Demoró siete mil millones de años luz en revelarse a la ciencia: un nuevo tipo de agujero negro masivo, fruto de la fusión de dos agujeros negros, fue observado directamente por primera vez gracias a las ondas gravitacionales, un hallazgo clave para la comprensión del universo.
Los científicos que operan los detectores LIGO y Virgo anunciaron haber detectado la mayor fuente de ondas gravitacionales registrada hasta ahora y admitieron que su hallazgo genera en realidad más preguntas que respuestas.
Así lo consideró Alan Weinstein, miembro de LIGO (siglas en inglés de Observatorio de ondas Gravitacionales por Interferometría Láser) y profesor de física en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), al presentar el hallazgo. Una onda gravitacional es una onda invisible que se desplaza a la velocidad de la luz.
Albert Einstein postuló su existencia ya en 1915, como parte de la teoría de la relatividad general, pero el fenómeno solo se detectó experimentalmente en 2015 precisamente a través de LIGO. "¡Es una puerta que se abre sobre un nuevo paisaje cósmico! ¡Todo un mundo nuevo!", se felicitó en rueda de prensa Stavros Katsanevas, director de Virgo.
Se trata de la primera prueba directa de la existencia de agujeros negros de masa intermedia (entre 100 y 100 mil veces más masivos que el Sol) y podría explicar enigmas de la cosmología, esto es, la formación de estos objetos masivos presentes en varias galaxias, incluida la Vía Láctea.
El misterioso objeto llamado "GW190521" es probablemente resultado de la fusión de dos agujeros negros. Tiene una masa 142 veces superior a la del Sol y es el agujero negro más masivo jamás detectado por las ondas gravitacionales (los supermasivos, millones de veces mayores, son detectados de otra forma).
Predecidas por Albert Einstein en 1915 en su teoría de la relatividad general y observadas directamente un siglo más tarde, las ondas gravitacionales son deformaciones ínfimas del espacio-tiempo, parecidas a las ondulaciones del agua en la superficie de un estanque. Nacen bajo el efecto de fenómenos cósmicos violentos, como la fusión de dos agujeros negros que emite una cantidad de energía fenomenal.
La onda gravitacional de GW190521 es el agujero negro más distante y por tanto más antiguo jamás descubierto. La señal fue registrada el 21 de mayo de 2019 por los instrumentos estadounidense Ligo y europeo Virgo, que atraparon así "su mayor presa" de sus recientes "cacerías".
Hasta ahora, solo se contaba con pruebas indirectas mediante observaciones electromagnéticas que presagiaban la existencia de esta población de agujeros negros intermedios. Más pesados que los agujeros negros resultado del hundimiento de estrellas, pero más ligeros que los supermasivos, podrían ser "la clave de uno de los enigmas de la astrofísica y cosmología: el origen de los agujeros negros supermasivos", según el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia.
Otro fenómeno que intriga es el origen de los dos agujeros negros que se fusionaron. En todo caso eso es algo que pondría en cuestión parte de las teorías vigentes de la evolución estelar que podrían tener que ser reescritas por el hecho de que ambos agujeros de esas dimensiones abre la puerta a más preguntas sobre el cosmos.
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