El reciente asesinato de dos sacerdotes jesuitas ha conmocionado a la sociedad mexicana que con frecuencia se ve inmersa en un ambiente de hostilidad y violencia, por tanto, es precisó recordar la ardua labor que misiones como los jesuitas llevan día a día con comunidades que se encuentran descuidadas por el Estado mexicano.
La Compañía de Jesús es una Orden religiosa que forma parte de la Iglesia Católica y que fue fundada por San Ignacio de Loyola en 1534. La Orden tiene más de 475 años en funcionamiento y miles de jesuitas han sido enviados a todos los rincones del mundo para esparcir el credo de la Iglesia Católica.
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¿Quién era San Ignacio de Loyola?
Loyola nació en una familia acomodada de Azpetia, comunidad vasca ubicada en la península española. Cuando era pequeño siempre tuvo anhelos caballerescos y el deseo de casarse con una dama de la Corte, sin embargo, una bala en de cañón destrozó una de sus piernas y acabó con sus sueños de ser noble.
Durante el abatimiento, encontró consuelo en libros sobre la vida de los santos y la vida de Cristo, el impacto fue tanto en su vida que decidió, a partir de ese momento de dicar su vida por completo a Dios.
Al recuperase salió de su casa, cual peregrino, y recorrió diversos lugares, lo cual quedo plasmando en una de sus obras más conocidas, Ejercicios Espirituales, una obra enfocada en la “meditación” y “encontrar la voluntad de Dios”.
Fue en París donde se le unieron compañeros y fundó la Compañía de Jesús en 1534. Parte de su vida puede verse en los murales del Museo del Virreinato ubicado en Tepotzotlán, Estado de México.
¿Cuándo llegaron y cómo vivían los jesuitas?
La Compañía de Jesús se estableció en 1591 en pequeños poblados a las afueras de los pueblos de Sonora donde vivían los mayos, yaquis, ópatas, rarámuris y tepehuanes. A lo largo de un siglo, los jesuitas avanzaron hacia el norte llegando casi hasta la parte sur del actual estado de Arizona. En 1697 iniciaron labores en Baja California y en 1721, Nayarit, señala el historiador Bernd Hausberger.
El proyecto de los jesuitas consistía en una transformación profunda de la vida social y cultural de los indígenas que tenían a cargo, teniendo como principios básicos la piedad, la modestia, la obediencia,disciplina y el trabajo en comunidad.
Sin embargo, los esfuerzos de los jesuitas muchas veces no proliferaron, esto se explica a partir de los prejuicios que se habían hecho los sacerdotes sobre los indios, sobre el funcionamiento de su cultura y tratar de cambiar su estilo de vida.
Así mismo chocaban en la manera de resolver los problemas entre ellos, mientras que los jesuitas buscaban resolver querellas mediante la instancias coloniales, los indígenas instaban a rebeliones, lo que causaba conflicto en la comunidad.
A pesar de ello, señala Hausberger, los jesuitas eran de los grupos mejor formados de la Iglesia Católica, muestra de ellos es el historiador e intelectual jesuita, Francisco Javier Clavijero.
Los jesuitas se organizaban en comunidad misioneras donde todos los días tenían que decir misa, celebrar matrimonios, bautizar infantes o confesar a gente que agonizaba; esto no se aplicaba sólo los indígenas, también iba para los españoles, por tanto, era un oficio muy demandante.
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En los testimonios pueden verse la dificultad de los jesuitas por adaptarse al estilo de vida indígena; no estaban acostumbrados a las tortillas y la comida no les gustaba, ya que decían que llevaba mucho chile y era muy picante, “al principio, para un europeo, un agobio inimaginable”, señala uno de los padres.
La naturaleza era otro de los desafíos para los jesuitas ya que tenían que enfrentarse a veranos calientes e inviernos extremadamente fríos, además, tenían que enfrentarse a los mosquitos, alacranes, tarántulas, víboras, etc. “Parece que la maldición que dios pronunció sobre la tierra después de la caída de Adán, cayó en especial en California e hizo allí su efecto”, así manifestaban su desagrado los padres.
Y que decir de las enfermedades como las epidemias que eran muy frecuentes, muchos jesuitas llegaban a usar raras mezclas de tratamientos que caían en la superstición combinados con ejercicios experimentales de medicina. Por poner un ejemplo, uno de los padre consideraba la bebida con excremento humano, agua y azúcar como una de los remedios más infalibles contra la rabia.
Sin mencionar que los trayectos entre misiones eran larguísimos y cansados, los padres detestaban viajar en caballo ya que era realmente incómodo y más cuando ya tenían una edad avanzada, así lo expresa uno de los sacerdotes: “Uno me tiró de espaldas con tal porrazo que todo el día de ayer quedaba casi inmóvil sin por moverme y especialmente los pies en los que he sentido un dolor agudísimo”
Cabe decir que muchos jesuitas no lograron comprender a los indios, que según el historiador, a pesar de los grandes diccionarios, había padres que no lograban comprender nada, por tanto muchos sentían una desesperación profunda, inclusive, algunos llegaron a caer en la locura.
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También había espacio para la diversión, cuando era Pascua los padres, provenientes de su tradición europea, pintaban huevos de colores, así también, los indígenas organizaban corridas de toros y carreras a pie o caballo, cosas que no siempre gustaban a los padres, pese a ello, los jesuitas quedaban impresionados con la destreza de los indígenas cuando estos cazaban pumas o jaguares con un arco y flechas, menciona Bernd Hausberger.
Fue hasta el año 1767 que la Orden de la Compañía de Jesús fue expulsada debido a un orden de Carlos III, quien desconfiaba de los jesuitas por supuestamente haberse enriquecido, inmiscuirse en la política y planear el asesinato de los reyes José de Portugal y Luis XV de Francia.
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Las razones eran más profundas, los jesuitas siempre se negaron a negociar con otras órdenes que no profesaran el credo católico. Fue hasta 1813 que la Orden quedó restituida en México.
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