/ miércoles 8 de diciembre de 2021

Calles verdes: ciudadanos contra el cambio climático

Algunas calles de Berlín están comenzando a cambiar su fisonomía como parte de un proyecto llamado Klimastraße (calle climática o verde)

BERLÍN, Alemania.- Hasta hace poco más de un año, la Danneckerstraße era una calle más del caótico Berlín. Coches, camiones y bicicletas transitaban permanentemente a lo largo de los aproximadamente 300 metros de longitud de esta vialidad y el espacio en sus ambos lados estaban reservados como estacionamiento para los vehículos del vecindario. Para los peatones, sólo quedaba lo que las estrechas banquetas les ofrecían. Además -aunque cueste creerlo para una calle de la capital del país que se encuentra entre las más amigables con el medio ambiente- apenas había dos árboles distribuidos a lo largo de la arteria.

Pero justo en medio de la pandemia y a iniciativa de vecinos del barrio, ubicado en el distrito de Friedrichshain al sureste de Berlín, parte de la Danneckerstr comenzó a cambiar su fisonomía desde julio del año pasado: los cien metros de uno de los dos bloques que forman la calle se cerraron a todo tipo de vehículos, incluidas bicicletas; en su centro se colocaron una veintena de árboles que pronto serán plantados de forma permanente y por las tardes se puede ver a niños jugar y vecinos, quienes con mesas y sillas portables se instalan para tomar café, comer en comunidad o jugar ajedrez.

Esta calle “común y corriente” se convirtió en lo que por este lado del mundo se denomina Klimastraße (calle climática o verde) y forma parte de una serie de iniciativas surgidas desde la sociedad civil y grupos vecinales, que -a diferencia de muchas autoridades en todo el mundo- ven la imperiosa necesidad de actuar no sólo para recuperar espacios para la comunidad sino en beneficio del medio ambiente. En especial luego de sucesos naturales atribuidos justamente al cambio climático como las inundaciones registradas a mediados de julio en el oeste de Alemania que dejaron más de 160 víctimas mortales y miles de millones de euros en pérdidas materiales.

Un dato sobre Berlín: sólo 12 por ciento de su suelo corresponde a áreas verdes públicas. En contraste, casi el 60 por ciento se encuentra asfaltado.

Foto: Fb Baumschule Lorberg

La Klimastraße es un concepto que a cuentagotas, pero de manera constante, busca desde hace años recuperar el espacio que a lo largo de décadas ha privilegiado la pavimentación de superficie para dar paso a vialidades y estacionamientos para autos.

“Nuestra Klimastraße, la primera del barrio por cierto, no surgió de un día para otro. El antecedente viene desde hace un par de años cuando padres de familia de los dos jardines de niños que se encuentran en la esquina comenzaron a organizarse para pedir a las autoridades de nuestro distrito que redujera la velocidad de los coches que circulaban por la calle. A esa iniciativa se sumó luego otra para que ese tramo de la calle pudiera cerrarse a la vialidad los domingos y quedara como un espacio para recreación de los niños”, cuenta en entrevista Sebastian Klein, vecino del barrio y uno de los promotores de la Danneckerstraße como calle verde.

El siguiente paso llegó justo el 24 de julio del año pasado cuando, junto con el apoyo de la autoridad municipal y luego de mucho trabajo vecinal, se le otorgó a la Danneckerstraße oficialmente el estatus de calle verde. Se trata del primer experimento dentro de este barrio berlinés, que destaca por tener pocos espacios verdes públicos.

“Antes nuestra calle era un gran estacionamiento y ahora es un punto de encuentro vecinal. No fue fácil lograrlo porque al principio hubo gente que por supuesto no estuvo de acuerdo pero hoy por hoy el espacio lo utilizan y disfrutan todos, incluso aquellos que en un principio estaban en contra”, asegura Klein.

¿Pero qué significa en realidad ser una calle verde y, sobre todo, en qué beneficia al medio ambiente?

“Una calle verde debe ofrecer a los residentes una mejor calidad de vida y, al mismo tiempo, ser ambientalmente eficaz porque necesitamos soluciones para prepararnos para los futuros desafíos climáticos”, explica por su parte, Delia Baum, activista y vecina del barrio berlinés de Prenzlauerberg, cuya calle deberá convertirse próximamente también en una Klimastraße.

