Como occidentalizados estamos rodeados de una gama de olores y fragancias que nos ofrecen en tiendas de servicio o simplemente estamos acostumbrados a los olores d nuestra vida cotidiana, como el smog y la contaminación.
Pese a ello, los científicos siempre se han preguntado si la percepción del mundo de los olores es diferente para otras culturas no occidentalizadas. Recientemente se realizó un estudio experimental teniendo en cuenta tres factores: a) procedencia del individuo no fuera de un lugar industrial; b) tradiciones culturales de la persona, y c) estilo de vida. La elección se hizo pensando en que nosotros estamos acostumbrados a olores en el ambiente a los que no están acostumbrados algunos pueblos no industrializados, como los grupos cazadores-recolectores, o que se dedican a la agricultura.
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Para la realización del estudio se seleccionaron diez olores y los clasificaron en una escala de agradable-desagradable. Después fueron seleccionados 225 individuos de diferentes culturas, que, mediante dispensadores de olores, iban acomodando los olores que les agradaban o no.
Los primeros hallazgos mostraron que la procedencia de la persona no incidía en la elección de un olor como el más agradable, se creía que la clasificación de olores dentro de las tradiciones culturales del individuo determinaba en cierta medida lo que olía agradable y lo que no, sin embargo, la elección de los individuos, aunque de diferentes matrices culturales, se centró en un olor en común: la vainilla.
Esto resultó interesante para los científicos ya que, gracias a este experimento, se dieron cuenta de que el factor cultural incidía muy poco en la clasificación de los olores.
¿Qué es más relevante, la decisión de la persona o sus tradiciones culturales?
El siguiente paso fue relacionar la cultura con la decisión individual de las personas. Con el experimento se mostró que la procedencia incidía muy poco en la clasificación de olores.
“Encontramos que la cultura solo explicaba el 6 % de la varianza, mientras que el 54 % se debía a la variabilidad individual, a su vez, la identidad odorante explicó el 41% de la variación en las clasificaciones”, señala el estudio
¿Que demuestra esto? Que la cultura impulsa la preferencia por determinado olor, pero que el resto se explica por la elección individual independientemente de la clasificación cultural de olores de donde provenga, así como su estilo de subsistencia, y la ecología de su hogar.
Los datos demostraron que el olor preferido fue la vainilla y el menos favorecido fue el ácido isovalérico, presente en lácteos y jugo de manzana. Este estudio se realizó en complemento con un estudio anterior con habitantes de zonas urbanas de Nueva York, los cuales clasificaron 476 olores en agradables o desagradable.
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“Críticamente, mostramos que existe una base universal de percepción olfativa compartida entre todas las personas”,señalan las conclusiones del estudio. Este resultado se hace teniendo en cuenta que la elección de las personas determina en mayor medida su elección de olores que su procedencia cultural.
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