Llegó el 21 para Rafael Nadal y como no podía ser de otra forma, llegó de manera heroica. Como si le hiciera falta algún tinte épico a la carrera del tenista español, logró levantar dos sets en contra en una final de Grand Slam por primera ocasión en su carrera para coronarse por segunda vez en el Abierto de Australia. 13 años después de estrenar su palmarés en Melbourne Park, repite como el campeón del primer ‘grande’ de la temporada.
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El partido se dividió en dos. La primera parte con el número dos del mundo imponiendo condiciones con autoridad, aprovechándose de las facilidades que otorgó un Nadal muy errático con el servicio.
Sin esa arma, al español le costó mucho sumar puntos, y aún así logró disputar un tiebreak. Apenas lo perdió, parecía que el juego se le escapaba de las manos, y más aún tras ponerse 2-3 y 0-40 abajo en el tercer episodio, pero de alguna forma pudo venir de atrás y no solamente mantener ese turno al saque, logró un ‘break’ en el noveno ‘game’ para tomar un poco de confianza.
Justamente el exceso de confianza le terminó pasando factura a un Medvedev que por más que lo intentó, ya no volvió a lucir de la misma forma. A Nadal le empezó a entrar todos sus tiros y el servicio empezó a funcionar. El cansancio no afectó a un jugador que desde la cabeza va sobrado.
Un quiebre en el quinto ‘game’ del último set le abrió la puerta a la gloria al mallorquín, aunque sacando para partido le quebraron el saque, producto de los nervios, pero inmediatamente le regresó la cortesía a un Medvedev que ya se quedó sin respuestas. La experiencia de un miembro del Big-3 una vez más fue determinante.
Nadal se convirtió en el máximo ganador de torneos Grand Slam y lo hizo después de ausentarse seis meses del circuito a causa de una molestia en la planta del pie y de haber sido víctima del COVID-19 hace apenas un mes.
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