La agricultura sustentable, con uso reducido o nulo de agroquímicos y cero herbicidas como el glifosato y el paraquat, es una alternativa viable y realista para los productores en México, incluso para los de tipo comercial en escalas medias y grandes, interesados en obtener ganancias y exportar.
Así lo manifestó el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Suárez Carrera, quien afirmó que experiencias de producción sustentable de maíz y soya en Sinaloa; naranja en Veracruz y plátano en Chiapas.
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Lo demuestran el empuje de empresarios agrícolas que buscan rentabilidad pero lo hacen con “ética, con conciencia social y humana y su actividad no es a costa del medio ambiente y de la diversidad biológica, del agua y no generan enfermedad y muerte”.
Al participar en la conferencia 22 del ciclo Autosuficiencia Alimentaria e Innovación Tecnológica con Prácticas Sustentables, que organiza la Sader, comentó que el reto es masificar este tipo de experiencias.
“Queremos convertir esas islas en continentes y que en el futuro las islas correspondan a quienes quieren seguir anclados en el pasado”, aquellos que advierten equivocadamente hoy que eliminar el glifosato significa reducir el abasto alimentario y engrosar importaciones.
A su vez, el director de la región sureste del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Luis García Barrios, explicó la trascendencia del decreto presidencial del 31 de diciembre de 2020, que ordena la eliminación gradual del glifosato, sustancia activa de herbicidas que se usa de forma muy extendida en la agricultura comercial.
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Recordó que este decreto no surgió de la nada, sino que investigaciones del Conacyt mostraron evidencias científicas de daños y riesgos por el uso del glifosato.
La decisión de eliminar su uso gradualmente de aquí al 2024, dijo, se enmarca en el interés gubernamental de construir nuevos compromisos éticos hacia la salud humana, la integridad ambiental, la justicia social, la soberanía alimentaria, la independencia tecnológica y la autodeterminación económica.
Apuntó que entre los elementos disponibles para lograr todo lo anterior, figuran programas públicos que promueven de forma participativa, agricultura y alimentación sana.
Y el productor de Sinaloa, Claudio Beltrán Ramírez, habló de su experiencia sobre 600 hectáreas de maíz con el sistema de Agricultura Campesina de Conocimientos Integrados y Manejo Integrado de Cultivos Inducidos (ACCI-MICI), que implica reducción o cero agroquímicos y prescindir totalmente del glifosato.
Este sistema, comentó, le permitió reducir los costos de producción de maíz por hectárea de un rango de 42 mil a 45 mil pesos por hectárea a uno de 32 mil a 35 mil pesos con aumento en los rendimientos.
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Leonel Ibarra Primero, del municipio de Navolato, se refirió al regreso en 2019, del cultivo de soya al centro del Estado de Sinaloa, después de 25 años de prohibición por razones fitosanitarias. Ahora se utiliza el mismo sistema de cero agroquímicos y mucho menos glifosato. En su lugar se utilizan microorganismos, lombricomposta y control biológico de plagas.
En 2019 se sembraron de la oleaginosa 72 hectáreas; el año pasado fueron 411 hectáreas y para este 2021 se prevén entre 500 y 600 hectáreas.