/ miércoles 2 de octubre de 2024

El silencio de los insectos: una crisis ignorada que amenaza nuestro futuro

Si combinamos la tecnología con un compromiso genuino por la preservación ambiental, quizá las generaciones futuras podrán seguir escuchando el canto de los insectos bajo un cielo lleno de estrellas

¿Recuerdas aquellas noches en el campo o junto al mar, donde el canto de los grillos y otros insectos formaba una sinfonía natural? Para muchos, esos momentos evocan recuerdos imborrables de una conexión íntima con la naturaleza. Aunque hoy esa melodía se está desvaneciendo, porque los insectos, habitantes diminutos pero vitales del planeta, están disminuyendo a un ritmo alarmante, y sorprendentemente, pocos parecen notarlo.

Gran parte de nuestra vida cotidiana depende de estos pequeños seres. Según el catálogo de polinizadores del Museo Universum, un tercio de nuestra alimentación depende directamente de la polinización, un proceso en el que los insectos desempeñan un papel crucial. Sin ellos, los cultivos que nos proporcionan frutas, verduras y otros alimentos básicos no prosperarán. La falta de polinización pondría en riesgo la seguridad alimentaria mundial, afectando a millones de personas.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se proyecta que habrá 9.7 mil millones de personas en la Tierra para 2050. Esto significa que la producción de alimentos deberá aumentar en un 70 por ciento para poder alimentar a todos. La industria alimentaria ya está encontrando formas de enfrentar este desafío. Nuevos alimentos, que pueden variar desde insectos —respaldados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)— hasta microalgas e incluso carne artificial están comenzando a aparecer en las estanterías de nuestros supermercados.

Además de su papel en la agricultura, los insectos son esenciales para mantener el equilibrio de los ecosistemas. Reciclan nutrientes en el suelo y sirven de alimento para numerosas especies. El Centro Alemán de Investigación Integrativa de la Biodiversidad estima que el cambio en el uso del suelo durante el siglo XX ha provocado una pérdida de biodiversidad de entre el 2 y el 11 por ciento.

Esta reducción no sólo es alarmante, sino que también tiene repercusiones directas en la salud de los ecosistemas y por ende en nuestra propia existencia. Sin acción inmediata, el cambio climático podría intensificar esta crisis ambiental ya en curso.


Su importancia para el ecosistema

Los insectos son los polinizadores por excelencia y constituyen una fuente crucial de alimento para muchas especies. Un informe de la ONU revela que más del 40 por ciento de las especies de insectos están en declive, y un tercio de ellas enfrenta el peligro de extinción. Alarmantemente, la tasa de desaparición de los insectos es ocho veces mayor que la de mamíferos, aves y reptiles. Si esta tendencia persiste, podríamos perder a los insectos en menos de un siglo.

Puedes leer: Buscan devolverle a la CDMX su flora nativa

Los grupos más afectados incluyen lepidópteros, himenópteros y escarabajos del estiércol, así como ciertos insectos acuáticos. Un estudio de la Revista Mexicana de Biodiversidad destaca que más del 87 por ciento de las plantas con flores dependen de la polinización animal, lo que subraya la vital importancia de los insectos y la urgente necesidad de protegerlos. Su extinción tendría un efecto dominó en las cadenas alimenticias, amenazando la supervivencia de muchas otras especies, incluida la nuestra.


La Inteligencia Artificial: una guardiana de los insectos

Ante este panorama, la Inteligencia Artificial (IA) emerge como una herramienta clave para entender y mitigar esta crisis. Un ejemplo notable es el proyecto Arise, una colaboración entre Capgemini, el Centro de Biodiversidad Naturalis y Amazon Web Services (AWS). Este proyecto utiliza grabaciones acústicas y algoritmos de IA para identificar y rastrear especies de insectos, proporcionando información esencial sobre la salud de sus poblaciones.

Los modelos avanzados desarrollados por Capgemini optimizan la identificación de insectos mediante sonidos, procesando terabytes de datos en sólo 24 horas. Según Niraj Parihar, CEO de Capgemini Insights & Data, la IA ha mejorado significativamente la precisión en la identificación acústica de insectos, alcanzando niveles cercanos al 92 por ciento.

Esa exactitud es fundamental para detectar especies que, de otro modo, podrían pasar desapercibidas, marcando una diferencia en los esfuerzos de conservación.

El monitoreo acústico, facilitado por la IA, se está convirtiendo en una herramienta esencial en la conservación. Al grabar y analizar los sonidos de los insectos, los científicos pueden estudiar su comportamiento sin perturbar sus hábitats. Esto es crucial tanto para la preservación de las especies como para la agricultura, ya que permite a los agricultores detectar plagas y optimizar el uso de pesticidas. Este enfoque integrado puede desarrollar prácticas agrícolas más sostenibles, protegiendo tanto a los cultivos como a los insectos.

