/ miércoles 4 de diciembre de 2024

Ignorar la contaminación de los plásticos nos saldrá caro

Las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero que produce la industria del plástico siguen aumentando de forma alarmante, lo que puede desatar una crisis de salud humana

Cuando compramos una botella de refresco o una barra de chocolate, el precio quizá no nos cueste un ojo de la cara. Pero, ¿qué pasa si en la caja del supermercado tenemos en cuenta el coste real del envase de plástico? Por ejemplo, el coste de limpiar la contaminación que genera la fabricación de ese plástico, o el coste de gestionar el envase cuando lo tiramos a la basura, o incluso las facturas médicas que se acumulan debido a las amenazas a la salud humana relacionadas con los plásticos.

Y no olvidemos el coste de los daños infligidos a la vida terrestre y marina, además de a ecosistemas enteros. Ese recibo sería de un kilómetro de largo.

Del 25 de noviembre al 1 de diciembre, representantes de 175 países se reunieron en Busan, Corea del Sur, para la quinta ronda de negociaciones sobre un tratado mundial sobre plásticos. Las conversaciones no lograron producir un acuerdo y se reanudarán el año próximo.

La cuestión más controvertida es si el tratado incluirá o no objetivos vinculantes para reducir la producción de plástico. Aunque el consenso científico es que reducir la producción es esencial para resolver los riesgos medioambientales y sanitarios que plantea, algunos países se preocupan por los posibles impactos negativos en sus economías.

Sin embargo, las investigaciones que hemos llevado en los campos de la economía y las ciencias medioambientales sugieren que los países deberían preocuparse por lo contrario: que no reducir la producción de plástico podría suponer una amenaza económica aún mayor.

Millones de personas ya sufren enfermedades relacionadas con la exposición a sustancias químicas presentes en los plásticos

La incesante producción de plásticos está generando una contaminación con impactos cada vez más graves, lo que genera costes sustanciales a medida que se multiplican las crisis que desencadena. En cuanto al clima, se estima que la industria del plástico representó el 5.3 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 2019. Aunque si no se toman medidas, estas emisiones podrían duplicarse o incluso triplicarse de aquí a 2050.

Puedes leer: ¿Debemos confiar en las empresas que dicen reciclar sus plásticos?

En cuanto a los daños medioambientales, el impacto en la biodiversidad es alarmante. Los microplásticos, resultantes de la descomposición de los residuos plásticos, se encuentran actualmente en el 26 por ciento de los peces marinos, una cifra que se ha duplicado en la última década. Y ya se está desatando una crisis de salud humana: por ejemplo, una estimación de 2010 determinó que al menos 1.8 millones de personas en la Unión Europea sufrían enfermedades relacionadas con la exposición a sustancias químicas presentes en los plásticos.

Los costos de la crisis del plástico

En primer lugar, están los costos de recolección, clasificación, reciclaje y eliminación de los desechos plásticos municipales. Se estima que estos oscilarán entre 643 mil millones y 1.61 billones de dólares a nivel mundial de aquí al 2040.

También están los daños a los entornos marinos y terrestres. Las tortugas, los peces, las aves marinas y un sinnúmero de otras especies sufren daños por la ingestión de desechos plásticos. Se estima que los costos de estos daños ecológicos oscilan entre 1.86 billones y 268.5 billones de dólares durante el mismo período.

La contaminación plástica también tiene impactos significativos en la salud humana. Se estima que las enfermedades relacionadas con estas sustancias químicas cuestan anualmente entre 384 mil y 403 mil millones de dólares en Estados Unidos, 44 mil millones en la Unión Europea y 18 mil millones en Canadá, a precios de 2010. Pero si se ajustan a la actualidad estos costes ascienden a entre 11.21 y 11.69 billones de dólares.

La ciencia recomienda reducir la producción de plásticos, pero a algunos países les preocupa más el impacto que esto tendría en sus economías

En una economía post-plásticos, solo los productos esenciales (como los tubos intravenosos, por ejemplo) seguirían utilizándose, mientras que otros, como los plásticos de un solo uso, quedarían prohibidos. También se implementarían esquemas locales de depósito y devolución para artículos reutilizables, como botellas, cubiertos, vasos, recipientes para alimentos, bandejas y envases.

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Centrarse en soluciones locales es clave para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con el transporte de larga distancia. Sin embargo, este enfoque debe ampliarse a nivel mundial para lograr el máximo impacto. Este cambio crearía un sector entero centrado en la reutilización de envases y embalajes, impulsando el crecimiento económico de una manera que beneficie a todos sin dañar la salud humana ni los ecosistemas.

Si los líderes que no actuaron durante las negociaciones del tratado en Busan vuelven a hacerlo durante la próxima ronda de discusiones, los ciudadanos consumidores pagarán el precio durante las próximas décadas. Con el costo de la contaminación plástica aumentando cada año, no podemos permitirnos esperar.

