Luis Fernando Tena lograron levantarse de una desventaja de 0-1 para llevarse el triunfo 3-1 ante Japón, con goles de Fabián, Peralta y Cortés.
Con la medalla de plata segura, México no se conformó y enfrentó al todopoderoso Brasil en la gran final. Aquel partido ya está en la historia del futbol mexicano, con el doblete de Oribe Peralta, y una canarinha desesperada en busca de un milagro. El Tricolor se llevó el triunfo 2-1, en el relato de una tarde épica donde el césped sagrado de Wembley los vio convertirse en oro.
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