El jueves 31 de agosto, el asteroide Florence, de cuatro a nueve kilómetros de diámetro y hasta ahora el más grande observado en la historia de la Agencia Espacial Estadounidense, NASA, pasará cerca de nuestro planeta, sin representar algún peligro.
Estará a siete millones de kilómetros de distancia, es decir, a 18.38 veces la distancia que existe entre la Tierra y la Luna. Viene del cinturón de asteroides de Neptuno.
Casi tan grande como el que generó el cráter de Chicxulub (que tenía 10 kilómetros de diámetro) y que al colisionar con la Tierra en el norte de lo que ahora es la Península de Yucatán causó la extinción de miles de especies vegetales y animales, entre ellos los dinosaurios.
“Muchos asteroides han pasado más cerca, pero han sido más pequeños”, afirmó Guadalupe Cordero Tercero, investigadora del Instituto de Geofísica (IGF) de la UNAM.
En conferencia de medios realizada en el auditorio Tlayolotl, explicó que astronómicamente estará muy cerca, pues rozará la órbita terrestre (aunque estará fuera de ella), por lo que despierta gran interés entre los científicos, que podrán observarlo con telescopios y radares. Además, su velocidad será de 13.53 kilómetros por segundo.
A la Tierra caen diariamente toneladas de material, pues hay asteroides de muchos tamaños. “Florence está dentro de los llamados ‘potencialmente peligrosos’, pues cumple con dos características: sus dimensiones son mayores a 140 metros y su distancia mínima de acercamiento es menor a 19.5 veces la distancia entre la Tierra y la Luna”.
Por su parte, Karina Elizabeth Cervantes de la Cruz, también del IGf, explicó que su cercanía y tamaño son una oportunidad valiosa para que los especialistas lo observen y analicen. “Para la ciencia es importante conocer sus propiedades espectrales (espectro de luz y colores); podremos establecer cuánto mide y cómo es su estructura”.
“Se indagará su tamaño real; detalles de la superficie, tan pequeños como de 10 metros; su topografía, rotación, textura y una determinación más exacta de su trayectoria orbital”, detalló Cervantes.
“Es un objeto que viene más allá de Neptuno, del cinturón de asteroides”, acotó en su oportunidad Marco Antonio Muñoz Gutiérrez, estudiante de posdoctorado del Instituto de Astronomía (IA). Adelantó que asteroides y cometas serán observados a partir del 2018 con los tres telescopios que formarán el proyecto TAOS II del IA, ubicados en el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) de San Pedro Mártir, en Baja California. A finales de este año se espera que inicie actividades la Red Mexicana de Detección de Meteoros, a cargo del área de Ciencias Espaciales del IGf.
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