Gran parte de nuestra vida cotidiana depende de estos pequeños seres, ya que la falta de polinización pondría en riesgo la seguridad alimentaria mundial


Además de monitorear, la IA tiene la capacidad de predecir cambios futuros en los ecosistemas. Los científicos utilizan algoritmos para modelar cómo podrían evolucionar estos sistemas en las próximas décadas, anticipando problemas y proponiendo soluciones antes de que sea demasiado tarde. Este tipo de previsión es esencial en un contexto de cambio climático y pérdida de biodiversidad, donde cada decisión puede tener un impacto duradero.

La IA también juega un papel crucial en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Se están desarrollando tecnologías basadas en IA para monitorear la contaminación, reducir el consumo energético y mejorar nuestra comprensión del cambio climático. Muchos gobiernos están comenzando a integrar la IA en sus estrategias de protección ambiental, y la combinación de esta tecnología con el Internet de las Cosas (IoT) promete ser vital para crear un futuro más sostenible.

El biólogo E.O. Wilson, conocido como el "padre de la biodiversidad", advirtió que la desaparición de los insectos llevaría al colapso del mundo natural. Esta afirmación resuena con urgencia hoy, ya que la evidencia indica un declive acelerado en las poblaciones de insectos en todo el mundo. La extinción de estos seres no es solo un problema ambiental, sino una crisis que podría desencadenar un colapso en los sistemas de soporte de vida en nuestro planeta.

El proyecto Arise, que incluye colaboración entre Naturalis, el Instituto de Biodiversidad y Dinámica de Ecosistemas de la Universidad de Ámsterdam, el Instituto de Biodiversidad Fúngica de Westerdijk y la Universidad de Twente, busca permitir el reconocimiento de cualquier especie natural en cualquier lugar, utilizando tecnología de ADN, sensores y algoritmos de IA. Su ambicioso objetivo es recopilar para 2030 toda la información relevante sobre la biodiversidad de los Países Bajos en una plataforma centralizada, accesible con un solo clic.

La IA promete avances significativos, aunque su uso debe gestionarse con cuidado para evitar efectos contraproducentes. Dan Stowell, de Naturalis, señala que monitorear insectos es una tarea compleja debido a la enorme diversidad de especies y su diminuto tamaño. Sin embargo, el aprendizaje automático está transformando este campo, permitiendo identificar especies a partir de grabaciones de audio.

Aunque se han logrado avances significativos, aún queda mucho por mejorar para que estas tecnologías se implementen a nivel global. Para enfrentar este reto, será vital la colaboración entre científicos, tecnólogos y conservacionistas.

Naturalis participó en el Global Data Science Challenge (GDSC), organizado por Capgemini en colaboración con AWS, donde más de mil 500 participantes trabajaron en soluciones innovadoras para la identificación de insectos. Analizando cinco horas de grabaciones de 66 especies, los equipos desarrollaron una IA capaz de reconocer insectos a través de sus sonidos. El resultado fue notable: la precisión de los algoritmos mejoró del 76 al 92 por ciento, demostrando que la IA puede ser una aliada poderosa frente a los desafíos ecológicos a gran escala.

El impacto de la IA en la protección de insectos apenas está comenzando a vislumbrarse. A medida que proyectos como Arise avanzan, la capacidad de monitorear y conservar poblaciones de insectos será cada vez más efectiva. Sin embargo, preservar la biodiversidad requerirá un esfuerzo global concertado, donde gobiernos, organizaciones y ciudadanos trabajen de la mano.

Y mientras que la IA también se desarrolla, emergen nuevos desafíos. Según Market Research Future, se estima que la industria de la inteligencia artificial crecerá a mil 589.6 mil millones de dólares para 2030. Este crecimiento trae consigo la necesidad de equilibrar los beneficios tecnológicos con la responsabilidad ambiental. Según Goldman Sachs, se proyecta que para 2030, el consumo de energía en los centros de datos aumentará en un 160 por ciento, lo que añade una nueva capa de presión sobre los recursos naturales.

Por ello, se enfatiza que la relación entre tecnología y naturaleza debe ser responsable. Solo así podremos enfrentar la crisis que afecta a los insectos y, en consecuencia, al equilibrio de nuestro planeta.

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El silencio de los insectos es más que una señal de alarma; es un llamado urgente a la acción. La pérdida de biodiversidad y la crisis de polinización son problemas que no podemos ignorar. La IA, aun en sus primeras etapas, ofrece una oportunidad para revertir esta tendencia.

Si logramos combinar tecnología e innovación con un compromiso genuino por la preservación ambiental, quizá las generaciones futuras podrán seguir escuchando el canto de los insectos, símbolo de un ecosistema vivo y saludable, bajo un cielo lleno de estrellas.

