Buscan devolver abundancia a los océanos

Un nuevo instituto elaborará "una hoja de ruta" que contribuya a alcanzar su autosuficiencia para 2050

EFE

  · viernes 22 de octubre de 2021

La exploradora Alexandra Cousteau, nieta del oceanógrafo Jacques Cousteau, ha anunciado la creación del "Instituto para la Abundancia del Océano", dirigido por el oceanógrafo español, Carlos Duarte, que elaborará "una hoja de ruta" que contribuya a "alcanzar la abundancia de los océanos para 2050".

Así lo ha comunicado este jueves durante el segundo día de las Jornadas de Sostenibilidad 2021 del grupo Red Eléctrica de España (REE), en un vídeo previamente grabado, en el que ha detallado que la institución reunirá "una red global de científicos" que buscarán soluciones para atajar la crisis de biodiversidad que sufren actualmente los océanos.

Hablar de conservar los océanos "no es suficiente", ha explicado la defensora del agua y el océano, detallando que ya han desaparecido "el 50 por ciento de las especies".

Para "reconstruir la biodiversidad", ha avisado de la necesidad de actuar "ahora y con urgencia", puesto que "los científicos estiman que nos quedan unos diez años para evitar la pérdida del 60 por ciento de la biodiversidad marina", momento en el que se alcanzaría "un punto sin retorno".

Con el fin de darle la vuelta a esta situación, la asociación 'Océanos 2050' que preside y de la que es cofundadora está realizando varios proyectos relacionados con las granjas de algas marinas, cuyos resultados "saldrán al mercado" en los próximos meses.

"Estudiamos cómo las granjas de algas secuestran o capturan el carbono en los sedimentos que hay debajo de la granja", ha explicado, una labor fundamental para atajar "la pérdida de oxígeno, el incremento de las temperaturas o la acidificación de los océanos".

Sin embargo, ha criticado que Europa y América del Norte apenas representen el 1 por ciento de los 2 mil kilómetros cuadrados de cultivos de algas que existen hoy en día, en comparación con el 95 % que se explota en países asiáticos.

Esta falta de equilibrio la ha atribuido a que Occidente lo considera "una tecnología de pobres que no merece ser promocionada por los gobiernos", y en su lugar ha abogado por crear "un protocolo internacional" que permita extender esta fuente de "carbono azul" por todo el planeta.

Como muestra de que es posible alcanzar este consenso y "establecer una visión común", ha puesto como ejemplo el Tratado Antártico, firmado en 1959 en Washington, y que fue responsable de la protección medioambiental de la Antártida y de la conservación de la vida marina en su océano.

Alexandra Cousteau también ha puesto en evidencia el momento "afortunado" que atraviesa el movimiento ecologista actual, que gracias a las herramientas digitales tienen la capacidad de organizarse "de una forma que antes era imposible", y disponen de una tecnología innovadora que permitirá "reconstruir los arrecifes de coral con impresoras 3D", contribuyendo a la recuperación de los océanos.

La directora Liz Garbus habla durante el estreno del documental Becoming Cousteau / Foto: AFP

EL LLAMADO DE COUSTEAU

El grito de alarma por el medioambiente lanzado en los años 70 por el explorador francés Jacques-Yves Cousteau en sus documentales volvió esta semana a la gran pantalla con el estreno en la Fiesta del Cine de Roma de la película Becoming Cousteau.

Las grabaciones de Cousteau removieron las conciencias de millones de espectadores que se asomaban por primera vez al fondo marino y lo convirtieron en los últimos años de su vida en el "Capitán Planeta", como recuerda este documental de la cineasta estadounidense Liz Garbus que compite en la selección oficial del festival y se estrenará el próximo viernes en Estados Unidos.

La celebración de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, con la presencia de 170 líderes mundiales, y la firma del Protocolo de Protección Ambiental del Tratado Antártico, cuya renovación está prevista para 2048, fueron los mayores logros de Cousteau (1910-1997) en la tutela del medioambiente.

En 1979, tras la muerte de su hijo Philippe en un accidente aéreo, Cousteau se volvió más huraño y pesimista con el futuro, y decidió dedicarse hasta el final de sus días a concientizar sobre el cuidado de los océanos que tan bien conoció a bordo del barco Calypso.

En su juventud, llegó incluso a pensar en habitarlos y repetía que algún día los hombres vivirían bajo el agua.

Pero, con el paso de los años, el padre de la exploración submarina fue más consciente de que la urgencia del mar no era batir récords de inmersión o pasar semanas en el fondo marino, sino su conservación.

"La mentalidad ha cambiado", admitió en una entrevista, en la que mostró su rechazo a una escena en la que cazaban y mataban a golpes a un tiburón en su película "El mundo del silencio", que le valió la Palma de Oro del Festival de Cannes y el Óscar a mejor documental en 1956.

El espectáculo y la divulgación, una ventana submarina abierta en millones de casas de todo el mundo gracias a sus películas y series documentales, dieron paso al activismo, plasmado también en la fundación en 1973 de la Cousteau Society para la conservación de los océanos.



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