La contingencia ambiental en México es un problema que junto con la demanda de vivienda y de servicios, sigue creciendo en las últimas décadas. Los proyectos inmobiliarios tienen dos principales vertientes en las ciudades: viviendas y centros comerciales.
La construcción de grandes y modernos complejos comerciales antepone los intereses económicos de constructores, consorcios y autoridades por encima del bien común que son el medio ambiente y la salud pública.
De acuerdo con diversas voces, más que nuevos espacios de este tipo, nuestras ciudades necesitan crear ambientes más sanos y sustentables que alienten la convivencia y el uso consciente de los recursos.
CONSUMIDORES VORACES DE LUZ Y AGUA
El impacto ambiental de las plazas comerciales es insostenible debido a la gran cantidad de energía que utilizan para hacer trabajar sus maquinarias, así como el calentamiento y refrigeración de la comida y los espacios.
Además, estos lugares están permanentemente sobre iluminados, generando una contaminación producida por las emisiones de luz provenientes de fuentes artificiales y que son utilizadas durante todo el día en altas intensidades, provocando efectos nocivos para nuestra salud.
Los centros comerciales son consumidores voraces de agua, como explica Elías Cattan, director del estudio de diseño Taller 13, en entrevista con El Sol de México:
“Vivimos en una dinámica en la que el agua se nos presenta como un recurso de fácil acceso y además barato; es por eso que la usamos de manera desmedida”.
El estudio que Cattan dirige se dedica a armonizar las grandes ciudades con su entorno natural por medio de estrategias de comunicación gráfica, planeación urbana y consultoría en infraestructura verde y de movilidad.
Destaca que otra de las principales repercusiones ambientales de estos espacios radica en el espacio del suelo que ocupan, cuando en muchos casos se deforestan grandes extensiones de flora y fauna, las cuales se extinguen o en el menos grave de los casos se ven obligadas a migrar a otros lugares. Esto sin olvidar que la modificación de los ecosistemas trae como consecuencia que esos suelos ya no pueden regenerarse.
Por si fuera poco, los recubrimientos y construcciones de estas proporciones absorben y retienen el calor, factor que modifica el balance de energía del microclima de las ciudades, en las que el aumento de la incidencia de la radiación solar incrementa la deshidratación del suelo y la sequedad del aire, con lo que se proliferan las enfermedades respiratorias y los cuadros alérgicos.
De acuerdo con estimaciones de Polifemo Estudio, durante los últimos tres sexenios se han construido 108 plazas comerciales, tan solo en la Ciudad de México.
NO MANEJAN ADECUADAMENTE SUS DESECHOS
En cuanto a su generación de residuos, las plazas comerciales no cuentan con un manejo integral de sus desechos, lo cual genera un tratamiento inadecuado de algunos productos como material de limpieza, quirúrgico y químico.
Cattan añade en que además de las repercusiones ambientales que traen consigo, estos espacios también fomentan la segregación social, al hacer sentir a ciertos sectores de la sociedad que no pertenecen a esos círculos de consumo.
Todo lo anterior, sin olvidar la huella ecológica de los propios consumidores. De acuerdo con un estudio del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño de Jalisco (Ciatej), en México una persona pasa de dos a cuatro horas en cada visita a una plaza comercial, generando en promedio medio kilo de basura.
UNA ALTERNATIVA
Elías Cattan, quien además es experto en Arquitectura Regenerativa, asegura que esta opción surge de la necesidad de hacer edificios vivos que formen parte de las comunidades y que generen un beneficio para su entorno.
Se trata de tomar en cuenta la relación que hay entre la gente y su lugar de origen, esto para reconocer a los miembros de toda una comunidad como parte del sistema vivo en el que están inmersos.
“Al reconocernos como parte de un ecosistema, producimos biodiversidad y alimento agroecológico, llevamos a cabo un buen uso del suelo y habitamos nuestro entorno de manera que ayude al territorio”, agrega.
Para el especialista, los centros comerciales ya sólo pueden ser factibles si desde su planeación están conectados con su medio ambiente y si cuentan con planes concretos que les permitan coexistir con los demás elementos del entorno de manera óptima.
Una de las formas más viables de llevarlo a cabo es por medio del uso de ecotecnias; estrategias y herramientas que ayudan a aprovechar de manera eficiente los recursos brindados por la naturaleza.
Entre los principales objetivos de la arquitectura regenerativa está la captación de agua, con el fin de que este recurso sea tratado y reutilizado, y así su ciclo de vida se prolongue.
Otro de sus ejes es la producción de energía limpia, por medio de la creación de sistemas energéticos más resilientes, económicos y limpios. Esto se logra con la construcción de techos verdes y foto celdas que captan la luz solar convirtiéndola en energía eléctrica de forma natural.
Para dar una idea de los beneficios que estos proyectos pueden aportar, un lote de 14 paneles solares produce energía suficiente para un promedio de nueve oficinas. En este renglón destaca que una plaza comercial puede ser considerada como “limpia” sólo si producen más energía de la que consume.
“Llevando a cabo un buen uso de los recursos -materiales, agua, energía y hábitat-, un espacio construido será más cómodo, tanto para los visitantes como para los empleados, lo que los hará más productivos, teniendo un beneficio integral para toda comunidad”, añade.
Dentro de este modelo de construcciones, también se incorporan las áreas verdes, que son indispensables para absorber los contaminantes del aire y mantener un entorno más sano y armónico.
Según el departamento de Ingeniería Civil de la universidad de Chlef, en Argelia, la presencia de áreas verdes en las ciudades tiene un gran impacto en regular su microclima. Además, los lugares que cuenten con espacios verdes de más de 100 hectáreas, están menos contaminados que los que no cuentan con ellos.
De acuerdo con el inventario realizado a finales de la década pasada por la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial, la Ciudad de México contaba con una extensión de 112.89 kilómetros cuadrados de superficie de áreas verdes urbanas, la cual es equivalente a sólo el 7.55 por ciento de su superficie.
“Regenerar con innovación ha pasado de una necesidad a una urgencia de cambiar la dinámica de consumo, cultural y económica”, puntualizó el experto.
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