Miembro de la iniciativa Klimastraße, Baum tiene claro los beneficios que tiene el construir pequeños oasis en medio del mar de asfalto en las grandes ciudades: “Los árboles producen oxígeno y utilizan CO2 en el proceso, por lo que son los mejores protectores del clima. Además proyectan sombra, filtran el polvo y pueden influir significativamente en la temperatura de una ciudad, lo cual es extremadamente importante en un momento en el que siempre hay nuevos récords de calor.

“Además -continúa- los espacios verdes urbanos en las Klimastraße crean hábitats importantes para los insectos terrestres y voladores y, por lo tanto, se puede prevenir la extinción de especies”, agrega.

Fb Baumschule Lorberg

Pero además de eso, el reverdecimiento que se logra al plantar árboles -lo que implica levantar superficies de asfalto- permite que “las funciones naturales del suelo se restauren. El agua de lluvia se drena naturalmente y el agua subterránea se repone. En caso de fuertes lluvias, el sistema de alcantarillado no se sobrecarga y, por lo tanto, se minimiza el riesgo de inundaciones”, según la especialista.

Más aún, las calles con alumbrado público LED son energéticamente eficientes y pueden ahorrar electricidad.

La Hagenauerstrße se ubica en el corazón del barrio de Prenzlauerberg, famoso por sus cafés y por la cantidad de familias con niños pequeños que habitan en él. Se dice incluso que es el barrio con mayor cantidad de niños en toda Europa.

Con un perfil casi en su totalidad habitacional -apenas un par de restaurantes y algunas oficinas ocupan las plantas bajas de algunos de sus edificios señoriales- la Hagenauerstraße es más bien una calle tranquila. El empedrado de sus 210 metros de su arroyo vehicular impide que los autos circulen a exceso de velocidad. Pero la que podría ser una idílica calle luce en realidad como un gran estacionamiento. De ambos lados de la acera se apilan uno tras otro los vehículos, sus banquetas estrechas apenas dejan espacio para que caminen a lo mucho dos personas y -lo más increíble- no tiene un sólo árbol. Es la única calle del famoso barrio sin verde.

Pero gracias a la iniciativa ciudadana Klimastraße Hagenauer eso está en vías de cambiar.

“Nuestra calle es la única del barrio que no cuenta con un sólo árbol y de ahí que su calidad de vida sea baja. Desde hace muchos años los vecinos hemos querido mejorar no sólo la apariencia de nuestra inhóspita calle sino enverdecerla. A mediados del año pasado logramos crear la iniciativa Klimastraße Hagenauer a la que se han sumado residentes y personas interesadas en la protección del medio ambiente aportando ideas y desde abril de 2021 nuestra iniciativa es un proyecto de Changing Cities”, explica Delia Baum.

Changing Cities es una asociación alemana que impulsa el uso de bicicleta y la recuperación de espacios dentro de la ciudad y se encuentran detrás del proyecto de la que es la primera ley de ciclismo en Alemania que cambiará el rostro de la capital germana.

Así que durante los próximos meses la Hagenauerstraße recibirá cuatro árboles plantados -en una primera fase- en jardineras con asientos integrados que se colocarán en espacios que en este momento se usan para el estacionamiento de coches.

“Esta será una mejora inicial en la calidad de vida. Lo que queremos es para nuestra calle más calidad de vida y, al mismo tiempo, convertirla en una guía para otras calles de la ciudad”, explica la activista.

Foto: klimastrasseberlin

-¿Qué elementos debe tener una calle verde para ser denominada como tal?, se le pregunta.

-Una calle verde consta de varios elementos: por un lado su ecologización (“enverdecerla”); un diseño de tráfico respetuoso con el clima y, según su ubicación, también tendría que contar con el uso de innovación solar.

El enverdecimiento, explica, es uno de los métodos más simples y efectivos y va desde literalmente enverdecer las fachadas de casas, hasta plantar árboles, arbustos, o instalar los denominados parques de bolsillo.

“Una calle climática ofrece espacio para personas -y no para automóviles- con asientos, espacios de movilidad y oportunidades de juego para crear una mejor calidad de vida. Hablamos de entornos tranquilos y saludables, especialmente para los niños y las personas mayores, pero también nuevos espacios de vida para insectos y pájaros.

