Artículo No. 1168
Recientes estudios sugieren la posible existencia de un planeta, más allá de Neptuno, de 2 a 4 veces el tamaño de la Tierra, y 10 veces su masa. De ser un planeta rocoso, sería una supertierra, de ser gaseoso, un minineptuno.
LOS TRANSNEPTUNIANOS
Desde el descubrimiento de Neptuno en 1846, ciertas irregularidades en su órbita sugirieron la existencia de un planeta que lo perturbara. Este planeta fue llamado el planeta X, y es buscado desde el siglo XIX. El descubrimiento de Plutón, en 1930, pareció poner fin a la búsqueda del planeta X. Sin embargo, el tamaño, la masa y la órbita de Plutón, no podrían causar las irregularidades de Neptuno, y la búsqueda del planeta X continuó.
En 2006, l’Unión Astronomique Internationale, UAI, creo una nueva definición de planeta, en donde Plutón perdió su estatus, para entrar en una nueva categoría, la de los planetas enanos. De pronto, muchos de los objetos descubiertos en las últimas décadas, más allá de Plutón, engrosaron la lista de los planetas enanos.
Al mismo tiempo, más investigaciones sobre los planetas enanos fueron descubriendo que varios transneptunianos (objetos más allá de Neptuno) presentaban órbitas inusuales, que solo podrían explicarse con la existencia de un gigantesco planeta lejano. Varios astrónomos, como Scott Sheppard, Chadwick Trujillo, Carlos y Raul de la Fuente Marcos, apoyaron esta hipótesis.
Para 2016, Michael Brown y Konstantin Batygin, deseaban demostrar que no podría existir un planeta gigante más allá de Neptuno. Para lograrlo, estudiaron la órbita de seis transneptunianos.
Y ocurrió lo opuesto.
Observaron que las órbitas de los seis transneptunianos, presentaban casi la misma inclinación, respecto al plano formado por los demás planetas del Sistema Solar.
Además, estos seis objetos, tienen órbitas muy elípticas o muy alargadas. Al ser elíptica la órbita, una parte de ella está más cercana al Sol, llamada perihelio, y otra más alejada, afelio. Aunque claro, el perihelio de los transneptunianos, es una distancia mayor que la distancia entre el Sol y Plutón.
Lo que nadie esperaba, fue que los perihelios de los seis objetos estudiados, ocurrieran en el mismo punto del espacio. Es decir, del mismo lado del Sol.
La probabilidad de que estas peculiaridades orbitales sean una casualidad, resultó del 0.007 %. Lo que deja un 99 % de probabilidad para que la causa sea otra.
LAS HIPÓTESIS
Una posibilidad, es que las órbitas sean perturbadas por una estrella enana marrón compañera del Sol, más lejos de lo que se encuentra Plutón.
La supuesta estrella nunca se ha observado, y no hay registros en infrarrojo de su presencia, por lo que se puede afirmar, que no existe.
La otra hipótesis, es considerar la existencia de un lejano planeta. Los diferentes modelos matemáticos, mostraron que un planeta de 5 a 10 veces la masa de la Tierra, a 20 veces la distancia que existe entre el Sol y Neptuno, perturbaría las órbitas de los transneptunianos, como se han observado.
Al hipotético planeta, se le bautizó como, el planeta nueve.
Varios estudios de las órbitas de otros transneptunianos, solo vinieron a fortalecer la existencia del planeta nueve.
Para ubicar al nuevo planeta, los astrónomos estudiaron las resonancias planetarias. Esto es: Neptuno se encuentra en resonancia con Plutón, de 3:2. Es decir, que por cada tres vueltas que da Neptuno al Sol, Plutón da dos. Así, puede deducirse la existencia de un planeta, calculando la resonancia con otro. Se encontró que el planeta enano Sedna (uno de los seis transneptunianos estudiados), estaría en resonancia 3:2 con el planeta nueve, y que los otros cinco transneptunianos, andarían en resonancia de 5:1, 4:1 o 3:1.
También, mientras la sonda Cassini de la NASA, orbitaba a Saturno, trató de medir la influencia gravitacional del planeta nueve sobre Saturno; si se hubiera encontrado en la misma región que Saturno, visto desde la Tierra, pero muy alejado. Sin embargo, no detectó nada. Lo que significa, que, o no estaba ahí el planeta nueve, o su masa y tamaño son menores a lo propuesto, o no existe.
Mientras unos astrónomos buscan al planeta nueve en el cielo, otros calculan que su brillo sería de magnitud 23, al alcance del Telescopio Hubble, que observa hasta magnitud 30. Es probable que el planeta nueve se encuentre en algunos archivos fotográficos, y ahí lo están buscando.
La magnitud es la medida del brillo de una estrella. Nosotros observamos hasta magnitud 6, con un cielo obscuro y fuera de la ciudad. Para magnitudes de 7, 8, 9 o mayores, se requiere de telescopios y cada vez, más potentes.
Otra posibilidad, es que en los millones de años de existir nuestro Sistema Solar, los astrónomos observaron las casualidades orbitales de los transneptunianos, en un momento en que se dieron por azar. Aun así, calculan que el planeta nueve tiene un 98 % de existir.
Pero no todos creen que pueda existir este planeta. La astrónoma Ann Marie Madigan, propuso que las perturbaciones orbitales serían causadas por la gravedad colectiva de varios transneptunianos cercanos a los estudiados, ubicados en una región llamada, Cinturón de Kuiper.
Por ahora, no se puede asegurar la existencia del planeta nueve. Se cree que de existir, se observaría antes de 2030. De descubrirlo, nuestro Sistema Solar volvería a nueve planetas. Algo que ocurrió con Plutón, pero también sucedió en el siglo XIX, con otro supuesto planeta. Historia, que conoceremos en nuestro siguiente artículo. german@astropuebla.org