PARÍS. La civilización de los combustibles fósiles se derrumbará hacia 2028 y será sustituida por una nueva economía centrada en la energía solar, la eólica y la digitalización, y que se alejará de la nuclear, predice el economista estadounidense Jeremy Rifkin.
"La civilización de los combustibles fósiles, que son la base de las dos primeras revoluciones industriales, colapsa en tiempo real", declaró a la AFP en París el autor de The Green New Deal. Jeremy Rifkin, quien ha asesorado a líderes europeos y a dirigentes chinos, parte de la base de que "la energía solar y eólica se están volviendo tan baratas que su coste medio es actualmente inferior al de la energía nuclear, el petróleo, el carbón e incluso el gas natural".
"Es un punto de inflexión y empezamos a ver billones de dólares de activos perdidos en el complejo mundial de las energías fósiles", subraya.
"Los activos perdidos son los derechos de exploración (petrolera y del gas) que al final no se usarán, todos los hidrocarburos que nunca serán extraídos, todas las tuberías que se abandonarán, las centrales eléctricas que no se usarán porque nunca serán amortizadas".
Para él, el mercado actúa como "una fuerza poderosa" en este cambio: "11 billones de dólares ya se han desviado rápidamente de las energías fósiles, pues los inversores no quieren perder su dinero".
Además, el economista destaca que el banco estadounidense Citigroup "estima que podría haber 100 mil activos perdidos. Es la burbuja más grande de la historia económica".
El economista está convencido de que surgirá una nueva forma de capitalismo porque "la naturaleza de la infraestructura es la que determina la naturaleza del sistema económico".
En su opinión, el futuro se basará en tres infraestructuras que reunirán a la población tanto a nivel local como mundial. Lo llama la "glocalización": redes de comunicación a través de teléfonos inteligentes, energías renovables (producidas de forma descentralizada y distribuidas por redes inteligentes) y, por último, los transportes eléctricos o con pilas de combustible, integrados en cadenas logísticas inteligentes.
Para ello, habrá que gestionar muchos datos. No los administrarán empresas como Google, Facebook o Amazon -estimasino que estarán controlados por asambleas de expertos nombrados por políticos locales o regionales.
Rifkin considera que los políticos desempeñarán un papel importante. "Son los gobiernos los que crean la infraestructura para la revolución industrial del siglo XXI. Los Estados deben crear bancos verdes" y emitir obligaciones verdes que "serán compradas por todos esos fondos de inversiones" que buscan "rendimiento a largo plazo, estable".
Por el contrario "no se precisan nuevos impuestos", aseguró en la capital de Francia, casi un año después de que estallara la crisis de los chalecos amarillos, un movimiento de protesta surgido a raíz de una subida de las tasas del carburante, que el gobierno francés acabó anulando.
Con estas infraestructuras, millones de personas, asociaciones y pequeñas empresas podrán "crear cooperativas para su energía solar y eólica y reinyectar lo que no usen en un internet de energía renovable cada vez más digital que podría traspasar países y hasta continentes". Esto es el fin de la energía centralizada.
"Construir una nueva central eléctrica es completamente absurdo: el precio real de la energía nuclear durante la vida útil de una central es de 112 dólares por megavatio", contra "entre 29 y 40 dólares por megavatio" para la solar y la eólica.
Y hay otro problema: la falta de agua. "Una parte importante del agua se usa para enfriar los reactores, pero con el cambio climático, el agua de los ríos y de los lagos se calienta" y acabará siendo inservible en verano para enfriar las plantas nucleares, advierte.