“Además los caminos que unen los pequeños espacios verdes con los grandes parques deben estar conectados entre sí para que las personas, los animales y las plantas puedan “deambular””, dice.

Como elementos importantes de una calle verde, Baum señala además un diseño de tráfico respetuoso con el clima que incluya carriles para bicicletas, estaciones de carga para autos electrónicos, scooters o bicicletas de carga) además de una reducción de la velocidad de los automóviles.

Pero ninguno de estos proyectos, deseables y realizables en cualquier parte del mundo, serían posibles sin la participación vecinal y comunitaria.

Al respecto reflexiona Sebastian Klein:

“El papel de la gente para echar a andar estos proyectos es fundamental. En nuestro barrio, por ejemplo, casi todos los políticos son Verdes (del Partido Verde), prácticamente ninguno de ellos tiene autos y su modo de transporte es la bicicleta. Y aunque quieren hacer mucho, la verdad es que -como políticos- no tienen los recursos para que la gente se involucre.

Las iniciativas que precedieron a la que convirtió a nuestra Danneckerstrße en una calle verde no hubieran sido posibles si no hubieran estado involucrados los vecinos. Y nuestro propio proyecto tuvo rechazo y resistencia de parte de gente que no quería un cambio pero al final se impuso porque justamente surgió desde los propios vecinos”.

Al parecer -al menos así lo demuestran estas dos experiencias berlinesas- el cambio y las pequeñas acciones que sumadas hacen la diferencia son posibles con una ciudadanía decidida. Y claro, con una administración pública sensible y consciente que sabe que ante el cambio climático se tiene que actuar ya.

DETRÁS DE LA HISTORIA

Los desastres naturales cada vez más vinculados al cambio climático han dejado de ser eventos aislados y lejanos de los cuales uno se entera por las noticias. En nuestra vida cotidiana los vemos y sentimos: veranos hipercalientes, lluvias torrenciales, inundaciones, etcétera.

Iniciativas como las Klimastrße que buscan incidir en nuestros microecosistemas citadinos son por demás notables y en Underground estamos convencidos que deben darse a conocer y, por qué no, replicarse: son pequeños esfuerzos colectivos que sumados logran cambios y al mismo tiempo muestran a una ciudadanía responsable que toma las decisiones en sus manos y fuerzan a los políticos a actuar.



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BERLÍN, Alemania.- Hasta hace poco más de un año, la Danneckerstraße era una calle más del caótico Berlín. Coches, camiones y bicicletas transitaban permanentemente a lo largo de los aproximadamente 300 metros de longitud de esta vialidad y el espacio en sus ambos lados estaban reservados como estacionamiento para los vehículos del vecindario. Para los peatones, sólo quedaba lo que las estrechas banquetas les ofrecían. Además -aunque cueste creerlo para una calle de la capital del país que se encuentra entre las más amigables con el medio ambiente- apenas había dos árboles distribuidos a lo largo de la arteria.

Pero justo en medio de la pandemia y a iniciativa de vecinos del barrio, ubicado en el distrito de Friedrichshain al sureste de Berlín, parte de la Danneckerstr comenzó a cambiar su fisonomía desde julio del año pasado: los cien metros de uno de los dos bloques que forman la calle se cerraron a todo tipo de vehículos, incluidas bicicletas; en su centro se colocaron una veintena de árboles que pronto serán plantados de forma permanente y por las tardes se puede ver a niños jugar y vecinos, quienes con mesas y sillas portables se instalan para tomar café, comer en comunidad o jugar ajedrez.

Esta calle “común y corriente” se convirtió en lo que por este lado del mundo se denomina Klimastraße (calle climática o verde) y forma parte de una serie de iniciativas surgidas desde la sociedad civil y grupos vecinales, que -a diferencia de muchas autoridades en todo el mundo- ven la imperiosa necesidad de actuar no sólo para recuperar espacios para la comunidad sino en beneficio del medio ambiente. En especial luego de sucesos naturales atribuidos justamente al cambio climático como las inundaciones registradas a mediados de julio en el oeste de Alemania que dejaron más de 160 víctimas mortales y miles de millones de euros en pérdidas materiales.

Un dato sobre Berlín: sólo 12 por ciento de su suelo corresponde a áreas verdes públicas. En contraste, casi el 60 por ciento se encuentra asfaltado.

