/ miércoles 30 de agosto de 2023

El auge minero degrada nuestros ríos

Aunque la extracción de oro tiene mucho potencial para sacar a la gente de la pobreza, la forma en que se hace ahora tiene un gran coste social por la degradación del medio ambiente

Un estudio de la Universidad de Dartmouth, en Estados Unidos, alerta de que la extracción de oro y minerales en los ríos tropicales y sus proximidades está degradando las vías fluviales de 49 países. Los resultados, publicados en la revista Nature, representan la primera huella física de la minería fluvial y su impacto hidrológico a escala mundial.

La minería fluvial implica excavaciones intensivas, que provocan deforestación y un aumento de la erosión. Gran parte del material excavado se vierte a los ríos, alterando la vida acuática en los ecosistemas cercanos y aguas abajo.

Te puede interesar: Cuánto vale el río más productivo del mundo

Estos sedimentos inorgánicos, partículas de arcilla, limo y arena, son transportados por los ríos como sedimentos en suspensión, transmitiendo los efectos medioambientales de la minería aguas abajo.

Las investigaciones ya habían informado de que esos sedimentos en suspensión también pueden transportar toxinas como el mercurio utilizado en los procesos de minería fluvial, lo que afecta aún más a la calidad del agua y puede ser perjudicial para la salud humana y el medio ambiente.

"Durante cientos o miles de años se ha practicado la minería en los trópicos, pero nunca a una escala como la que hemos visto en las dos últimas décadas", dice el primer autor, Evan Dethier, quien es profesor adjunto del Occidental College, que trabajó en el estudio mientras era investigador postdoctoral en Dartmouth.

La degradación de los ríos a causa de la minería de oro y fluvial en todos los trópicos es una crisis mundial

Para la primera parte del estudio, Dethier y otros investigadores realizaron un análisis de la minería fluvial en los trópicos desde 1984 hasta 2021. Analizaron información procedente de medios de comunicación y bibliografía, informes de empresas mineras, redes sociales e imágenes por satélite de Landsat 5 y 7 a través del programa Landsat de la NASA y el Servicio Geológico de Estados Unidos, así como datos de Sentinel-2 e imágenes de fuentes públicas.

Registraron más de 75 millones de mediciones de ríos de todo el mundo para cartografiar las zonas mineras, así como la deforestación y el impacto de los sedimentos. También identificaron los minerales objetivo en los yacimientos mineros.

Los resultados muestran que existen aproximadamente 400 distritos mineros en 49 países de los trópicos. Más del 80 por ciento de las explotaciones mineras están situadas a menos de 20 grados del ecuador en Sudamérica, África, Asia y Oceanía.

El equipo descubrió un importante repunte de la minería en el siglo 21, con la aparición de actividades mineras en el 60 por ciento de los emplazamientos después del año 2000, y en el 46 por ciento después de 2006, coincidiendo con la crisis financiera mundial. Este aumento de la minería continuó incluso durante la pandemia.

En la segunda parte del estudio evaluaron la magnitud que han tenido las operaciones mineras en la cantidad de sedimentos en suspensión en 173 ríos tropicales afectados. Para detectar el transporte de sedimentos en suspensión utilizando datos del Landsat, el equipo aplicó algoritmos que había desarrollado durante los últimos siete años.

Los datos muestran que más de 35 mil kilómetros de ríos tropicales están afectados por la minería de oro y minerales en todo el mundo. De los 500 mil kilómetros de ríos tropicales de todo el mundo, aproximadamente el 6 por ciento de esa longitud está afectada por este tipo de minería.

Durante cientos o miles de años se ha practicado la minería en los trópicos, pero nunca a una escala como la que hemos visto en las dos últimas décadas

Evan Dethier, Profesor del Occidental College

"Estos ríos tropicales pasan de correr claros todo el año, o al menos parte de él, a estar atascados de sedimentos o turbios todo el año -detalla Dethier-. Descubrimos que en casi todas estas zonas mineras los sedimentos en suspensión se transmitían río abajo, por término medio, al menos entre 150 y 200 kilómetros desde el propio emplazamiento minero, pero hasta 1.200 kilómetros río abajo".

El estudio también incluyó ríos como el Congo en África, el Irrawaddy en Asia, el Kapuas en Oceanía, y el Amazonas y el Magdalena en Sudamérica.

"Muchos de estos sistemas fluviales tropicales son lugares muy biodiversos, si no algunos de los más biodiversos de la Tierra, y en la actualidad están poco estudiados -dice el autor principal, David Lutz, profesor asistente de investigación de estudios medioambientales en Dartmouth-. El reto aquí es que hay muchas especies que podrían extinguirse antes incluso de que supiéramos que existían".

"Cuando los ríos y arroyos experimentan altos niveles de sedimentos en suspensión, los peces son incapaces de ver a sus presas o depredadores y sus branquias pueden ahogarse con sedimentos y dañarse, lo que puede provocar enfermedades o incluso la muerte", añade Lutz.

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"Aunque la extracción de oro tiene mucho potencial para sacar a la gente de la pobreza, sobre todo en las remotas fronteras tropicales, la forma en que se hace ahora tiene un tremendo coste social por la degradación del medio ambiente, la contaminación por mercurio y la corrupción y las redes criminales", alertan.

