Un tercio de las dos mil mayores empresas mundiales de capital abierto ya comenzaron a adoptar los objetivos de neutralidad de carbono de aquí a 2050, aunque su listado de promesas se hizo según definiciones variables, sin verificación y con una pinta de estrategia de comunicación green wash (“lavado de imagen verde”).
Se trata de una tendencia en franco crecimiento que, de acuerdo con Emmanuel Faber, el director del Consejo de Normas Contables Internacionales, seguirá creciendo mientras no existan las normas que puedan aclarar quién hace qué, por lo que urgió a establecer normas de carácter universal empresarial que abarquen el tema del clima.
De acuerdo con la agencia AFP, desde inicios de este siglo muchas compañías comenzaron a calcular su huella de carbono, esto para contar las emisiones que generan sus fábricas, oficinas, proveedores, empleados o clientes; y lo hacen con el método de referencia mundial que es estadounidense, llamado GHG Protocol, aunque cabe recalcar que tiene muchas carencias y no es obligatorio.
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Además, aún sigue siendo arriesgado comparar las emisiones de las diferentes empresas del sector, como se comparan sus beneficios. Un claro ejemplo es el gigante brasileño de la carne JBS o la multinacional francesa de la distribución Carrefour, que han publicado únicamente una pequeña parte de sus emisiones reales, como demostró la ONG Carbon Market Watch.
Otro ejemplo es una grandísima empresa petrolera, Saudi Aramco, que en octubre del 2021 se atrevió a anunciar un objetivo de cero emisiones de carbono operativas para 2050. Aunque el cero emisiones operativas se limita a las que producen sus instalaciones industriales y omite las emisiones indirectas de CO2, que están relacionadas con el petróleo que se comercializa.
¿NORMAS OBLIGATORIAS?
Incluso para las empresas que son bien intencionadas, el no tener una norma tan estricta deja un espacio a la arbitrariedad. La verdadera aceleración en el esfuerzo de armonización viene del año 2021, como destacó Peter Paul van de Wijs, de Global Reporting Initiative, un organismo con sede en Ámsterdam que desarrolla sus propios estándares medioambientales y sociales.
Pero la más ambiciosa es la que corresponde a la Unión Europea, cuyo organismo llamado Efrag ya prepara las normas ambientales y sociales para alrededor de 50 mil empresas a partir del año 2024.
Aunque el encargado estadounidense de los mercados financieros, la SEC, ya se adelantó y sorprendió con un proyecto que se basa en la regulación y pretende obligar a las empresas que cotizan en bolsa a publicar sus emisiones reales, esto para tener transparencia.
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Faber hizo hincapié en que Europa, Estados Unidos y otras jurisdicciones ya están estableciendo todas las bases necesarias. Con una norma que sea obligatoria, cada empresa deberá y tendrá que decir la verdad sobre su huella de carbono emitida, así como su plan de transición climática bajo pena de sanción. En teoría esto supone que las empresas no puedan ocultar sus emisiones reales
Aunque para los expertos queda un problema por resolver: ¿Cómo creer a las empresas que prometen ser cero emisiones en 2040 o 2050? Y la organización Science Based Targets certifica los compromisos, comprobando que la empresa tiene un plan riguroso de reducción de emisiones.
Por otra parte, los criterios para obtener este sello de respetabilidad climática se está endureciendo, apenas lo han conseguido mil 480 empresas. Y su jefe, Luiz Aaral, espera una regla del juego común, y afirmó que sin estandarización, sin transparencia contable se encuentran reducidos a un concurso de palabras.
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