Foto: Fb Baumschule Lorberg

La Klimastraße es un concepto que a cuentagotas, pero de manera constante, busca desde hace años recuperar el espacio que a lo largo de décadas ha privilegiado la pavimentación de superficie para dar paso a vialidades y estacionamientos para autos.

“Nuestra Klimastraße, la primera del barrio por cierto, no surgió de un día para otro. El antecedente viene desde hace un par de años cuando padres de familia de los dos jardines de niños que se encuentran en la esquina comenzaron a organizarse para pedir a las autoridades de nuestro distrito que redujera la velocidad de los coches que circulaban por la calle. A esa iniciativa se sumó luego otra para que ese tramo de la calle pudiera cerrarse a la vialidad los domingos y quedara como un espacio para recreación de los niños”, cuenta en entrevista Sebastian Klein, vecino del barrio y uno de los promotores de la Danneckerstraße como calle verde.

El siguiente paso llegó justo el 24 de julio del año pasado cuando, junto con el apoyo de la autoridad municipal y luego de mucho trabajo vecinal, se le otorgó a la Danneckerstraße oficialmente el estatus de calle verde. Se trata del primer experimento dentro de este barrio berlinés, que destaca por tener pocos espacios verdes públicos.

“Antes nuestra calle era un gran estacionamiento y ahora es un punto de encuentro vecinal. No fue fácil lograrlo porque al principio hubo gente que por supuesto no estuvo de acuerdo pero hoy por hoy el espacio lo utilizan y disfrutan todos, incluso aquellos que en un principio estaban en contra”, asegura Klein.

¿Pero qué significa en realidad ser una calle verde y, sobre todo, en qué beneficia al medio ambiente?

“Una calle verde debe ofrecer a los residentes una mejor calidad de vida y, al mismo tiempo, ser ambientalmente eficaz porque necesitamos soluciones para prepararnos para los futuros desafíos climáticos”, explica por su parte, Delia Baum, activista y vecina del barrio berlinés de Prenzlauerberg, cuya calle deberá convertirse próximamente también en una Klimastraße.

Miembro de la iniciativa Klimastraße, Baum tiene claro los beneficios que tiene el construir pequeños oasis en medio del mar de asfalto en las grandes ciudades: “Los árboles producen oxígeno y utilizan CO2 en el proceso, por lo que son los mejores protectores del clima. Además proyectan sombra, filtran el polvo y pueden influir significativamente en la temperatura de una ciudad, lo cual es extremadamente importante en un momento en el que siempre hay nuevos récords de calor.

“Además -continúa- los espacios verdes urbanos en las Klimastraße crean hábitats importantes para los insectos terrestres y voladores y, por lo tanto, se puede prevenir la extinción de especies”, agrega.

Fb Baumschule Lorberg

Pero además de eso, el reverdecimiento que se logra al plantar árboles -lo que implica levantar superficies de asfalto- permite que “las funciones naturales del suelo se restauren. El agua de lluvia se drena naturalmente y el agua subterránea se repone. En caso de fuertes lluvias, el sistema de alcantarillado no se sobrecarga y, por lo tanto, se minimiza el riesgo de inundaciones”, según la especialista.

Más aún, las calles con alumbrado público LED son energéticamente eficientes y pueden ahorrar electricidad.

La Hagenauerstrße se ubica en el corazón del barrio de Prenzlauerberg, famoso por sus cafés y por la cantidad de familias con niños pequeños que habitan en él. Se dice incluso que es el barrio con mayor cantidad de niños en toda Europa.

Con un perfil casi en su totalidad habitacional -apenas un par de restaurantes y algunas oficinas ocupan las plantas bajas de algunos de sus edificios señoriales- la Hagenauerstraße es más bien una calle tranquila. El empedrado de sus 210 metros de su arroyo vehicular impide que los autos circulen a exceso de velocidad. Pero la que podría ser una idílica calle luce en realidad como un gran estacionamiento. De ambos lados de la acera se apilan uno tras otro los vehículos, sus banquetas estrechas apenas dejan espacio para que caminen a lo mucho dos personas y -lo más increíble- no tiene un sólo árbol. Es la única calle del famoso barrio sin verde.

Pero gracias a la iniciativa ciudadana Klimastraße Hagenauer eso está en vías de cambiar.