Los coautores piden a los gobiernos que colaboren con las partes interesadas para ayudar a mitigar el impacto ambiental y social de la minería en los ríos tropicales, dado que es probable que continúe en un futuro previsible.


Un estudio de la Universidad de Dartmouth, en Estados Unidos, alerta de que la extracción de oro y minerales en los ríos tropicales y sus proximidades está degradando las vías fluviales de 49 países. Los resultados, publicados en la revista Nature, representan la primera huella física de la minería fluvial y su impacto hidrológico a escala mundial.

La minería fluvial implica excavaciones intensivas, que provocan deforestación y un aumento de la erosión. Gran parte del material excavado se vierte a los ríos, alterando la vida acuática en los ecosistemas cercanos y aguas abajo.

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Estos sedimentos inorgánicos, partículas de arcilla, limo y arena, son transportados por los ríos como sedimentos en suspensión, transmitiendo los efectos medioambientales de la minería aguas abajo.

Las investigaciones ya habían informado de que esos sedimentos en suspensión también pueden transportar toxinas como el mercurio utilizado en los procesos de minería fluvial, lo que afecta aún más a la calidad del agua y puede ser perjudicial para la salud humana y el medio ambiente.

"Durante cientos o miles de años se ha practicado la minería en los trópicos, pero nunca a una escala como la que hemos visto en las dos últimas décadas", dice el primer autor, Evan Dethier, quien es profesor adjunto del Occidental College, que trabajó en el estudio mientras era investigador postdoctoral en Dartmouth.

La degradación de los ríos a causa de la minería de oro y fluvial en todos los trópicos es una crisis mundial

Para la primera parte del estudio, Dethier y otros investigadores realizaron un análisis de la minería fluvial en los trópicos desde 1984 hasta 2021. Analizaron información procedente de medios de comunicación y bibliografía, informes de empresas mineras, redes sociales e imágenes por satélite de Landsat 5 y 7 a través del programa Landsat de la NASA y el Servicio Geológico de Estados Unidos, así como datos de Sentinel-2 e imágenes de fuentes públicas.

Registraron más de 75 millones de mediciones de ríos de todo el mundo para cartografiar las zonas mineras, así como la deforestación y el impacto de los sedimentos. También identificaron los minerales objetivo en los yacimientos mineros.

Los resultados muestran que existen aproximadamente 400 distritos mineros en 49 países de los trópicos. Más del 80 por ciento de las explotaciones mineras están situadas a menos de 20 grados del ecuador en Sudamérica, África, Asia y Oceanía.

El equipo descubrió un importante repunte de la minería en el siglo 21, con la aparición de actividades mineras en el 60 por ciento de los emplazamientos después del año 2000, y en el 46 por ciento después de 2006, coincidiendo con la crisis financiera mundial. Este aumento de la minería continuó incluso durante la pandemia.

En la segunda parte del estudio evaluaron la magnitud que han tenido las operaciones mineras en la cantidad de sedimentos en suspensión en 173 ríos tropicales afectados. Para detectar el transporte de sedimentos en suspensión utilizando datos del Landsat, el equipo aplicó algoritmos que había desarrollado durante los últimos siete años.

Los datos muestran que más de 35 mil kilómetros de ríos tropicales están afectados por la minería de oro y minerales en todo el mundo. De los 500 mil kilómetros de ríos tropicales de todo el mundo, aproximadamente el 6 por ciento de esa longitud está afectada por este tipo de minería.

Durante cientos o miles de años se ha practicado la minería en los trópicos, pero nunca a una escala como la que hemos visto en las dos últimas décadas

Evan Dethier, Profesor del Occidental College

"Estos ríos tropicales pasan de correr claros todo el año, o al menos parte de él, a estar atascados de sedimentos o turbios todo el año -detalla Dethier-. Descubrimos que en casi todas estas zonas mineras los sedimentos en suspensión se transmitían río abajo, por término medio, al menos entre 150 y 200 kilómetros desde el propio emplazamiento minero, pero hasta 1.200 kilómetros río abajo".

El estudio también incluyó ríos como el Congo en África, el Irrawaddy en Asia, el Kapuas en Oceanía, y el Amazonas y el Magdalena en Sudamérica.

"Muchos de estos sistemas fluviales tropicales son lugares muy biodiversos, si no algunos de los más biodiversos de la Tierra, y en la actualidad están poco estudiados -dice el autor principal, David Lutz, profesor asistente de investigación de estudios medioambientales en Dartmouth-. El reto aquí es que hay muchas especies que podrían extinguirse antes incluso de que supiéramos que existían".

"Cuando los ríos y arroyos experimentan altos niveles de sedimentos en suspensión, los peces son incapaces de ver a sus presas o depredadores y sus branquias pueden ahogarse con sedimentos y dañarse, lo que puede provocar enfermedades o incluso la muerte", añade Lutz.

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"Aunque la extracción de oro tiene mucho potencial para sacar a la gente de la pobreza, sobre todo en las remotas fronteras tropicales, la forma en que se hace ahora tiene un tremendo coste social por la degradación del medio ambiente, la contaminación por mercurio y la corrupción y las redes criminales", alertan.

Los coautores piden a los gobiernos que colaboren con las partes interesadas para ayudar a mitigar el impacto ambiental y social de la minería en los ríos tropicales, dado que es probable que continúe en un futuro previsible.


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