Gambia, como muchos de sus vecinos de África Occidental, ha adoptado la lucrativa producción de harina de pescado. Pero la floreciente industria de la acuicultura, ampliamente aclamada por los conservacionistas como la mejor esperanza para frenar el agotamiento de los océanos, está contaminando las aguas, diezmando las poblaciones de peces y amenazando la vida de millones de personas en todo el mundo.
Playa Paraíso, conocida en otra época por su arena dorada y sus aguas cristalinas, se ha transformado en una zona muerta con millones de peces en descomposición.
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Ante esas imágenes impactantes, con la playa llena de peces muertos, un microbiólogo llamado Ahmed, me dice:
“Preguntamos a la gente mayor, pero nadie había visto algo así… Nadie en toda su vida. Y la gente cree en cosas sobrenaturales, así que dijeron que era un mal presagio”.
Cangrejos, peces, todo estaba completamente muerto, incluso todas las plantas en la zona estaban muertas… Todos murieron, no queda ni un ser vivo en esa agua
Mustapha Manneh, periodista
“Cangrejos, peces, todo estaba completamente muerto, incluso todas las plantas en la zona estaban muertas, se habían vuelto rojas. Todos murieron, no queda ni un ser vivo en esa agua”, me dice el periodista local Mustapha Manneh.
A la gente del lugar no le ha llevado mucho tiempo relacionar esas escenas apocalípticas con las fábricas chinas que ahora están por todos lados en la costa.
Son plantas de harina de pescado que prometen empleo, infraestructura, y una posible solución a la crisis alimentaria mundial. ¿Pero a qué precio?
Los 5 mil 500 kilómetros de costa de África Occidental albergan algunas de las aguas con más biodiversidad del mundo. Esta costa también es vital para la economía de la región.
En 1880 los británicos desplegaron los primeros barcos de arrastre a vapor y en una década vaciaron poblaciones de peces que había llevado siglos formar, así que tuvieron que ir mar adentro para pescar más
Daniel Pauly, Universidad de British Columbia
Desde Mauritania a Liberia, más de 7 millones de personas dependen de la pesca para su subsistencia. Los pescadores artesanales han trabajado durante siglos de acuerdo con los ritmos de la naturaleza, con una abundancia de peces que mantenía a los caladeros locales en buen estado.
Hasta que comenzó la pesca industrial de los extranjeros.
“Tenemos que empezar la historia quizás en 1880, cuando los británicos desplegaron los primeros barcos de arrastre a vapor y en una década más o menos vaciaron poblaciones de peces que había llevado siglos formar, en torno a las Islas Británicas”, me dice Daniel Pauly, Profesor de Ciencias de la Pesca de la Universidad de British Columbia.
“Así que tuvieron que ir mar adentro para pescar más. Ese fenómeno se reprodujo más o menos de forma similar en todos los países del mundo. Y la biomasa, que es la cantidad de peces en el agua, se ha reducido… Hemos terminado con el 90 por ciento de los peces grandes, eso es algo muy difícil de entender para la gente”, agrega el académico.
Con el agotamiento de los caladeros, apareció una solución aparentemente esperanzadora: El cultivo de peces en tierra.
Se suele defender a la acuicultura como un método sostenible y como una forma de alimentar al mundo que tiene un gran potencial de crecimiento. Pero hay trampa: la industria suele usar harina de pescado salvaje para engordar a sus peces de piscifactoría y poder venderlos más rápidamente.
La harina de pescado es un alimento poco eficiente que está agravando el agotamiento de los caladeros marinos
La harina de pescado es un alimento poco eficiente que en los hechos está agravando el agotamiento de los caladeros marinos en vez de ralentizarlo.
“La harina de pescado es un producto que se fabrica a partir de peces pequeños. Los trituran, no es el tratamiento que se le da al pescado para consumo humano, los introducen en una máquina trituradora, luego los secan en una planta de reducción, y así se obtiene la harina”, dice Daniel.
Con la implacable demanda de China llevando a máximos históricos el precio de la harina de pescado, las empresas han puesto sus miras en África Occidental como nueva fuente de aprovisionamiento.
Gambia es el objetivo, sus reservas de pescado siguen siendo relativamente robustas en comparación con las del resto de los mares. Pero Gambia es uno de los países más pobres del mundo y sus aguas jurisdiccionales están entre las menos vigiladas.
Mi equipo y yo fuimos con el periodista local Mustafa Manneh, que lleva años investigando el impacto de 14 fábricas de harina de pescado que se han instalado en Gambia y países vecinos.
- Ian: ¿Dónde estamos ahora?
- Mustapha: En Gunjur, justo al lado de la factoría 'Golden Lead'.
- Periodista: ¿Crees que es seguro que intente tomar algunas imágenes con este teléfono sin que nadie se de cuenta?
- Mustapha: Es arriesgado… Es muy arriesgado, porque te pueden atacar, te pueden agredir. Son muy agresivos, no se andan con contemplaciones… Las cámaras tienen que permanecer guardadas.