“Nuestra calle es la única del barrio que no cuenta con un sólo árbol y de ahí que su calidad de vida sea baja. Desde hace muchos años los vecinos hemos querido mejorar no sólo la apariencia de nuestra inhóspita calle sino enverdecerla. A mediados del año pasado logramos crear la iniciativa Klimastraße Hagenauer a la que se han sumado residentes y personas interesadas en la protección del medio ambiente aportando ideas y desde abril de 2021 nuestra iniciativa es un proyecto de Changing Cities”, explica Delia Baum.

Changing Cities es una asociación alemana que impulsa el uso de bicicleta y la recuperación de espacios dentro de la ciudad y se encuentran detrás del proyecto de la que es la primera ley de ciclismo en Alemania que cambiará el rostro de la capital germana.

Así que durante los próximos meses la Hagenauerstraße recibirá cuatro árboles plantados -en una primera fase- en jardineras con asientos integrados que se colocarán en espacios que en este momento se usan para el estacionamiento de coches.

“Esta será una mejora inicial en la calidad de vida. Lo que queremos es para nuestra calle más calidad de vida y, al mismo tiempo, convertirla en una guía para otras calles de la ciudad”, explica la activista.

Foto: klimastrasseberlin

-¿Qué elementos debe tener una calle verde para ser denominada como tal?, se le pregunta.

-Una calle verde consta de varios elementos: por un lado su ecologización (“enverdecerla”); un diseño de tráfico respetuoso con el clima y, según su ubicación, también tendría que contar con el uso de innovación solar.

El enverdecimiento, explica, es uno de los métodos más simples y efectivos y va desde literalmente enverdecer las fachadas de casas, hasta plantar árboles, arbustos, o instalar los denominados parques de bolsillo.

“Una calle climática ofrece espacio para personas -y no para automóviles- con asientos, espacios de movilidad y oportunidades de juego para crear una mejor calidad de vida. Hablamos de entornos tranquilos y saludables, especialmente para los niños y las personas mayores, pero también nuevos espacios de vida para insectos y pájaros.

“Además los caminos que unen los pequeños espacios verdes con los grandes parques deben estar conectados entre sí para que las personas, los animales y las plantas puedan “deambular””, dice.

Como elementos importantes de una calle verde, Baum señala además un diseño de tráfico respetuoso con el clima que incluya carriles para bicicletas, estaciones de carga para autos electrónicos, scooters o bicicletas de carga) además de una reducción de la velocidad de los automóviles.

Pero ninguno de estos proyectos, deseables y realizables en cualquier parte del mundo, serían posibles sin la participación vecinal y comunitaria.

Al respecto reflexiona Sebastian Klein:

“El papel de la gente para echar a andar estos proyectos es fundamental. En nuestro barrio, por ejemplo, casi todos los políticos son Verdes (del Partido Verde), prácticamente ninguno de ellos tiene autos y su modo de transporte es la bicicleta. Y aunque quieren hacer mucho, la verdad es que -como políticos- no tienen los recursos para que la gente se involucre.

Las iniciativas que precedieron a la que convirtió a nuestra Danneckerstrße en una calle verde no hubieran sido posibles si no hubieran estado involucrados los vecinos. Y nuestro propio proyecto tuvo rechazo y resistencia de parte de gente que no quería un cambio pero al final se impuso porque justamente surgió desde los propios vecinos”.

Al parecer -al menos así lo demuestran estas dos experiencias berlinesas- el cambio y las pequeñas acciones que sumadas hacen la diferencia son posibles con una ciudadanía decidida. Y claro, con una administración pública sensible y consciente que sabe que ante el cambio climático se tiene que actuar ya.

DETRÁS DE LA HISTORIA

Los desastres naturales cada vez más vinculados al cambio climático han dejado de ser eventos aislados y lejanos de los cuales uno se entera por las noticias. En nuestra vida cotidiana los vemos y sentimos: veranos hipercalientes, lluvias torrenciales, inundaciones, etcétera.

Iniciativas como las Klimastrße que buscan incidir en nuestros microecosistemas citadinos son por demás notables y en Underground estamos convencidos que deben darse a conocer y, por qué no, replicarse: son pequeños esfuerzos colectivos que sumados logran cambios y al mismo tiempo muestran a una ciudadanía responsable que toma las decisiones en sus manos y fuerzan a los políticos a actuar.



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