Conoce el desierto tóxico que acumula toneladas de ropa usada

Prendas usadas, sin vender o con defectos han ido a parar a este sitio, localizado en la región chilena de Antofagasta

Mary Carmen M. Ávila l El Sol de Puebla

  · domingo 30 de enero de 2022

Este cementerio de vestuario es visitado por los residentes de la ciudad de Alto Hospicio l Foto: AFP/Martin Bernetti

Alguna vez te has puesto a pensar ¿dónde va a parar toda la ropa que se desecha? Pues el desierto de Atacama, en Chile, es un gran ejemplo, un sitio natural que se ha convertido en auténtico símbolo de cómo la sociedad de usar-tirar y el consumismo extremo están dañando a nuestro planeta.

Prendas usadas, sin vender o con defectos han ido a parar a este sitio, localizado en la región chilena de Antofagasta, que se ha vuelto un verdadero basurero clandestino de ropa que se compra, se viste y, en algunos casos, se desecha sin haber sido utilizada.

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No obstante, este cementerio de vestuario es visitado por los residentes de la ciudad de Alto Hospicio, que aprovechan su visita para la búsqueda de indumentaria para poder llenar su armario y hacerse con la mejor prenda para combatir el clima de la zona, incluso, muchas de las prendas arrojadas en el desierto están prácticamente nuevas y sin ningún desperfecto, pues hay algunas que hasta tienen la etiqueta y el precio.

Muchas de las prendas arrojadas en el desierto están prácticamente nuevas y sin ningún desperfecto l Foto: AFP

¿POR QUÉ RAZÓN ESTE DESIERTO ACUMULA ROPA USADA?

Todas las montañas de ropa que inundan este emblemático desierto chileno, en su mayoría de segunda mano, son rechazadas de países como: Estados Unidos y Canadá, así como de los continentes de Europa y Asia.

Anualmente, aterrizan en este lugar árido unas 60 mil toneladas de prendas usadas, a través del puerto de Iquique, ya que las transacciones están exentas de cualquier tipo de impuesto. Además, Chile es uno de los principales importadores de este tipo de ropa de toda Sudamérica.

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En este sentido, China y Bangladesh son los dos grandes países exportadores de ropa a nivel mundial, debido a su bajo costo de precio, mismos que hacen posible que las grandes superficies puedan disponer de este tipo de prendas, bajo la etiqueta de “low cost”.

No obstante, los envíos son desorbitados, por lo que los países receptores no pueden hacer frente a la venta de estos productos y acaban sumergidos en este vertedero ilegal.

Anualmente, aterrizan en este lugar árido unas 60 mil toneladas de prendas usadas l Foto: AFP

LA ROPA PUEDE TARDAR EN DESINTEGRARSE HASTA 200 AÑOS

Por su parte, el responsable de Medio Ambiente de la región colindante, Edgar Ortega, afirmó que este problema no es una casualidad, ya que diariamente se desprenden unas 20 toneladas de prendas en el desierto de Atacama.

“Esta vestimenta se desecha en las colinas de nuestro municipio. Hasta 20 toneladas de ropa vieja van a parar a diario a este singular paraíso”, reconoció.

Del mismo modo, la ropa establecida en este lugar presenta productos químicos y no biodegradables, “que no son aceptados por los vertederos municipales”, según cuenta el fundador de EcoFibra, Franklin Zepeda.

De acuerdo al movimiento ambientalista de Greenpeace, todas las prendas desechadas pueden tardar en desintegrarse hasta dos siglos, por lo que reclaman una respuesta urgente de las autoridades.

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Finalmente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) denunció la devastadora actividad medioambiental que está sufriendo el desierto de Atacama, ya que la producción de ropa se duplicó en la primera década de este siglo, lo que ha provocado una enorme estampida de productos.

Por ello, justifican que la falta de medios naturales, como el agua, es por culpa de los principales fabricantes de ropa en el mundo, que están provocando un grave daño para el medioambiente, pues según un estudio de la ONU de 2019, la producción de ropa en el mundo se duplicó entre 2000 y 2014, lo que ha dejado en evidencia que se trata de una industria “responsable del 20 por ciento del desperdicio total de agua a nivel global”; además, la fabricación de ropa y calzado genera el 8 por ciento de los gases de efecto invernadero.

Publicado originalmente en El Sol de Puebla