Desde hace décadas, científicos de todo el mundo advierten sobre los estragos que la actividad humana deja en el medioambiente. No obstante, las decisiones encaminadas a mitigar estos efectos se toman con demasiada cautela por los líderes políticos de todos los países.
A partir de la revolución industrial, el desarrollo de la humanidad avanzó de la mano de la quema de combustibles fósiles: el carbón en un principio, y posteriormente el petróleo, así como una variedad de gases. Sin embargo, los residuos provocados por el consumo de estos materiales se acumulan en la atmósfera y provocan lo que conocemos como "efecto invernadero".
Aun con lo anterior, el cambio climático no será el fin del mundo, pero no se puede decir lo mismo de la humanidad.
Efectos del cambio climático
Los efectos del cambio climático pronosticados por los científicos de todo el mundo no son como suelen retratarse en las películas. Al menos hasta donde se sabe, ninguna ciudad será arrasada de la noche a la mañana por una ola gigante.
Las secuelas de la actividad humana en el clima se producen de manera más discreta pero implacable. Temporadas de lluvias torrenciales precedidas por sequías prolongadas, huracanes y tormentas tropicales considerablemente más fuertes e incendios más frecuentes y devastadores.
El cambio climático se disfraza entre los fenómenos naturales a los que estamos acostumbrados. Pero sus estragos ya pueden sentirse alrededor del mundo.
México es sumamente vulnerable al cambio climático
En el caso de México, el impacto de este fenómeno es preocupante desde el punto de vista económico y social. Según datos del Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cerca del 68% de la población y el 71% del Producto Interno Bruto (PIB) del país se encuentra expuesto a los efectos del cambio climático.
De acuerdo con el Instituto Nacional del Cambio Climático (INECC), de los 2 mil 456 municipios en los que se divide el país, 480 (20%) tienen un nivel de vulnerabilidad al cambio climático muy alto o alto.
Por otro lado, la temperatura promedio en el país ha crecido entre 0.85°C y 1°C desde la década de los 60. Asimismo, 2 mil 583 especies corren peligro de desaparecer por la degradación de ecosistemas, particularmente en los bosques tropicales.
La degradación de ecosistemas también afecta los suelos, cuya riqueza nutrimental es uno de los factores más importantes para la producción agrícola, una actividad de suma importancia, no sólo por la aportación del el sector primario al PIB de México, sino porque la seguridad alimentaria depende directamente de ella.
Las actividades agropecuarias también enfrentan la amenaza de sequías más severas y prolongadas, un importante riesgo, ya que cerca de tres cuartas partes del territorio cultivado depende de las lluvias para su riego.
Hasta 2018, el costo del agotamiento y la degradación ambiental en México durante los procesos productivos alcanzó la cifra de un billón 19 mil 751 millones de pesos. En el mismo sentido, el costo generado por la contaminación del aire aumento en promedio 4.8% anual entre 2003 y 2018.
La mayor parte de las emisiones contaminantes en México son el bióxido de carbono (CO2), con el 70%; seguido del metano, con 21%; estas emisiones están ligadas en su mayoría, 64%, a la quema de combustibles fósiles.
Litorales en riesgo por aumento del nivel del mar
Uno de los efectos más conocidos del cambio climático es el aumento del nivel del mar, ocasionado por el derretimiento de los glaciales ubicados en los polos del planeta, así como la distensión del agua del mar por el incremento en la temperatura de la superficie.
Lo anterior pone en grave riesgo los ecosistemas costeros, ya que los científicos prevén que incluso si el calentamiento global se detiene, el nivel del mar seguirá incrementando hasta el próximo siglo; los cambios ambientales repercuten en él de manera tardía.
México es el segundo país de América con la mayor extensión de litorales, sólo por detrás de Canadá; es decir, un gran porcentaje del territorio del país enfrenta la amenaza del incremento en las aguas del Golfo de México, el Océano Pacífico y el mar Caribe. Sumado al incremento de la intensidad y frecuencia de tormentas y huracanes.
Para mitigar estos efectos, México suscribió la Agenda 2030 de la ONU, en la que uno de los puntos principales es la Acción por el Clima, que busca frenar el calentamiento global y las catastróficas consecuencias que tiene en el planeta.
No obstante, la estrecha relación entre la economía mundial y las principales actividades contaminantes ha dificultado hasta el momento que los Estados tomen acciones contundentes contra la mayor amenaza que ha enfrentado nuestra especie hasta la fecha.