Plaza La Taurina-Fernando de los Reyes El “Callao” que celebró su primer centenario de vida. Resulta imposible separar una actividad de otra ya que están hermanadas desde el confín de los tiempos y como cada año cumplieron con su cita inamovible del 14 de agosto; la Noche que Nadie Duerme en Huamantla. El coso estuvo repleto, en silencio, únicamente la luz temblorosa de cada vela en las manos de los aficionados que consiguieron entrar a este recinto: templo del toreo, iluminó levemente el ruedo ante la inminente llegada de la Virgen de la Caridad que estrenando vestido y manto, iba a partir plaza. Noche iluminada.
Todos son uno y se estremece el alma. Los más sensibles dejan escapar alguna lágrima, paroxismo total.
El máximo jerarca de la Iglesia de la región está en su puesto. Los matadores que intervinieron en la corrida portaron sus mejores ternos y se concentraron, más que nunca y como siempre, con devoción pues se van a jugar la vida.
“¡Oh Señor del gran poder y majestad! dador de la fuerza y de las cualidades, te pido perdón por mis debilidades humanas, Te ofrezco sinceramente mi actuación de este día. Te suplico me guíes y ayudes para que difunda en tu nombre el arte y la alegría” Así con la oración del torero, musitada en un ruedo sobre un tapete azul celeste, inundó el recinto, cuyas tablas lucieron la leyenda: “La Taurina 100 años de Tradición, Cultura, Libertad y Magia.
En el exterior, el piso de las calles fue adornado con coloridos tapetes de serrín, los muros con farolas a media altura y con papel picado en la parte superior.
Abrió plaza un ejemplar Xajay, de nombre Histórico, que embistió con la cara abajo y con codicia, el rejoneador Santiago Zendejas logró una actuación con lucimiento que, tras el pasaje de los Forcados de Mazatlán comandados por René Tirado, que concretaron una gran pega al primer viaje; remató con un rejonazo trasero para dar vuelta al ruedo.
Joselito Adame, Centenario, ante un toro exigente cuajó una faena seria, con reposo y variedad que concluyó de estocada al encuentro para obtener una oreja. Para “El Payo” fue el astado Tradición que fue conducido a la perfección por el lidiador queretano, en una labor con tesón para obligar con clase y temple. Tras estocada tendida, fue ovacionado. Angelino obtuvo un apéndice con un toro de gran clase pero justo de fuerza. Su labor fue completa y remató de estocada fulminante. El segundo de Adame dio pocas opciones pero el torero se esforzó con él en una labor impecable. El segundo de “Payo” tuvo cualidades que el diestro de Querétaro aprovechó para eslabonar una labor artística en la que brillaron verónicas y naturales y tras la estocada le cortó un trofeo. Finalmente, Angelino se salvó milagrosamente de sufrir una cornada con el último toro. Se repuso y luego de oficiar con la toledana se retiró entre ovaciones.
La media noche sorprendió, anunciaba el término del festejo, del cual todos los presentes salieron llenos de júbilo.