"Dedicado a mi Padre. A 10 años".
El 23 de abril, se celebra, el Día del libro.
“El hallazgo afortunado de un buen libro, puede cambiar el destino de un alma”
Marcel Proust – Escritor francés
En 1738, nació en Brunswick-Luneburgo, hoy Hannover, Alemania; Friedrich Wilhelm Herschel. De joven, siguió los pasos de su padre y se unió a la banda de guerra, junto a su hermano Jacob.
Entre 1756 y 1763 se libró en el mundo, la guerra de los siete años. Un conflicto europeo, por el control de la región de Silasea (Polonia, R. Checa), y las colonias americanas, tanto en norteamérica como en sudamérica; una guerra mundial, en el siglo XVIII.
En 1757, Brunswick-Luneburgo luchó contra Francia. Wilhelm, de 19 años, quedó tan horrorizado de la muerte, la sangre y el sufrimiento, que no tuvo el coraje de regresar a un campo de batalla, jamás. Con apoyo de su padre, Friedrich Wilhelm y Jacob huyeron a Inglaterra. Allá, fueron informados, que se les consideraba, traidores. Y todos sabemos cuál es el castigo para ello.
Dos años después Jacob regresó a Alemania. Su hermana, Carolina, se fue con Friedrich Wilhelm, quien ya usaba la versión inglesa de su nombre, William.
William Herschel se dedicó a la música, compuso algunas sinfonías, nada malas, pero tampoco excepcionales, las cuales, se pueden escuchar en YouTube.
Herschel, tuvo la fortuna de tener como amigo, al reverendo John Michell, rector de la iglesia de Thornhill, en Yorkshire. El reverendo, platicaba sobre matemáticas, astronomía, gravitación y la construcción de lentes. Él hizo, en 1783, la primera mención de la posibilidad de los agujeros negros, años después, en 1796, haría lo propio el matemático Pierre Simon Laplace. El reverendo Michell es considerado, el padre de la sismología y de la magnetometría. Debió ser un buen conversador y Herschel, un curioso insaciable.
A la edad de 35 años, el 10 de mayo de 1773, Herschel entró en una librería. De sus búsquedas, tomó el libro, Astronomía, de James Ferguson.
Los eventos ulteriores, nos permiten imaginar que Herschel, debió estar extasiado con el pasar de las hojas de su nuevo libro.
Como un niño que no aguarda por estrenar su juguete, Herschel deseó tener un telescopio para contemplar el obscuro cielo del norte de Europa.
De las pláticas con el reverendo, Herschel sintió confianza para pulir sus propias lentes y construirse un telescopio. Y así lo hizo, mientras él pulía, su hermana Carolina, le leía pasajes de astronomía.
Sus primeras observaciones no saciaron su curiosidad y lo animaron a construir telescopios más grandes, de hecho, durante 50 años, su telescopio de 1.2 metros, fue el más poderoso de la época.
Ocho años después de la compra de su libro, la noche del 13 de marzo de 1781, desde su casa, en el 19 de la calle New King, en Bath, Somerset, Herschel observó un lucero que pensó era un cometa.
Lo escribió así: “… en un cuadrante cerca de la estrella ζ (zeta) tauri se encuentra una estrella nebulosa o tal vez un cometa”. Intrigado por la naturaleza del lucero, el 17 de marzo, escribió: “Busqué el cometa o a la estrella nebulosa y descubrí que se trata de un cometa, porque ha cambiado su posición”.
Ante la Royal Society, anunció:
“El poder de aumento (del telescopio) que tuve cuando vi por primera vez al cometa era de 227. Por experiencia sé que los diámetros de las estrellas no aumentan proporcionalmente con aumentos mayores, como (si sucede con) los planetas, por lo que ahora usando aumentos de 460 y 932, encontré que el diámetro del cometa aumentó en proporción a la potencia de aumento, como debe ser ... mientras que los diámetros de las estrellas con las que comparé no se incrementó en la misma proporción. Sin embargo, el cometa aumentó su luz más allá de lo que debería haber sido. Hay que admitir que parecía nebuloso y mal definido con estos grandes aumentos, mientras que las estrellas conservan ese brillo y distinción que después de miles de observaciones sabía que conservarían. Las observaciones han demostrado que mis suposiciones eran fundadas, está demostrando que lo observado últimamente es un cometa”.
Quien tenga experiencia con telescopios, sabe que las estrellas no aumentan sus tamaños, como si lo hacen los planetas, cometas, cúmulos o galaxias.
El astrónomo real, Nevil Maskelyne, le escribió a Herschel: “No sé cómo llamarlo. Es probable que sea un planeta normal que se mueve en una órbita casi circular al sol o un cometa moviéndose en una órbita elíptica muy excéntrica. Aún no he visto ninguna coma o cola al cometa”.
La duda de considerarlo un cometa, era compartida por otros astrónomos. Anders Johan Lexell, estando en Rusia, calculó la órbita del objeto, y descubrió que era casi circular, digna de un planeta.
En 1783, Herschel le comunicó al presidente de la Royal Society, Joseph Banks, que: “Por las observaciones de los astrónomos más eminentes de Europa, parece que la nueva estrella, que tuve el honor de señalar en marzo de 1781, es en realidad un planeta de nuestro Sistema Solar”.
Un año antes, el mismo Banks, convencido de la idea del planeta, propuso llamarlo Urano, en honor al dios griego de los cielos, Ouranus, y padre de Cronos (Saturno). Siguiendo la tradición mitológica, Banks argumentó que semejante nombre era adecuado, ya que Urano es el patriarca de la primera generación de Titanes.
El descubrimiento de Urano, llevó al descubrimiento de Neptuno. Una aventura estelar, que inició el día que Herschel abrió un libro.
Los niños deberían estar leyendo libros, que les cambien el destino, y no escuchando ritmos de dudosa reputación. Abra un libro, y deje fluir la imaginación, quién sabe a dónde lo llevará.
german@astropuebla.org