Se convirtió en la primera mujer en encender un pebetero olímpico en los Juegos Olímpicos de México 1968 y este viernes repitió el hito de igual forma a las 12:50 horas, ella es Enriqueta Basilio.
Sin contratiempos, la antorcha del fuego conmemorativo cumplió con el recorrido desde el Centro Deportivo Olímpico Mexicano hasta llegar al estadio Olímpico Universitario cargada por 104 relevistas.
La Flama Olímpica ingresó al estadio de la mano de Leonardo Miguel Saldívar, participante del deporte adaptado de la UNAM, quien entregó a Enrique Graue, rector de la UNAM, quien estuvo acompañado de Carlos Padilla, presidente del Comité Olímpico Mexicano.
El fuego pasó después a los deportistas Yareli Acevedo Mendoza, Fabiola Núñez y el parapanamericano Eduardo Ventura, quien pasó la flama a Kenia Lechuga, campeona centroamericana de remo, quien acabó con el trayecto en la pista de tartán, salió del inmueble para después reingresar por el túnel 41 y subir las escalinatas.
Una vez arriba otorgó a Horacio de la Vega, director del Instituto del Deporte de la Ciudad de México y finalmente la llama llegó a manos de “Queta” Basilio para redondear esta histórica ceremonia.
Basilio, de 70 años de edad, ya no subió los más de 90 escalones como lo hizo hace 50 años, no vistió toda de blanco, pero la emoción fue la misma al encender el pebetero del Estadio Olímpico no sin antes saludar a los cuatro puntos cardinales con la flama en todo lo alto.
Como testigo en el césped se conformaron los cinco aros olímpicos con más de 600 personas entre deportistas que brillaron en México 68, jueces, voluntarios, deportistas de la UNAM y gente del Comité Organizador de aquella justa olímpica. Un hecho para recordar a medio siglo.