LOS AÑOS DE LA GUERRA
El 9 de marzo de 1934, en un Koljos (granja comunitaria) en la ciudad de Klúshino, nació Yuri Gagarin, el tercero de cuatro hermanos. Ahí pasó sus primeros años. En septiembre de 1941 Yuri entró a la escuela, había pasado poco tiempo desde la invasión nazi a su país, el 22 de junio, con cerca de 4 millones de soldados. Pronto la escuela cerró y las actividades cotidianas cesaron.
Cierto día, un avión cayó en Klúshino, y otro aterrizó cerca, todos corrieron a rescatar al piloto. Esa noche los pilotos soviéticos les platicaron a los aldeanos historias de la guerra. Yuri, como los otros niños, estaba impresionado con los aviones.
Semanas después, los nazis tomaron Klúshino. Por las noches los aldeanos planeaban sabotajes contra los invasores. Los niños hacían lo suyo, pinchaban los neumáticos de los carros nazis o echaban tierra a los tanques de combustible.
Para la Unión Soviética fue una guerra de supervivencia, murieron 27 millones de soviéticos, en donde más del 50% eran civiles. La familia Gagarin fue de las pocas afortunadas, pues todos sobrevivieron.
EL PRIMER VUELO
Después de la guerra, Yuri leyó "Fuera de la Tierra"; de Konstantin Tsiolkovsky, el Padre de la Cosmonáutica, y quedó impresionado. En 1955 Gagarin entró en la Escuela de la Fuerza Aérea de Chkálov, Orenburgo. Sus prácticas de vuelo eran en un Yak-18 y en un Mig-15. El 5 de octubre de 1957 apenas aterrizaba de un vuelo, su amigo Dergúnov corrió hacia él gritando: "¡Un Sputnik, un Sputnik!".
Resulta que un día antes, la Unión Soviética había lanzado el primer satélite artificial de la Tierra y un mes después voló el Sputnik 2 con la perrita Laika. La Era Espacial había iniciado.
En 1959, la sonda espacial soviética Luna 3 fotografió por primera vez el lado oculto de la Luna y emocionado, Yuri escribió a sus superiores: "Las exploraciones espaciales de la URSS necesitarán hombres para los vuelos científicos al Cosmos. Ruego considerar mi ferviente deseo y si es posible, enviarme a cursar una preparación espacial".
Esta misiva originó que Yuri y otros pilotos fueran enviados a Moscú a realizar pruebas, para después mudarse con su familia al nuevo Centro de Entrenamiento de Cosmonautas.
Los cadetes tuvieron un entrenamiento exhaustivo, pues no se sabía como les afectaría el vuelo espacial. Además, estudiaron astronomía, geofísica y medicina.
El día más esperado fue la reunión con Serguei Koroliov, el constructor en jefe de las naves, satélites y cohetes soviéticos. Y así les habló: “Me alegro de saludarles, los probadores de nuestros vehículos pilotados. Sí, hemos vivido hasta un tiempo en que el vuelo del hombre al cosmos no es una ilusión, sino una realidad. Uno de ustedes será el primero y volará en una órbita de 300 km. Prepárense, el vehículo ya existe”.
Acto seguido, visitaron el hangar con la nave cósmica. La vieron en silencio, no tenía frente o parte trasera, era una esfera con dos pequeñas ventanas. Koroliov les advirtió: “Si están dispuestos a entregar su vida por esta aventura, me decepcionarán, porque la vida es el regalo más preciado ... estamos haciendo todo para regresarlos sanos y salvos".
El 24 de enero los cadetes, a quienes ya les llamaban cosmonautas, volaron a Baikonur, en Kazajstán, el primer cosmódromo del mundo.
Ahí continuó su entrenamiento. Se creó documentación especial para acreditarlos en el cosmos. Se preparó la zona de aterrizaje y los trajes espaciales. Faltaba la decisión más difícil: elegir a un candidato de entre: Pável Popovich, Gherman Títov, Andrian Nikoláev y Yuri Gagarin. La comisión encargada escogió a Gagarin y como suplente a Títov, quien fuera el segundo cosmonauta. Antes de darles la noticia, Koroliov le explicaba a Gagarin el buen funcionamiento de la cápsula, pero lo hacia con nerviosismo, Yuri asentaba con la cabeza y terminó convenciendo a Koroliov de la confiabilidad de la nave espacial.
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12 DE ABRIL DE 1961
A las 3 a. m. del 12 de abril, Koroliov inspeccionaba el cohete. Era un misil balístico de 40 metros de alto, con 16 motores y más de 40 toneladas. A las 5:30 a. m., Kárpov despierta a Gagarin y a Títov, si es que durmieron. Por la mañana, Yuri frente a la rampa de lanzamiento da una declaración para la prensa: “Dentro de unos minutos, una potente nave cósmica me llevará a los lejanos espacios del Universo ¿que puedo decirles ahora?. Toda mi vida me parece un maravilloso instante.
Todo lo que he vivido y hecho ha sido en aras de este minuto, realizar el primer vuelo, lo que fue sueño de generaciones, abrir el camino al cosmos a la humanidad. No es una responsabilidad ante uno, es una responsabilidad ante el pueblo soviético, ante la humanidad, ante su presente y su futuro... ”.
Yuri con su vestimenta anaranjada y escafandra blanca sube en elevador hacia la cápsula espacial Vostok (oriente). Las conversaciones por radio son intensas. A las 9:07 a. m. Koroliov da la orden de encendido. Yuri se despide diciendo “¡paiéxali!” (vámonos). Todo vibra, el rugir del cohete aumenta. Pronto se desprende de la Tierra, viajando tan rápido como nadie antes, y hacia donde nadie había ido. En minutos Yuri entró al misterioso cosmos, vio lo que ningún hombre había visto, sintió la ingravidez, observó a nuestro planeta y dijo: "Veo la Tierra ¡Qué hermosa!".
108 minutos de vuelo cósmico convirtieron a Yuri Gagarin en un héroe, el primer ser humano en viajar al espacio.
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