Día del asteroide: qué le pasa al cuerpo celeste cuando impacta en la Tierra

Cada 30 de junio se celebra el Día del Asteroide, con la finalidad de educar sobre su peligrosidad y la defensa de la Tierra ante una colisión

Germán Martínez Gordillo / Sociedad Astronómica de Puebla Germán Martínez Hidalgo A. C.

  · viernes 28 de junio de 2024

Caída de un asteroide. Foto: Pixabay.

El Día del Asteroide se celebra el 30 de junio de cada año, establecido por las Naciones Unidas con el fin de educar sobre estos, su papel en la formación del Sistema Solar, su peligrosidad y la defensa de la Tierra ante la colisión de un asteroide o cometa.

Que el 30 de junio sea el Día del Asteroide no es arbitrario, sino que conmemora la fecha del más reciente impacto de un asteroide, o cometa, contra nuestro planeta.

Tunguska, el asteroide del que desde 1908 no se encuentran rastros

La mañana del 30 de junio de 1908, sobre la región de Krasnoyarsk en Siberia, Rusia, cerca del río Podkamennaya Tunguska, ocurrió una explosión como no se había visto en la era moderna. Aunque al igual que ahora, es un área poco poblada, se sospecha de la muerte de al menos tres personas por el impacto del asteroide, denominado Tunguska, con la Tierra.

La caída de un asteroide. Foto: Pixabay

El área destruida abarca 2 mil 150 km, ¡tan grande como Tokyo!, en donde cayeron hasta 80 millones de árboles, todos tumbados en la misma dirección. Ante ello, varios sismógrafos, incluso de lugares lejanos como Londres, Inglaterra, registraron las vibraciones de la explosión.

En aquel momento, el Imperio Ruso atravesaba dificultades y no fue posible enviar una expedición al lugar, pues la zona es de difícil acceso. Donde cayó el asteroide es una zona ubicada a 3 mil 600 km de la entonces capital del Imperio Ruso, San Petersburgo; en una distancia similar entre la Ciudad de México y Caracas, Venezuela.

La primera expedición científica se realizó hasta 1921, bajo el nuevo gobierno soviético. Al frente de la expedición se encontraba el experto en mineralogía Leonid Alekseyevich Kulik y el geólogo Piotr Ludovikovich Drávert. Los expedicionarios tomaron las primeras fotografías de la zona devastada, aún fue posible observar los enormes campos con miles y miles de árboles tumbados.

Cientos de árboles tumbados en Tunguska, Rusia, tras la caída del asteroide. Foto: Leonid Kulik (1929).


Las mejores explicaciones de lo sucedido aquella mañana, hablan sobre la caída de un enorme cometa o asteroide.

Varias expediciones científicas han buscado un cráter que delate el lugar de caída, pero no se ha encontrado. Esto sería explicado si el objeto explotó en la atmósfera o rebotó y aún se encuentra en el espacio. Se calcula que el asteroide medía de 100 a 200 metros, viajando a 20 km/s (72 mil km/h). La explosión liberó una energía equivalente a mil bombas atómicas, como la de Hiroshima en 1945.

La colisión contra nuestro planeta de un asteroide o cometa es una posibilidad real, algo que ya ha sucedido. Hace 65 millones de años, un asteroide de 10 km acabó con los dinosaurios. De repetirse, sería un destino apocalíptico que destruiría nuestra civilización. El último aliento de la humanidad puede estar escrito en alguna lejana y fría roca en el espacio.

El asteroide que terminó con los dinosaurios. Foto: Pixabay

Pero no todo está escrito.

La colisión contra un cometa o asteroide es un evento predecible y puede haber tiempo para planear.

¿Qué protege a la Tierra de los asteroides?

Lejos, en los confines del Sistema Solar, tenemos buenos guardianes que nos protegen de colisiones cósmicas. Los planetas gigantes como Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, pueden desviar o capturar algún asteroide o cometa que se dirija a la Tierra. Puede que ya haya sucedido.

En menor medida, los planetas pequeños y la Luna también podrían obstaculizar el trayecto de un asteroide o cometa peligroso. La última defensa natural es nuestra atmósfera que destruye muchos objetos que chocan contra la Tierra.

Pero cuando esto no es suficiente ¿Cómo defenderíamos a la Tierra de la colisión de un asteroide o cometa?

Yasuaki Yamashita, sobreviviente de Nagasaki. Fotos: INAH y Wikimedia Commons

Si estuviera en sus manos, ¿le enviaría una bomba atómica para destruirlo? Si la respuesta es sí, tal vez deba pensarlo mejor.

Destruir un asteroide o cometa con una bomba atómica o termonuclear (de hidrógeno), no puede ser una buena idea. Con ello, en lugar de tener un objeto enorme en ruta de colisión, tendríamos decenas o cientos de piedras cayendo en nuestro planeta, conforme la Tierra rote. Solo por recordar, el meteorito de Chelyabinsk, Rusia, de 2013, medía 19 metros y explotó con una energía de 20 a 30 bombas atómicas como la de Hiroshima, solo que explotó a 20 km de altura y la bomba de 1945 lo hizo a 600 metros.

¿Cómo salvar a la Tierra de un asteroide de forma segura?

Destruir un asteroide con una bomba atómica no parece ser una buena solución. Una mejor idea, teniendo tiempo suficiente, sería desviar al objeto, enviándole una nave espacial que lo colisione.

Esto ya se probó en un asteroide no peligroso. El 26 de septiembre de 2022, la NASA estrelló la nave espacial DART contra la luna Dimorphos que orbita al asteroide Didymos, para desviarlo, y lo logró.

Dart rumbo a Dimorphos. Foto: Johns Hopkins / NASA y Steven Gribben / APL


Lo importante es tener el tiempo suficiente para planear la defensa, construir la nave y enviarla al espacio. Por eso es necesario buscar y rastrear a los asteroides y cometas. Por ejemplo, el 15 de septiembre del año 4479 podría chocar contra la Tierra el cometa Swift-Tuttle de 26 km de diámetro. Hay tiempo de sobra.

Otra opción, de tener tiempo, es enviar al espacio un tractor gravitacional, una nave espacial con la masa suficiente, que al colocarla cerca de un cometa o asteroide, causaría empujes gravitacionales que lo desviaría.

Tractor gravitacional, el cual podría desviar un asteroide para que no colisione en la Tierra. Foto: Neoshield.eu


De tener poco tiempo, pero lo suficiente para que un cohete alcance al asteroide o cometa, sería enviarle una o varias bombas atómicas o termonucleares para detonarlas cerca del objeto y que la onda expansiva lo desvíe.

En este caso, sería útil tener estas armas en planetas o lunas, listas para entrar en acción.

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La defensa de la Tierra es posible. México participa en proyectos internacionales de rastreo de asteroides peligrosos, pero hace falta más gente. Si algún niño o joven desea defender a la Tierra, deberá estudiar ciencias y especializare en asteroides.