En marzo de 2022, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, emitió una orden ejecutiva prohibiendo la importación de mariscos rusos para evitar que miles de millones de dólares financiaran la guerra de Putin en Ucrania, pero los miembros del Congreso dijeron que esta era inaplicable. Los importadores de Estados Unidos muchas veces no saben dónde se captura el pescado, y los datos comerciales indican que casi un tercio de los mariscos capturados importados y etiquetados como provenientes de China se extraen de aguas rusas.
Este vergonzoso revés puso de relieve la naturaleza opaca de las cadenas de suministro de mariscos mundiales y desde entonces ha motivado las llamadas de legisladores estadounidenses, conservacionistas de los océanos, defensores de los consumidores y organizaciones de derechos humanos exigiendo a los importadores estadounidenses que hagan un seguimiento de sus mariscos desde el anzuelo hasta el plato para asegurarse de que no estén relacionados con delitos laborales y ambientales o con violaciones de sanciones contra estados “parias” como Corea del Norte e Irán.
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Desde que entró en vigor la prohibición de importación de mariscos de Rusia en junio de 2022, al menos 31 calamareros chinos han pescado en aguas rusas, varios de ellos propiedad de empresas que envían mariscos a Estados Unidos y la Unión Europea, según datos satelitales y registros de exportación.
China captura, procesa y exporta la gran mayoría de los mariscos del planeta. Cuenta con una flota de aguas distantes que supera en más del doble de tamaño a su competidor más cercano. En peso, los calamares representan más del 70 por ciento de los mariscos capturados por la flota.
Clasificada como el peor proveedor mundial de pesca ilegal y no reglamentada y altamente propensa a usar trabajo forzado, esta flota ha sido vinculada a un sinfín de crímenes, incluidos casos de incursiones en aguas argentinas, apagando rutinariamente sus transpondedores en violación de la ley china, pesca ilegal en aguas norcoreanas en violación a las sanciones de la ONU, y participación en actos de violencia, robo de salarios, negligencia grave y tráfico de personas tanto de tripulación extranjera como china.
El hecho de que los barcos estén tan alejados de la costa, en constante tránsito, normalmente operando en alta mar, donde los gobiernos nacionales tienen jurisdicción limitada, hace que las cadenas de suministro de mariscos sean especialmente difíciles de rastrear. Las muchas transferencias de capturas entre barcos pesqueros, buques de transporte, plantas de procesamiento y exportadores dejan enormes vacíos en la trazabilidad, expresó Sally Yozell, directora del programa de seguridad ambiental en el Centro Stimson, una organización de investigación en Washington, D.C. “La mayoría de los mariscos son capturados por barcos chinos o procesados en China”, dijo, “lo que hace que la cadena de custodia sea aún más opaca”.
Algunas compañías de mariscos estadounidenses que importan desde China dicen saber que sus mariscos no están relacionados con delitos porque los procesadores chinos les proporcionanbque indican su procedencia y que detallan hasta qué barco los capturó y dónde. Pero esos documentos están lejos de ser infalibles, porque son autoreportados, a menudo inverificables, y cumplimentados en la planta de procesamiento, no en los buques donde ocurren los crímenes, dijo Sara Lewis de FishWise, una organización sin fines de lucro que realiza consultoría de sostenibilidad de la pesca de mariscos. Los certificados de captura tampoco dicen nada sobre las condiciones laborales.
Para documentar la naturaleza de estas brechas de trazabilidad a medida que las capturas se mueven del anzuelo al plato, un equipo de periodistas siguió y, en algunos casos, abordó para su inspección, buques pesqueros chinos en varios lugares, incluso en las aguas cercanas a Corea del Norte, Gambia, las Islas Malvinas y las Islas Galápagos.
El equipo siguió a los barcos por satélite de vuelta a los puertos, y luego, para determinar quién limpiaba, procesaba y congelaba la captura para su eventual exportación, rastreó a los pesqueros chinos mientras trasladaban su captura a los barcos de refrigeración y la llevaban a los puertos de China, donde se filmó y siguió a los camiones hasta las plantas de procesamiento. Los periodistas utilizaron registros de exportación para rastrear los mariscos hasta las tiendas de comestibles, restaurantes y empresas de servicios de alimentos en la Unión Europea y Estados Unidos.
Esta investigación reveló brechas en el seguimiento en cada entrega. Aproximadamente a 350 millas al oeste de las Islas Galápagos, en un barco calamarero chino, un marinero abrió los congeladores varios pisos por debajo de la cubierta para revelar pilas de bolsas blancas con captura. Explicó que los nombres de los buques no aparecen en las bolsas porque eso les permite transferir más fácilmente la carga a otros buques propiedad de la misma empresa. Esto da a las empresas pesqueras una mayor versatilidad, pero también hace imposible que los compradores a lo largo de la cadena sepan qué barco realmente realizó la captura.
En el puente de otro barco, un capitán chino abrió su registro de pesca, que se supone incluye dónde, cuándo y qué se capturó. Las dos primeras páginas estaban escritas, pero el resto estaba en blanco. “Nadie los guarda”, dijo un capitán sobre los registros, señalando que los funcionarios de la compañía en tierra luego los completarían. En las plantas de procesamiento, el calamar en las cintas transportadoras a menudo se separa no en función del barco que lo capturaba, sino en función del peso, la calidad, el tamaño y el tipo según el mercado dispuesto a pagar una prima por cada atributo.
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Los mariscos son la última gran fuente planetaria de proteína silvestre y los expertos expresan preocupación por esta dominación china del mercado. Los analistas políticos como Whitley Saumweber y Ty Loft en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington, D.C., dicen que el casi monopolio de China sobre la pesca en aguas distantes “pone en peligro la seguridad alimentaria de millones de personas”, especialmente en los países en desarrollo que más dependen del pescado como fuente de proteínas.
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Los legisladores estadounidenses dicen que la dependencia de China de las prácticas ilegales pone a los pescadores nacionales en una desventaja competitiva. “No podemos seguir permitiendo que países como China y Rusia compitan deslealmente con nuestros pescadores honestos abusando de nuestros océanos y seres humanos”, expresaba una carta de junio de 2022 enviada al presidente Biden firmada por el representante Jared Huffman, de California y el representante Garret Graves, de Louisiana. “Abordar el tema de la pesca ilegal, no reglamentada y no declarada (INDNR) es un paso importante para garantizar que nuestros ciudadanos no sólo coman alimentos seguros y saludables, sino que sus intereses económicos estén protegidos”.
La pesca es la profesión más mortífera del mundo y las violaciones a los derechos humanos y las condiciones abusivas en estos buques están bien documentadas. Defensores de los derechos humanos como la Environmental Justice Foundation y Human Rights Watch han advertido que los compradores de mariscos no tienen forma de saber si son tácitamente cómplices de estos crímenes. Los defensores del consumidor citan los riesgos para la salud que resultan del hecho de que entre el 15 y el 30 por ciento de los mariscos que terminan en los platos estadounidenses no son lo que dice la etiqueta.
Continuará el próximo miércoles.
* Este reportaje fue realizado por The Outlaw Ocean Project, organización de periodismo sin ánimo de lucro con sede en Washington DC. Ian Urbina, Joe Galvin, Maya Martin, Susan Ryan, Daniel Murphy y Austin Brush llevaron a cabo el trabajo de investigación y redacción. Este reportaje recibió el apoyo del Pulitzer Center.