El hombre del Renacimiento, Leonardo Da Vinci, nació el 15 de abril de 1452, hace 570 años, y murió el 2 de mayo de 1519. Leonardo encarna el interés y la curiosidad por saber. Tuvo el genio de imaginar y dejar constancia de ello, en detallados dibujos y esquemas.
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Leonardo Da Vinci es conocido por sus pinturas: La Última Cena, La Mona Lisa, La Virgen, El Niño Jesús y Santa Ana, La Virgen de las Rocas o La Dama del Armiño, entre varias más. Sin olvidar las propuestas de inventos como el paracaídas, el submarino, el tanque militar, el helicóptero, el avión, la calculadora. O sus excelentes esquemas anatómicos y fisiológicos como El Hombre de Vitruvio. Además, propuso la existencia de las placas tectónicas, ciencia que se desarrolló hasta los años 70 del siglo pasado.
Leonardo, con su gran imaginación e ímpetu por saber, incursionó en la astronomía, en donde resolvió un misterio de la Luna, describió al Sol y podría decirse que inventó el telescopio.
EL SOL
Leonardo Da Vinci tuvo interesantes comentarios sobre el Sol, aunque no todos correctos, si logró descripciones memorables. Por ejemplo, Leonardo escribió: "El Sol tiene sustancia, forma, movimiento, resplandor, calor, poder generativo y esas cualidades emanan de sí mismo sin disminuir". Y continua: "Algunos dicen que el Sol no es caliente porque no tiene el color del fuego, sino que es pálido y claro. Podemos decir que el bronce fundido en su punto de máximo calor, se parece más al Sol en color, y cuando disminuye el calor, se parece más al color del fuego".
Hoy sabemos que el Sol, como cualquier otra estrella, no es eterno, aunque su periodo de vida es enorme, al menos para los seres humanos, ya que durante miles de generaciones, el Sol nos parece inmutable.
LUZ CENICIENTA
La gran imaginación de Leonardo lo llevó a soñar en cómo veríamos a la Tierra desde la Luna. Y así resolvió un misterio.
Vio a la Luna y a la Tierra como objetos similares, en una época en donde se consideraba que el centro moral, intelectual y físico era la Tierra y todo lo demás giraba a su alrededor. Él imaginó cómo veríamos a la Tierra de encontrarnos en la Luna, y lo escribió así: "Si estuviéramos en la Luna... la Tierra se vería con el mismo efecto que la Luna". Se dio cuenta que desde la Luna, la Tierra presentaría fases como las de la Luna.
Recordemos que sus fases se deben a la posición de la Luna alrededor de la Tierra, desde donde vemos una parte iluminada y una parte no iluminada, el cuarto menguante y creciente; o cuando vemos a toda la Luna iluminada, luna llena; o cuando no la vemos, cuando la parte no iluminada está hacia la Tierra, la luna nueva.
Leonardo dedujo que la Luna refleja la luz del Sol e imaginó que la Tierra también debería reflejar la luz del Sol. Tal vez él no lo sabía, pero desde el año 510 d. C. el astrónomo indio Aryabhata había deducido que la Luna y otros astros no poseen luz propia, sino que la reflejan del Sol.
A inicios del siglo XVI Leonardo notó que cuando la Luna se encuentra cerca de la fase de Luna Nueva, días antes o después de esta fase, la parte iluminada de la Luna es pequeña y no deslumbra. Es en ese momento cuando es posible divisar en la obscuridad de la noche el resto de la Luna, la parte no iluminada.
Se preguntó, de dónde venía la luz tenue que apenas ilumina la parte obscura de la Luna, cuando el Sol está iluminando el lado opuesto.
Gracias a su imaginación, Leonardo se dio cuenta que el único objeto ubicado del lado obscuro de la Luna, en Luna Nueva o en días cercanos a esta fase, era la Tierra, y si la Tierra también refleja la luz del Sol, entonces la luz que ilumina la parte obscura de la Luna debería ser luz del Sol reflejada en la Tierra.
A esta luz que ilumina la parte obscura de la Luna se le llama: Luz Cenicienta o el Brillo de Da Vinci.
EL TELESCOPIO
Sabemos que en 1609, Galileo Galilei se enteró que en Holanda, Hans Lippershey, fabricante de lentes, había construido un tubo óptico para ver cosas lejanas. Aunque las imágenes no eran óptimas. Galileo se interesó y construyó su propio tubo óptico y obtuvo mejores imágenes que Lippershey. Galileo lo utilizó para la astronomía e inauguró la astronomía moderna. Ya que hasta entonces la astronomía solo calculaba la posición de los astros en el cielo y, con el telescopio, inició el estudio de la composición de los mismos astros.
Sin embargo, décadas antes de Lippershey y Galileo, Leonardo Da Vinci tuvo en sus manos algunas lentes, su interés por la Luna lo llevó a pensar en utilizarlas para estudiar a nuestro satélite natural. Leonardo describió en su cuaderno cómo construir un tubo con lentes, sus dimensiones y el grosor de las lentes, pero al parecer, nunca lo construyó.
Leonardo Da Vinci es el claro ejemplo del interés y sobre todo de dejar constancia de todo lo que por su mente cruzó. Su gran ingenio nos lleva a imaginar un mundo diferente, de lo que mucho gozamos hoy. Para Leonardo, "el placer más notable, es el júbilo de aprender".
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