Por su aspecto, las cucarachas no suelen ser el animal favorito de las personas, pues comúnmente estos insectos viven en la basura, por lo que se asocian con gérmenes y bacterias.
Por ello, es común que las personas utilicen insecticidas contra las cucarachas. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que estos insectos son muy resistentes a los materiales químicos, e incluso les ayudan a desarrollar genes que las hacen inmunes.
Ante ello, surgió la teoría de que las cucarachas podrían incluso resistir a ataques nucleares, que se incrementó después de los bombardeos atómicos de 1945 en Hiroshima y Nagasaki.
¿Las cucarachas podrían sobrevivir a un ataque nuclear?
De acuerdo con el profesor Tilman Ruff, médico de salud pública especializado en consecuencias ambientales de ataques nucleares, las cucarachas podrían sobrevivir a ataques nucleares, sin embargo, las radiaciones son perjudiciales para ellas.
Prueba de ello es que después de los ataques nucleares de Hiroshima y Nagasaki, diversos informes reportaban que los únicos signos de vida que quedaban en las ciudades japonesas eran las cucarachas corriendo entre las ruinas.
El equipo de Cazadores de mitos, de Discovery Channel, realizó un experimento en el que descubrió que las cucarachas pueden soportar una dosis de 10 mil rads de radiación, 10 veces superior a la que en un ser humano resulta letal.
Aunque son muy resistentes a la radiación, el estudio no contempló cuánto tiempo sobrevivían las cucarachas a la exposición, o cómo afecta la radiación a su capacidad de reproducción. Sin embargo, demostró que las cucarachas son muy resistentes a la radiación.
¿Por qué las cucarachas son tan resistentes?
Un estudio publicado en la revista Nature Communications establece que lo que hace resistentes a las cucarachas son sus genes relacionados al gusto, el olfato, la desintoxicación y la inmunidad.
Aunque hay diversos tipos de cucarachas, las estadounidenses son las que se encuentran en los sótanos y las alcantarillas, las cuales son extremadamente resistentes gracias a que tienen el segundo genoma más grande de cualquier insecto secuenciado, detrás de la langosta migratoria.
Con este genoma, tienen más desarrollado el gusto y el olfato, lo cual les permite evitar ingerir y estar cerca de sustancias tóxicas.
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Sumado a ello, tienen la capacidad de metabolizar sustancias nocivas sin que les hagan daño, incluyendo los ingredientes de los insecticidas. Además de que al vivir en donde hay bacterias y comer material vegetal que podría contener sustancias tóxicas, se “pre-adaptaron” a ellos.
Finalmente, lo que les da un extra de resistencia, de acuerdo con el estudio, es uno de sus genes de inmunidad, que les permite seguir viviendo pese a estar en ambientes insalubres.