Las madres, estrellas que brillan

Aunque las mamás brillan con luz propia, hay historias que se escriben en las estrellas

  · domingo 5 de mayo de 2019

Foto: Especial

Germán Martínez Gordillo

Sociedad Astronómica de Puebla Germán Martínez Hidalgo A.C.

german@astropuebla.org

Artículo No. 1172

Mitología

Artemisa tenía su corte de ninfas, quienes juraron un voto de castidad. En una ocasión, Zeus vio a la ninfa Calisto bañarse en un río. Para acercarse y ser aceptado, copió la figura de Apollo. De aquella unión, Calisto quedó embarazada.

Semanas después, Artemisa, bajó al río con su séquito, y encontró a Calisto embarazada, le reclamó el haber roto sus votos, y la expulsó de la corte.

Llegado el momento, Calisto dio a luz a un varón, de nombre Arkas.

Al enterarse Hera, la celosa esposa de Zeus, de la infidelidad, decidió castigar a la inocente Calisto. La convirtió en osa para alejarla de Zeus. Otra versión dice que Zeus la convirtió en osa, para ocultarla de su esposa.

Años después, siendo Arkas un joven cazador, divisó en el bosque a la osa y la siguió para darle cacería. Zeus se enteró de la tragedia por venir, y bajó a contarle a Arkas la verdad sobre su madre.

Para protegerla de los cazadores, Zeus la colocó en el cielo como la Osa Mayor, y para acompañarla, subió a Arkas, como la Osa Menor.

La presuntuosa

Cassiopeia, era la hermosa esposa de Cefeo, rey de Jopa, reino ubicado a veces en Etiopía, y otras veces en la actual Yafo - Tel Aviv. Ellos tenían una bella hija, llamada Andrómeda.

Cassiopeia presumía su belleza sobre las nereidas, hijas de Nereo, sabio del mar. En otra versión presumía la belleza de Andrómeda. Entre las nereidas estaba Anfitrite, esposa de Poseidón (Neptuno). Las nereidas, ofendidas por Cassiopeia, le pidieron a Poseidón la castigara.

El dios de los mares envío al monstruo Cetus, la ballena, a destruir el reino de Cefeo y Cassiopeia. El oráculo de Amón le informó a Cefeeo, que sacrificando a Andrómeda ante Cetus, el reino se salvaría. Con tristeza, lo aceptaron. Encadenaron a Andrómeda a una roca, quien quedó a la espera de su fatal destino.

Entonces, volaba de regreso Perseo, usando los zapatos de Hermes. Él venía de matar a la Medusa. Al ver a Andrómeda se enamoró de ella, y ofreció acabar con Cetus a cambio de desposarla. Petición que fue aceptada. Perseo se enfrentó a Cetus, con una enorme ventaja, en su saco traía la cabeza de la Medusa, quien convertía en piedra a quien la viese a sus ojos, error que cometió Cetus, al caer petrificado, dio origen a los corales. Cefeo y Cassiopeia no cumplieron de inmediato su promesa, pero esa es otra historia. Al final, Perseo y Andrómeda se casaron, tuvieron varios hijos, los perseidas, siendo uno de ellos, Perses, padre de los persas, los actuales iraníes.

Pero fuera de las mitologías, también hay mamás entre las estrellas.

La madre del cosmonauta

En 1960 Anna Gagarina, llevaba una vida rural en una granja comunitaria, en Klúsiho. Rusia. Su vicio era la lectura. En aquel año, su hijo Yuri participaba en un proyecto secreto. Gacarin, como los demás cosmonautas, no podía informar de qué iba el asunto, se presentaba como piloto de pruebas de nuevos aviones. Nada en el mundo hacía pensar que se entrenaba para salir del planeta Tierra, imposible imaginarlo ¡nunca nadie lo había hecho!

El 12 de abril de 1961, mientras Yuri Gagarin subía al cohete Zemiorka y se disponía a partir al cosmos, su madre, a cientos kilómetros, tendía ropa recién lavada. Su tranquilo día fue roto, cuando su vecina llegó agitada, ¡es Yuri! ¡es Yuri! Anna se asustó, temiendo lo peor, pero le informaron que la radio decía que se estaba llevando a cabo el primer vuelo tripulado al cosmos, y que la nave espacial era pilotada por Yuri Gagarin. El padre pensó que debía ser otro con el mismo nombre. Encendieron la televisión y vieron la importante noticia. Su hijo estaba en el cosmos. Su calle se llenó de los vecinos que visitaron a la familia Gagarin. Aquel día, Anna se convirtió en la madre del primer cosmonauta.

Mamá en el espacio

En 1978 la físico química Anna Lee Fisher de Estados Unidos, entró al primer grupo de mujeres astronautas de la NASA. Para entonces, solo había volado al cosmos, Valentina Tereshkova, de la URSS, en 1964.

Anna Lee Fisher aprendió a usar el brazo robot CANADARM, se preparó para las actividades extravehiculares. Revisó el software del despegue, vuelo y regreso del transbordador. Evaluó y supervisó varias misiones espaciales.

Ella estaba casada con el astronauta William Frederick Fisher. Y en 1983, dio a luz a su hija, Kristin Anne. Para el día de su misión espacial, en 1984, Anna Lee Fisher se convirtió en la sexta mujer en el espacio y la primera mamá en llegar a la órbita terrestre. Desde entonces otras mujeres con el don de la maternidad han viajado al cosmos.

Antes se pensaba que el cuerpo de la mujer otorga una protección extra a sus órganos reproductores, por no estar expuestos. Lo que es falso, hoy sabemos que el cuerpo de la mujer está expuesto a la peligrosidad de la radiación en el espacio y podría perder su capacidad de procrear. Es por eso que China, previendo un daño, solicita a las candidatas a taikonautas, el ya ser madres.

Mamá de la era espacial

Por último, si usted, como madre, utiliza las nuevas tecnologías, teléfonos celulares, tabletas, el rastreo GPS/GLONASS, internet, el horno de microondas, la televisión vía satélite, termómetros electrónicos, nuevos medicamentos, si ha sufrido alguna intervención quirúrgica no invasiva, o si ha comprado pañales absorbentes, puede considerarse una mamá de la era espacial. ¡Muchas felicidades! Y en especial a mi madre, Marlene.