Esta industria no sólo está creando un problema de seguridad alimentaria. También arruina el turismo local con los aromas fétidos que emite y contamina las aguas de la zona con los residuos tóxicos de las fábricas.
Un equipo de la televisión local hizo algunas filmaciones del proceso. Pero hay algo profundamente preocupante de lo que no se habló, era la cantidad de químicos que la fábrica empleaba para transformar al pescado en harina.
Los efectos sobre el medio ambiente han sido catastróficos. Con humos tóxicos y aguas teñidas de rojo.
El microbiólogo Ahmed Manjang analizó el agua y encontró que contenía el doble de arsénico y cuarenta veces la cantidad de fosfatos y nitratos que se consideran seguros.
Los lugareños sabotearon una tubería que bombeaba los residuos al océano. Pero arrestaron a los activistas y la tubería fue puesta a trabajar de nuevo.
-¿Por qué crees que pueden infringir la ley sin que haya consecuencias?
-Porque Gambia tiene una gran deuda política con China.
Fui a casa de Manjang, el microbiólogo que analizó las aguas tóxicas. Ahora también es uno de los que lideran la oposición a las fábricas.
Ahmed Manjang: Los pescadores locales perdieron el control sobre sus peces. Estas harinas de pescado están dejando nuestras comidas sin proteínas.
¿Y qué va a pasar? Acabaremos con una nación desnutrida. Estamos cogiendo el pescado natural, dándoselo a los chinos. Ellos lo convierten en harina, lo envían a China, alimentan a peces de bajo precio y los traen de vuelta a Gambia donde los revenden a un precio elevado.
“El pez bonga que tenemos ahora va a desaparecer. Y para esta comunidad eso será desastroso”, agrega.
El grupo de defensa medioambiental del océano Sea Shepherd comenzó a patrullar las aguas de Gambia para ayudar a la guardia costera. Me invitaron a bordo.
La primera vez que salimos, vimos un barco, no lo reconocíamos, corrimos hacia él, cuando llegamos nos dimos cuenta de repente de que era el barco en el que estábamos más interesados, por su relación con una muy sospechosa planta de harina de pescado en tierra.
Era un barco que tenía el transpondedor apagado, por lo que ya se considera una nave opaca. Pero aún peor, no tenía un registro de pesca.
“Los pesqueros tienen que llevar un diario de navegación, con sus posiciones diarias, los lugares dónde han pescado, y la cantidad de peces… Aquí puedes ver que el último registro es del 21 de enero, y luego no hay nada. Entonces, esto es un barco opaco. Quién sabe dónde pueden haber pescado”.
Los hemos visto navegando toda la mañana. Es una táctica de retraso para que pueda darse a la fuga.
El capitán del barco no fue especialmente cooperativo, la tripulación de Sea Shepherd y los agentes de pesca y de la marina de Gambia le dijeron que estaba bajo arresto y le ordenaron llevar su barco a puerto.
Entonces el segundo barco fue diez veces peor. Había un lugar, era como un lugar en el que había que arrastrarse, donde todas esas personas dormían por la noche.
Pocas cosas me desequilibran últimamente, pero por alguna razón, ver ese lugar fue como una sacudida.
“Un pescador local también testificó que este barco había estado haciendo pesca de arrastre muy cerca de la costa. Además de eso, las condiciones de vida no pueden ser para humanos, ni siquiera para los animales”, me dice otro de los observadores.
Vimos cómo las leyes se violaban impunemente para cumplir con las cuotas impuestas por el gobierno, pero también vimos que estos arrastreros pescan mucho más de lo que demandan las fábricas de harina de pescado, lo que lleva a un gigantesco descarte de peces muertos en el océano.
En zonas como esta, la cantidad de peces en el agua se ha reducido hasta en 90 por ciento
La sobrepesca se queda pudriéndose en el agua, o en las playas, como en Gambia.
Daniel: Nuestra forma de pesca es similar a usar un buldócer para cazar conejos… Y si usas un buldócer para cazar conejos, te vas a quedar sin bosque.
Irónicamente, el uso de la acuicultura está acelerando el mismo problema que se suponía que iba a resolver… En lugar de frenar el agotamiento de los caladeros, la acuicultura lo está acelerando por la producción de harina de pescado.
En última instancia son los pobres y nuestros océanos los que siguen pagando el precio de nuestro apetito implacable.
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“Me he ido y he vuelto, pero nunca estaré lejos, porque creo en una cosa: si Gambia se destruye, se destruirá para nosotros y si Gambia se construye, se construirá para nosotros. Y siempre me hago una pregunta y es cuál va a ser mi respuesta a mis hijos o a mis nietos si un día me preguntan: '¿Qué hacías tú mientras estaba ocurriendo este desastre ecológico?' Quiero seguir teniendo algo que responder, esa es la razón principal. Por eso sigo hablando con la gente y sigo haciendo lo que hago. Sigo concienciando a la gente porque la concienciación es crucial”, puntualiza Mustapha.