Aunque por años los seres humanos han fomentado el reciclaje como una acción que propone una solución al impacto negativo en el planeta provocado por los residuos, dicha premisa puede distar de la realidad.
El reciclaje puede considerarse como un deber ciudadano para contrarrestar nuestra huella en el planeta. Pese a que esto no es una mentira, organizaciones defensoras del medio ambiente como Greenpeace, aseguran que es, como coloquialmente se dice, tapar el sol con un dedo.
En su informe Reciclar: la falacia de la industria en la lucha contra la contaminación plástica, la ONG destacó que la solución no está en solo reciclar, pues además, la sociedad en su conjunto debe reducir la producción y el consumo de plásticos de un solo uso. Asimismo, acusa a las grandes industrias de evadir su responsabilidad y de lucrar con el reciclaje.
“Las corporaciones nos han dicho que reciclar es la mejor forma en la que podemos contribuir a preservar el medio ambiente, pero en realidad no nos están diciendo toda la información que saben al respecto”, detalló la organización.
En 2018, el Foro Económico Mundial y la Fundación Ellen MacArthur afirmaron en el reporte La nueva economía de los plásticos que las empresas podrían recuperar entre 80 mil y 120 mil millones de dólares al reciclar, en lugar de desechar los plásticos que producen.
“Bajo el argumento de que así contribuyen a cuidar al medioambiente, las corporaciones iniciaron campañas masivas a favor de reciclar y decidieron hacer de su responsabilidad un negocio”, precisó Greenpeace, por lo que insistió que la solución real está en dejar de producir plásticos y desarrollar tecnologías para generar materiales menos contaminantes.
Según la organización, a lo largo de la historia solo se ha reciclado menos del 10 por ciento del plástico que se produce a nivel mundial, lo que, evidentemente, no atiende a la emergencia plástica actual, pues se estima que hasta 12.7 millones de toneladas de plástico ingresan al océano cada año, lo “equivalente a un camión lleno de desechos de este material que se vierte en las costas cada minuto”.
Además, el informe pone en evidencia la poca infraestructura para procesos adecuados de la que, en particular, México dispone. De acuerdo con datos de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, hasta el 2016 existían 30 plantas de separación de desechos en 13 estados de la República, cuatro plantas de trituración, 13 plantas de compactación, 13 de composta y cinco de biodigestión en México. Todo ello, según Greenpeace, resulta “insuficiente” para el nivel de desechos que se generan diariamente.
De igual manera, el documento asegura lo que quizá no es tan evidente: no todo el plástico es reciclable, pues en algunos casos para su reutilización se requieren procesos químicos costosos y más contaminantes, tal es el caso de envases de colores o serigrafiados, tubos de pasta dental, encendedores desechables o bolsas de frituras, entre otros.
¿Cuál es entonces una solución real?
En la reciente cumbre mundial de los océanos, realizada en marzo de 2018, se enfatizó que los océanos no tienen tiempo para esperar soluciones a largo plazo, por lo que parece una solución más eficaz la eliminación de los plásticos de un solo uso.
“Lamentablemente, en lugar de buscar cómo eliminar su uso, la innovación de la industria se centra en nuevas formas de recolectar y reciclar el plástico para darle una nueva utilidad. Según ellos ‘si el plástico se recicla, entonces ya no es de un solo uso’”, expresó Greenpeace.
El informe señaló que el plástico es el residuo sólido que más incremento ha registrado, al pasar de 1.38 millones de toneladas en 2001 a 4.58 millones en 2012, es decir, registró un aumento del 232.4 por ciento.
En lugar de reciclar, las corporaciones podrían empezar a reducir la producción de embalaje plástico, propone el informe. Además, pide que se innoven modelos de negocios que sean cero plásticos en la producción y distribución de sus productos, así como elegir etiquetados y presentaciones que no hagan del plástico un material inservible para reciclar.
Todo esto traería un impacto en la economía de las grandes corporaciones, pues involucra la contratación de personal para este sector, pero indica que lo anterior se ha convertido en el argumento perfecto para no dar paso a la transición.
Mientras tanto, según datos de Greenpeace, cada minuto cae al mar lo equivalente a una tonelada de basura, lo que “mata anualmente a cien mil mamíferos y un millón de aves marinas” por causa de la ingesta de plásticos. “Otros mueren por enredos, asfixia, estrangulación o desnutrición por estos desechos”, expresó.
Lo anterior agrega una consecuencia más a la lista: la baja en el turismo. La presencia de basura en el mar puede desincentivar el turismo, que a su vez se traduce en pérdida de ingresos y empleos, según la ONU.