¿Recuerdas aquellas noches en el campo o junto al mar, donde el canto de los grillos y otros insectos formaba una sinfonía natural? Para muchos, esos momentos evocan recuerdos imborrables de una conexión íntima con la naturaleza. Aunque hoy esa melodía se está desvaneciendo, porque los insectos, habitantes diminutos pero vitales del planeta, están disminuyendo a un ritmo alarmante, y sorprendentemente, pocos parecen notarlo.

Gran parte de nuestra vida cotidiana depende de estos pequeños seres. Según el catálogo de polinizadores del Museo Universum, un tercio de nuestra alimentación depende directamente de la polinización, un proceso en el que los insectos desempeñan un papel crucial. Sin ellos, los cultivos que nos proporcionan frutas, verduras y otros alimentos básicos no prosperarán. La falta de polinización pondría en riesgo la seguridad alimentaria mundial, afectando a millones de personas.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se proyecta que habrá 9.7 mil millones de personas en la Tierra para 2050. Esto significa que la producción de alimentos deberá aumentar en un 70 por ciento para poder alimentar a todos. La industria alimentaria ya está encontrando formas de enfrentar este desafío. Nuevos alimentos, que pueden variar desde insectos —respaldados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)— hasta microalgas e incluso carne artificial están comenzando a aparecer en las estanterías de nuestros supermercados.

Además de su papel en la agricultura, los insectos son esenciales para mantener el equilibrio de los ecosistemas. Reciclan nutrientes en el suelo y sirven de alimento para numerosas especies. El Centro Alemán de Investigación Integrativa de la Biodiversidad estima que el cambio en el uso del suelo durante el siglo XX ha provocado una pérdida de biodiversidad de entre el 2 y el 11 por ciento.

Esta reducción no sólo es alarmante, sino que también tiene repercusiones directas en la salud de los ecosistemas y por ende en nuestra propia existencia. Sin acción inmediata, el cambio climático podría intensificar esta crisis ambiental ya en curso.


Su importancia para el ecosistema

Los insectos son los polinizadores por excelencia y constituyen una fuente crucial de alimento para muchas especies. Un informe de la ONU revela que más del 40 por ciento de las especies de insectos están en declive, y un tercio de ellas enfrenta el peligro de extinción. Alarmantemente, la tasa de desaparición de los insectos es ocho veces mayor que la de mamíferos, aves y reptiles. Si esta tendencia persiste, podríamos perder a los insectos en menos de un siglo.

Puedes leer: Buscan devolverle a la CDMX su flora nativa

Los grupos más afectados incluyen lepidópteros, himenópteros y escarabajos del estiércol, así como ciertos insectos acuáticos. Un estudio de la Revista Mexicana de Biodiversidad destaca que más del 87 por ciento de las plantas con flores dependen de la polinización animal, lo que subraya la vital importancia de los insectos y la urgente necesidad de protegerlos. Su extinción tendría un efecto dominó en las cadenas alimenticias, amenazando la supervivencia de muchas otras especies, incluida la nuestra.


La Inteligencia Artificial: una guardiana de los insectos

Ante este panorama, la Inteligencia Artificial (IA) emerge como una herramienta clave para entender y mitigar esta crisis. Un ejemplo notable es el proyecto Arise, una colaboración entre Capgemini, el Centro de Biodiversidad Naturalis y Amazon Web Services (AWS). Este proyecto utiliza grabaciones acústicas y algoritmos de IA para identificar y rastrear especies de insectos, proporcionando información esencial sobre la salud de sus poblaciones.

Los modelos avanzados desarrollados por Capgemini optimizan la identificación de insectos mediante sonidos, procesando terabytes de datos en sólo 24 horas. Según Niraj Parihar, CEO de Capgemini Insights & Data, la IA ha mejorado significativamente la precisión en la identificación acústica de insectos, alcanzando niveles cercanos al 92 por ciento.

Esa exactitud es fundamental para detectar especies que, de otro modo, podrían pasar desapercibidas, marcando una diferencia en los esfuerzos de conservación.

El monitoreo acústico, facilitado por la IA, se está convirtiendo en una herramienta esencial en la conservación. Al grabar y analizar los sonidos de los insectos, los científicos pueden estudiar su comportamiento sin perturbar sus hábitats. Esto es crucial tanto para la preservación de las especies como para la agricultura, ya que permite a los agricultores detectar plagas y optimizar el uso de pesticidas. Este enfoque integrado puede desarrollar prácticas agrícolas más sostenibles, protegiendo tanto a los cultivos como a los insectos.

