La Plaza de la Constitución como escenario de grandes hazañas. Al pie de la bandera que se iza imponente sobre el Palacio Nacional, los mexicanos Dario Castro y Eloy Sánchez reescribieron la historia en el Maratón de la Ciudad de México.
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Ambos corredores se acompañaron casi en la totalidad de la carrera, y así, juntos, decidieron cruzar la meta. El destino quiso que fuera Castro el ganador por apenas centésimas, con un tiempo de 2:14:51, por los 2:14:52 de Sánchez, aunque para todos, hoy México tiene dos campeones. El podio lo completó Rodgers Ondati, de Kenia.
El triunfo de Castro, y de Sánchez, en cierto modo, le devuelve la gloria al país después de 11 años. La última vez que un mexicano culminó en primer lugar en su maratón fue en el 2009.
En aquella ocasión, Edilberto Méndez triunfó con un tiempo de 2:21:34, después llegó un amplio dominio de corredores, kenianos, etíopes y peruanos. La hazaña no pasó desapercibida para el público, que no paró de apoyar a los suyos.
EL PODIO VARONIL
- Dario Castro 2:14:51
- Eloy Sánchez Vidal 2:14:52
- Rodgers Ondati 2:17:31
La carrera no fue fácil para Castro. Cerca de los 35 kilómetros, el mexicano sintió un tirón y por un momento dio la impresión de que iba a abandonar la carrera, pero la fuerza mental y la fe le permitieron seguir cuando todo se agotaba. “Venía concentrado y de repente sentí un tirón, pero no perdí la fe y seguí corriendo hasta llegar”, dijo Castro.
Fue así que logró mantenerse junto a Sánchez, quien por un momento lideró la carrera en solitario, hasta que en la recta final, ya sobre la avenida Juárez, con el Zócalo a tiro, volvieron a juntarse.
Así llegaron a la meta, palmo a palmo, en zancada compartida, como símbolo de la amistad que se forja en los senderos cuando se entrena a diario. "Llegamos con mi compañero, son años de trabajo, la disciplina, hay una amistad con mi compañero de años", dijo Castro. Casi tres minutos después llegó el keniano Rodgers Onati para completar el podio.
Lucy Cheruiyot triunfa en la categoría femenil
Al poco tiempo, el Zócalo se convirtió una vez más en un escenario de hazañas. La keniana Lucy Cheruiyot lideró la competencia de principio a fin, pero en su mente no solo estaba ganar el primer lugar, sino romper el tiempo histórico del Maratón CDMX.
EL PODIO FEMENIL
- Lucy Cheruiyot 2:27:22
- Amare Shewarge 2:37:03
- Leal Jebiwot Kigen 2:40:34
A paso firme, sin perder el ritmo, la corredora avanzó triunfante por las calles de la capital para coronarse con una marca de 2:27:22, un registro muy por debajo del récord de 2:33:28, impuesto en el 2019 por la keniana Vivian Kiplagat. El podio lo completaron la etíope Shewarge Amare Alene, tres veces ganadora del Maratón de la CDMX y Leah Jebiwot, de Kenia.
La fiesta del Maratón volvió a la CDMX después de más de dos años. La pandemia frenó la edición 2020, pero el índice de vacunación en la capital superior al 95 por ciento permitió a las autoridades realizar el evento más importante de América Latina.
Desde las 5:30 de la mañana, aún con la noche en pleno, los corredores llegaron al estadio Olímpico Universitario. El marco imponente del inmueble ofrecía el resplandor del fuego, encendido en el pebetero donde en 1968 la llama iluminó los Juegos Olímpicos de México.
Así llegaron los participantes, como una marea roja, portando orgullosos la playera oficial del Maratón. La mañana contaba la historia de retos superados, de quien corre para sentirse libre, o vencer sus miedos, tan ocultos en cada uno de nosotros.
Las palabras de aliento se escuchaban en los grupos. Las fotos, las felicitaciones, el final del camino. Entonces llegó el momento, y en la salida se fueron juntando los grupos. Primero los competidores en sillas de ruedas y los débiles visuales, después las corredoras de élite, lideras por la keniana Lucy Cheruiyot, y luego los hombres, acompañados por un nutrido grupo mixto. Ahí, entre esa cascada de posadas, estaban Castro y Sánchez, en esos momentos que anteceden a la gloria.
A la carrera tasa de pasos se le unieron las palabras de aliento. “Hoy es nuestro día”, gritaban unos, que corrían con la bandera de su patria, la que no abandona en los momentos más trascendentales de nuestra vida.
Sin saber cómo, el día llegó de forma anónima, y el frío perpetuo del amanecer dio paso a un ligero sol que pintó con su brillo a una Ciudad de México imponente, anfitriona de cada historia que se escribió en los 42.195 kilómetros que cada persona corrió. Cuentan, los que saben, que el Maratón no es una carrera contra el tiempo, sino contra uno mismo. Que vivan los héroes, entonces.