Hace más de 15 años nacieron 17 bebés concebidos mediante untratamiento experimental para la infertilidad que les dio ADN detres personas: el padre, la madre y una donante de óvulos.
Investigadores analizaron sus progresos como adolescentes y elveredicto preliminar es que todos crecen normalmente.
Los muchachos, de entre 13 y 18 años, “están bien”, sinproblemas de salud y con buenas notas en la escuela, expresó elembriólogo Jacques Cohen, del Saint Barnabas Medical Center deLivingston, New Jersey, donde se llevó a cabo el tratamiento.
“Salí normal”, comentó Emma Foster, de 17 años, de RedBank, New Jersey, al ser entrevistada el martes. Es“cheerleader” desde los 10 años y se prepara para ir a launiversidad y estudiar ingeniaría.
El tratamiento de infertilidad ya no se usa. Pero el estudio delos jóvenes es oportuno porque el mes pasado nació el primero dedos bebés concebidos con un procedimiento diferente que tambiéncombinó material genético de tres personas. Esa técnica no tienepor fin combatir la infertilidad sino evitar que el bebé heredegenes dañinos de la madre. Los detractores del tratamiento temenpor sus consecuencias a largo plazo.
Por ello, Cohen considera que el constatar que los bebésnacidos con el viejo tratamiento es “una buena noticia” para lagente que considera el nuevo procedimiento para evitar el traspasode enfermedades. Pero señala que sus comprobaciones no pueden serconsideradas una prueba de que el nuevo procedimiento esseguro.
Las células trasportan ADN en dos sitios: el núcleo, dondeestán los cromosomas y, en menor medida, las mitocondrias,poderosas estructuras pequeñas del citoplasma, la parte líquidadel óvulo. Los dos procedimientos que combinan ADN de distintaspersonas involucran las mitocondrias. El más reciente buscabareemplazar la mitocondria defectuosa de la madre. El procedimientode Cohen inyectó un poco de citoplasma en el óvulo materno.
Los genes del ADN de la mitocondria no afectan característicascomo el color del cabello y de los ojos, pero son importantes paramantener saludables las células de todo el cuerpo.
El hospital de Cohen realizó el tratamiento contra lainfertilidad entre 1996 y el 2001 en 33 parejas que no pudieronconcebir en unos cinco intentos de fertilización in vitro.“Pensamos que algo no funcionaba con el citoplasma” y queinyectar una pequeña cantidad de un óvulo saludable de unadonante -una tercera persona- podía ayudar a desarrollar elembrión, explicó Coyhen.
Catorce de las 33 pacientes quedaron embarazadas y 13 dieron aluz 18 bebés, incluidas dos parejas de siameses. Una pareja tuvocuatrillizos.
Cohen y sus colegas presentaron sus hallazgos el miércoles enla edición online de Reproductive BioMedicine. Los padres de loscuatrillizos se negaron a ofrecer información; los médicos solosaben que los cuatro están vivos y van a la escuelasecundaria.
En estudios detallados, los padres de los otros 14 niñosreportaron todos que sus hijos están bien. Uno tiene migrañascrónicas, dos padecen casos moderados de asma y uno es obeso;siete sufren de alergias y uno tiene un déficit de atención. Nohay nada anormal en esa incidencia de problemas, según losmédicos. A un varón le diagnosticaron a los 18 meses que podríatener problemas de desarrollo, pero no cuando era más grande y elmuchacho tiene el promedio más alto posible en su escuela.(AP)
“Los chicos están bien”, dijo Cohen. “Es lo queesperábamos, o al menos lo que deseábamos”.
Al menos dos clínicas de Estados Unidos y otros centros desalud de otros países ensayaron la técnica de Cohen, pero enEstados Unidos no se usó más cuando la Administración deAlimentos y Medicamentos (FDA, según sus siglas en inglés)intervino para regularla. Cohen dijo que trató de satisfacer losrequisitos para seguir experimentando pero se quedó sin dineroantes de completar el trámite.
Es por ello que no se pudo establecer qué fue realmente lo quepermitió a las parejas concebir.
Lo que está claro es que el tratamiento tuvo un éxito rotundocon Susan y Peter Foster, quienes habían tratado infructuosamentede concebir por siete años.
Cuando se les informó acerca del procedimiento experimental deCohen, no lo pensaron dos veces y se ofrecieron para elproyecto.
Susan dio a luz a los 33 años. Emma es una niña saludable,según sus padres.
Emma es la única niña del grupo a la que se le dijo cómo fueconcebida.
“No tengo problema alguno”, dijo la muchacha. “Me hacedistinta”.
Tal vez no tenga ninguna característica del donante. Solo dosde ocho bebés que fueron analizados después de nacer teníanrastros de la mitocondria de la donante. En Emma no se encontrórastro alguno. Cohen, no obstante, dice que los análisis deentonces no eran tan sofisticados como los de ahora y que tal vezse pasó por alto alguna característica.
La investigación posterior tiene algunas limitaciones. Se basaen un estudio de los padres y a veces la información de segundamano puede no ser del todo exacta.
De todos modos, el doctor James Grifo, director de la unidad deinfertilidad de la New York University, opina que las críticas alas investigaciones que combinan ADN de tres personas pueden notener fundamento.
“Los resultados parecen todos buenos y no hay indicios de quehaya habido daño alguno”, dijo Grifo, quien no participó en elúltimo estudio. “El citoplasma de la donante bien pudo haberayudado al desarrollo del embrión”.
En 1999, después de años de experimentar con ratones, Grifo ysus colegas produjeron embriones con ADN de tres personas y lostransfirieron a los úteros de varias mujeres, pero no seprodujeron embarazos. Fue entonces que intervino la FDA y sesuspendió el trabajo.
“Creo que debieron haber permitido que continuase”, selamenta Grifo.
Pero para Alan Copperman, director de infertilidad del MountSinai School of Medicine, todavía no se pueden sacar conclusionesdefinitivas al uso de material genético de una tercerapersona.
“Todavía no podemos cantar victoria”, sostuvo.