Sin una legislación
En 2016, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que de los 2 mil 458 municipios y alcaldías del país, solo 77 (el 3.13%) contaban con centros de acopio para reciclaje (mil 60 centros), los cuales captaron solo el 0.03% de las 40 millones de toneladas de residuos sólidos valorizables (plásticos, metales, vidrio, papel entre otros), por lo que se concluyó que la capacidad de reciclaje del país es de apenas el 6.07%, la cual se concentra en su mayoría en la Ciudad de México.
Actualmente existen 25 entidades que han legislado para prohibir los plásticos de un solo uso. En la mayoría de los casos la Ley ya ha sido aprobada; sin embargo, ante las restricciones, comercios y restaurantes han tratado de encontrar materiales que sustituyan a los desechables de una manera más amigable con el planeta, aunque muchas veces esto resulta contraproducente.
Por ejemplo, Greenpeace señala que los plásticos de origen biológico están hechos parcialmente de material vegetal, como maíz o caña de azúcar, pero el resto de su composición sigue siendo de origen fósil. Situación similar pasa con los materiales biodegradables, que requieren de condiciones específicas de calor y humedad para degradarse, las cuales no existen en la naturaleza, por lo que no desaparecen automáticamente. Asimismo, los plásticos compostables no pueden compostarse en los hogares, ya que están diseñados para descomponerse bajo ciertas condiciones que se dan exclusivamente en instalaciones de compostaje industrial.
Pero ¡ojo!, no dejes de reciclar
Aunque solo se ha reciclado el 10 por ciento de la producción total de plásticos en el mundo, mientras las prohibiciones de plásticos de un solo uso no sean una realidad y las grandes compañías no innoven en la producción de los artículos, el reciclaje sigue siendo una opción para contrarrestar el impacto ambiental de la epidemia plástica.
El hecho de separar los residuos adecuadamente permitirá concebirlos como los subproductos del consumo que pueden regresar a nuevas cadenas de producción.
Muchos de ellos tienen un gran valor comercial en el mercado del reciclaje: tales como las botellas de agua y otras bebidas (polietileno tereftalato o PET), las botellas de plástico opaco (polietileno de alta densidad o PEAD), el papel, cartón, vidrio, envases multilaminados (tetrapak) y las latas.
Ahora sí, entonces ¿qué hacer con los residuos? La clave está, según Patagonia, una marca que enseña a arreglar las prendas desde casa, en las cinco Rs: rechazar, reducir, reutilizar, reciclar y reintegrar, justo en ese orden que ha dictado el movimiento zero waste.
“Rechazas lo que no necesitas, reduces el consumo de lo que no puedes reusar, reutilizas lo que no puedes rechazar o reducir, reciclas lo que no puedes rechazar, reducir o reutilizar y, finalmente, reintegras lo que puedes hacer como composta (desechos orgánicos)”, expresó Patagonia en un comunicado.
Con lo anterior, lo que se ha planteado es la adopción de una economía circular, es decir, sustituir el proceso lineal de extracción, uso y desecho de recursos por otro que preserve la riqueza material.
Dicho modelo ha sido definido por la fundación Ellen MacArthur, como un “sistema regenerativo y restaurador que busca mantener en su nivel más alto de valor los productos, componentes y materiales, mediante el aprovechamiento eficaz de los recursos y la preservación del capital natural”.
La economía circular busca la recuperación y reciclaje de materias primas, la utilización de energías renovables y sugiere como opción y el alquiler de bienes en vez de su compra, todo para disminuir el impacto ambiental.
DIY- Do It Yourself
Existen otras opciones que también involucran un proceso de reciclaje, por ejemplo el ya famoso Do It Yourself (DIY), también conocido como “hazlo tú mismo”.
De acuerdo con Patagonia, el DIY es una manera de contrarrestar el consumismo y disminuir nuestros desechos.
“Básicamente, DIY se traduce como ‘hazlo tú misma o tú mismo’. Una definición sencilla del concepto es la creación, modificación o reparación de objetos sin ayuda de un especialista ni a través de la producción industrial”, aseguró.
Según detalló Patagonia, esta alternativa tiene sus orígenes el movimiento punk de la década de los 70 del siglo pasado, y se basaba en la confección autónoma de la ropa, la autogestión e intervención de publicaciones e imágenes.
El DIY abarca muchos aspectos: desde pequeñas reparaciones en casa, hasta la autopublicación de revistas o gacetas, o el armado de nuevos dispositivos electrónicos con los componentes de aparatos viejos entre otras alternativas.
“El ‘Do it yourself’ involucra el ejercicio de la creatividad y la destreza manual para crear objetos nuevos a partir de otros, cuya vida útil ha terminado”, indicó la marca.
Finalmente, aseveró que la técnica del “hazlo tú mismo” es una opción para llevar una vida “en sintonía con el cuidado del ambiente”. Además, “te ayuda a ejercitar tu imaginación, tu creatividad, despejar tu mente y es una excelente manera de sentirte útil”.
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