Las personas admiten tomar menos por temor a las consecuencias a corto plazo como la cruda, la vergüenza por su comportamiento durante la borrachera y la ansiedad, que por una reflexión sobre los daños que puede acarrear a la salud el excederse con las copas.
Así lo reveló la Universidad de Oxford en el Reino Unido, que vía uno de sus portales de divulgación publicó que los colegas psicólogos de la Headington University descubrieron tras una encuesta realizada para analizar políticas públicas con respecto al consumo de alcohol que las personas admiten tomar menos por temor a las consecuencia.
Estos resultados, que fueron publicados en el diario Psychology & Health, resultaron ser colaterales y dejó ver otra preocupación de los investigadores:
"Esto demuestra que una falta de conexión entre conceptos médicos del riesgo y las experiencias que las personas argumentan sobre su reducción al beber". Es decir, los especialistas están preocupados porque la gente este bajándole a la bebida pero por temores relacionados con los estridentes efectos inmediatos y no temores más relacionados con males que provoca a largo plazo y que tienen que ver con la salud.
Más aún, los sondeos realizados permitieron ver que menos del 2% de los participantes aseguraron prestar alguna atención a los lineamientos oficiales cuando deciden qué tanto es demasiado alcohol.
"Podemos ver el reto que es para la sociedad encontrar una forma de incorporar los crecientes y robustos hallazgos médicos alrededor de los peligros del consumo de alcohol en las experiencias reales de las personas que toman", asegura la Doctora Emma Davies, catedrática de Psicología en Oxford Brooks.
La especialista añadió: "Los tomadores generan sus propios parámetros para lo que es un nivel adecuado para beber, que no están basados en guías expertas", dado lo cual, habría que empezar a promover con mayor empeño los riesgos a largo plazo para buscar desincentivar el abuso en el consumo de sustancias alcoholicas.