Gran parte de nuestra vida cotidiana depende de estos pequeños seres, ya que la falta de polinización pondría en riesgo la seguridad alimentaria mundial


Además de monitorear, la IA tiene la capacidad de predecir cambios futuros en los ecosistemas. Los científicos utilizan algoritmos para modelar cómo podrían evolucionar estos sistemas en las próximas décadas, anticipando problemas y proponiendo soluciones antes de que sea demasiado tarde. Este tipo de previsión es esencial en un contexto de cambio climático y pérdida de biodiversidad, donde cada decisión puede tener un impacto duradero.

La IA también juega un papel crucial en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Se están desarrollando tecnologías basadas en IA para monitorear la contaminación, reducir el consumo energético y mejorar nuestra comprensión del cambio climático. Muchos gobiernos están comenzando a integrar la IA en sus estrategias de protección ambiental, y la combinación de esta tecnología con el Internet de las Cosas (IoT) promete ser vital para crear un futuro más sostenible.

El biólogo E.O. Wilson, conocido como el "padre de la biodiversidad", advirtió que la desaparición de los insectos llevaría al colapso del mundo natural. Esta afirmación resuena con urgencia hoy, ya que la evidencia indica un declive acelerado en las poblaciones de insectos en todo el mundo. La extinción de estos seres no es solo un problema ambiental, sino una crisis que podría desencadenar un colapso en los sistemas de soporte de vida en nuestro planeta.

El proyecto Arise, que incluye colaboración entre Naturalis, el Instituto de Biodiversidad y Dinámica de Ecosistemas de la Universidad de Ámsterdam, el Instituto de Biodiversidad Fúngica de Westerdijk y la Universidad de Twente, busca permitir el reconocimiento de cualquier especie natural en cualquier lugar, utilizando tecnología de ADN, sensores y algoritmos de IA. Su ambicioso objetivo es recopilar para 2030 toda la información relevante sobre la biodiversidad de los Países Bajos en una plataforma centralizada, accesible con un solo clic.

La IA promete avances significativos, aunque su uso debe gestionarse con cuidado para evitar efectos contraproducentes. Dan Stowell, de Naturalis, señala que monitorear insectos es una tarea compleja debido a la enorme diversidad de especies y su diminuto tamaño. Sin embargo, el aprendizaje automático está transformando este campo, permitiendo identificar especies a partir de grabaciones de audio.

Aunque se han logrado avances significativos, aún queda mucho por mejorar para que estas tecnologías se implementen a nivel global. Para enfrentar este reto, será vital la colaboración entre científicos, tecnólogos y conservacionistas.

Naturalis participó en el Global Data Science Challenge (GDSC), organizado por Capgemini en colaboración con AWS, donde más de mil 500 participantes trabajaron en soluciones innovadoras para la identificación de insectos. Analizando cinco horas de grabaciones de 66 especies, los equipos desarrollaron una IA capaz de reconocer insectos a través de sus sonidos. El resultado fue notable: la precisión de los algoritmos mejoró del 76 al 92 por ciento, demostrando que la IA puede ser una aliada poderosa frente a los desafíos ecológicos a gran escala.

El impacto de la IA en la protección de insectos apenas está comenzando a vislumbrarse. A medida que proyectos como Arise avanzan, la capacidad de monitorear y conservar poblaciones de insectos será cada vez más efectiva. Sin embargo, preservar la biodiversidad requerirá un esfuerzo global concertado, donde gobiernos, organizaciones y ciudadanos trabajen de la mano.

Y mientras que la IA también se desarrolla, emergen nuevos desafíos. Según Market Research Future, se estima que la industria de la inteligencia artificial crecerá a mil 589.6 mil millones de dólares para 2030. Este crecimiento trae consigo la necesidad de equilibrar los beneficios tecnológicos con la responsabilidad ambiental. Según Goldman Sachs, se proyecta que para 2030, el consumo de energía en los centros de datos aumentará en un 160 por ciento, lo que añade una nueva capa de presión sobre los recursos naturales.

Por ello, se enfatiza que la relación entre tecnología y naturaleza debe ser responsable. Solo así podremos enfrentar la crisis que afecta a los insectos y, en consecuencia, al equilibrio de nuestro planeta.

➡️Suscríbete al newsletter y recibe las noticias más relevantes sobre el medio ambiente

El silencio de los insectos es más que una señal de alarma; es un llamado urgente a la acción. La pérdida de biodiversidad y la crisis de polinización son problemas que no podemos ignorar. La IA, aun en sus primeras etapas, ofrece una oportunidad para revertir esta tendencia.

Si logramos combinar tecnología e innovación con un compromiso genuino por la preservación ambiental, quizá las generaciones futuras podrán seguir escuchando el canto de los insectos, símbolo de un ecosistema vivo y saludable, bajo un cielo lleno de estrellas.

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