* Miembro de la Coalición científica para el plástico eficiente de la Universidad de Versailles. Traducción de El Sol de México.

Cuando compramos una botella de refresco o una barra de chocolate, el precio quizá no nos cueste un ojo de la cara. Pero, ¿qué pasa si en la caja del supermercado tenemos en cuenta el coste real del envase de plástico? Por ejemplo, el coste de limpiar la contaminación que genera la fabricación de ese plástico, o el coste de gestionar el envase cuando lo tiramos a la basura, o incluso las facturas médicas que se acumulan debido a las amenazas a la salud humana relacionadas con los plásticos.

Y no olvidemos el coste de los daños infligidos a la vida terrestre y marina, además de a ecosistemas enteros. Ese recibo sería de un kilómetro de largo.

Del 25 de noviembre al 1 de diciembre, representantes de 175 países se reunieron en Busan, Corea del Sur, para la quinta ronda de negociaciones sobre un tratado mundial sobre plásticos. Las conversaciones no lograron producir un acuerdo y se reanudarán el año próximo.

La cuestión más controvertida es si el tratado incluirá o no objetivos vinculantes para reducir la producción de plástico. Aunque el consenso científico es que reducir la producción es esencial para resolver los riesgos medioambientales y sanitarios que plantea, algunos países se preocupan por los posibles impactos negativos en sus economías.

Sin embargo, las investigaciones que hemos llevado en los campos de la economía y las ciencias medioambientales sugieren que los países deberían preocuparse por lo contrario: que no reducir la producción de plástico podría suponer una amenaza económica aún mayor.

Millones de personas ya sufren enfermedades relacionadas con la exposición a sustancias químicas presentes en los plásticos

La incesante producción de plásticos está generando una contaminación con impactos cada vez más graves, lo que genera costes sustanciales a medida que se multiplican las crisis que desencadena. En cuanto al clima, se estima que la industria del plástico representó el 5.3 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 2019. Aunque si no se toman medidas, estas emisiones podrían duplicarse o incluso triplicarse de aquí a 2050.

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En cuanto a los daños medioambientales, el impacto en la biodiversidad es alarmante. Los microplásticos, resultantes de la descomposición de los residuos plásticos, se encuentran actualmente en el 26 por ciento de los peces marinos, una cifra que se ha duplicado en la última década. Y ya se está desatando una crisis de salud humana: por ejemplo, una estimación de 2010 determinó que al menos 1.8 millones de personas en la Unión Europea sufrían enfermedades relacionadas con la exposición a sustancias químicas presentes en los plásticos.

Los costos de la crisis del plástico

En primer lugar, están los costos de recolección, clasificación, reciclaje y eliminación de los desechos plásticos municipales. Se estima que estos oscilarán entre 643 mil millones y 1.61 billones de dólares a nivel mundial de aquí al 2040.

También están los daños a los entornos marinos y terrestres. Las tortugas, los peces, las aves marinas y un sinnúmero de otras especies sufren daños por la ingestión de desechos plásticos. Se estima que los costos de estos daños ecológicos oscilan entre 1.86 billones y 268.5 billones de dólares durante el mismo período.

La contaminación plástica también tiene impactos significativos en la salud humana. Se estima que las enfermedades relacionadas con estas sustancias químicas cuestan anualmente entre 384 mil y 403 mil millones de dólares en Estados Unidos, 44 mil millones en la Unión Europea y 18 mil millones en Canadá, a precios de 2010. Pero si se ajustan a la actualidad estos costes ascienden a entre 11.21 y 11.69 billones de dólares.

La ciencia recomienda reducir la producción de plásticos, pero a algunos países les preocupa más el impacto que esto tendría en sus economías

En una economía post-plásticos, solo los productos esenciales (como los tubos intravenosos, por ejemplo) seguirían utilizándose, mientras que otros, como los plásticos de un solo uso, quedarían prohibidos. También se implementarían esquemas locales de depósito y devolución para artículos reutilizables, como botellas, cubiertos, vasos, recipientes para alimentos, bandejas y envases.

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Centrarse en soluciones locales es clave para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con el transporte de larga distancia. Sin embargo, este enfoque debe ampliarse a nivel mundial para lograr el máximo impacto. Este cambio crearía un sector entero centrado en la reutilización de envases y embalajes, impulsando el crecimiento económico de una manera que beneficie a todos sin dañar la salud humana ni los ecosistemas.

Si los líderes que no actuaron durante las negociaciones del tratado en Busan vuelven a hacerlo durante la próxima ronda de discusiones, los ciudadanos consumidores pagarán el precio durante las próximas décadas. Con el costo de la contaminación plástica aumentando cada año, no podemos permitirnos esperar.

* Miembro de la Coalición científica para el plástico eficiente de la Universidad de Versailles. Traducción de El Sol de México.

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