El Premio Nobel de Medicina 2024 reconoció el trabajo que comenzaron hace tres décadas los científicos estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun, quienes descubrieron el microARN, que son moléculas diminutas que desempeñan un papel clave en la regulación de los genes.
Victor Ambros, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, y Gary Ruvkun, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts, iniciaron sus estudios sobre la regulación de actividad de los genes en 1980, cuando coincidieron como estudiantes de postdoctorado en el laboratorio de Robert Horvitz (ganador del Nobel de Medicina en 2022).
En el laboratorio, ambos científicos se dedicaron a estudiar al C.elegans, un gusano redondo de 1 milímetro con varios tipos de células especializadas que les ayudó a explicar cómo se desarrollan y cambian los tejidos de organismos multicelulares. Sus primeros hallazgos fueron publicados en 1993 en la revista Cell, indica el Premio Nobel.
Sin embargo, el hallazgo pasó desapercibido pues la comunidad científica durante varios años pensó que el mecanismo de regulación genética era una característica particular del gusano C. elegans, hasta que en el año 2000 se comenzaron a identificar cientos de microARN diferentes y se supo a través de más investigaciones “que la regulación genética por microARN es universal entre los organismos multicelulares”.
Los microARN están demostrando ser fundamentalmente importantes para el desarrollo y el funcionamiento de los organismosComité Nobel al reconocer a Victor Ambros y Gary Ruvkun 31 años después.
¿Qué es el microARN?
El microARN es una molécula de ARN (ácido ribonucleico) más corta que otros ARN conocidos y que no codifica proteínas, sino que regula la expresión genética a nivel postranscripcional, es decir, que bloquea las secuencias específicas del ARN mensaje en las células y están implicados en la regulación de varios procesos biológicos, señala la Revista de Osteoporosis y Metabolismo Mineral.
Dicho mecanismo postranscripcional permite con precisión que las células controlan qué genes se activan y en qué momento lo hacen, lo cual es fundamental para mantener el equilibrio de distintas funciones celulares. Si la capacidad de control de la expresión génica, las células de un organismo serían idénticas y las formas de vida complejas o su evolución se verían detenidas.
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Al profundizar en la investigación, los investigadores también descubrieron que sin microARN las células y los tejidos no se desarrollan normal, y si no existe un desarrollo anómalo puede contribuir al cáncer e incluso causar “afecciones como pérdida de audición congénita y trastornos oculares y esqueléticos”, señala el sitio del Premio Nobel.