Muy lejos ha quedado la época romántica en la NBA.

La tradición de las franquicias ya no va de la mano con la ambición de las mayores estrellas de la liga, quienes buscan incrementar considerablemente su cuenta bancaria aunque tengan que renunciar a la gloria deportiva.

Con el aumento del tope salarial de cara a la temporada 2017-18 a 99 millones de dólares, cinco más con respecto al curso anterior, los 30 equipos se dedicaron durante el verano a blindar a sus mayores tesoros, aunque hubo excepciones que siguen priorizando el desarrollo deportivo con el Larry O’Brien en la mente.

Oklahoma acaba de convertir a Russell Westbrook en el jugador mejor pagado. El Thunder amarró al MVP por los próximos cinco años a cambio de 205 millones de dólares, 41 por campaña. Para ser una comparación, Michael Jordan, considerado el mejor basquetbolista de todos los tiempos, se embolsó en su última temporada con Chicago (1997-98) 33.1 millones.

Westbrook reemplazó en la posición de honor al actual campeón con los Warriors, Stephen Curry, quien un mes atrás había renovado su permanencia en Golden State a cambio de 201 mdd por un lustro.

Una de las decisiones más polémicas se dio en Los Ángeles. Chris Paul abandonó a los Clippers y con ello cualquier posibilidad de pelear por el campeonato, por lo que retener a Blake Griffin parecía misión imposible. El único camino era sacar la billetera y lo hicieron con 171 millones de dólares.

Por su parte, James Harden se arregló con los Rockets de Houston a cambio de 169 millones de dólares por los próximos cuatro años, que por temporadas es el sueldo más alto con un promedio de 42.2 mdd. El ‘Top-cinco’ lo completa el base de los Wizards John Wall con el mismo sueldo que la “Barba”. Hubo un caso particular en esta agencia libre:  Dwyane Wade. El tres veces campeón se arregló con los Cavaliers por un año y el sueldo mínimo para un veterano de 2.5 mdd. Así los tiempos la NBA. El escudo de los Lakers, Celtics, Bulls y todos los históricos, ha pasado a segundo plano.