En la COP25, la necesidad de unir la lucha climática con la protección de la biodiversidad gana adeptos y un claro ejemplo según los expertos es que si bien el ganado vacuno es contaminante, también es indispensable para preservar otras especies.
Actualmente, el sector ganadero es responsable de 16.5 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo, recordaron medio centenar de científicos en un llamamiento presentado durante la Conferencia de la ONU sobre el Clima en Madrid.
Estos expertos, liderados por la doctora Helen Harwatt, científica medioambiental de la Facultad de Derecho de Harvard, reclamaron que los países con ingresos medios y altos acuerden un "techo" de producción ganadera, indispensable para albergar "una posibilidad" de cumplir la meta del Acuerdo de París de limitar el calentamiento a + 1.5 o C.
¿Significa esto que la opción preferible sería dejar de comer carne? "Cuando pensamos en las soluciones contra el cambio climático, tendemos a esquematizar y algunos ambientalistas creen que todos deberíamos ser vegetarianos", explica a la AFP Lola Vallejo, directora del programa Clima del Instituto de Desarrollo Sostenible y de Relaciones Internacionales y observadora de las negociaciones en la COP25.
EL CÓMO
Pero el problema no es tanto el ganado, sino cómo se cría en los países ricos, donde domina la ganadería intensiva. En primer lugar, el impacto medioambiental no es el mismo cuando se trata de una ganadería integrada en su territorio natural.
"La cría de animales en extensivo está incorporada dentro del funcionamiento de los ecosistemas naturales de la zona", defiende el biólogo Pedro Mari, secretario de la plataforma española Ganadería Extensiva.
"El nivel de impacto es mucho menor que el de una instalación industrial que contamina y genera residuos y está acoplada a los flujos comerciales internacionales de piensos, medicinas y aditivos", añade el científico.
Pero además, Vallejo apunta que es necesaria "una cierta cantidad de ganado para ayudar a conservar los prados, que forman un ecosistema muy importante en términos de riqueza de especies".
"La vaca rumiante permite que haya biodiversidad en las praderas. Hace que toda la vida microbiana y fúngica de la superficie del suelo se reproduzca", corrobora por su parte el biólogo francés George Oxley, especializado en los ecosistemas de los suelos.
"El problema es cuando criamos la vaca en campos de concentración dándole proteínas para comer. Como no sabe digerirlas, esto puede hacer que emita hasta 2.5 veces más de metano", prosigue.
"Menos carne y de mejor calidad", procedente de animales criados en sus ecosistemas, se presentaría como la vía para contribuir a luchar contra el cambio climático y a la vez preservar la biodiversidad, según Vallejo, para quien la COP25 empieza a tener en consideración estas cuestiones.
¿Pero está el consumidor dispuesto a pagar más por ello? A la luz de los sondeos ya disponibles, "la respuesta es no", asegura la bióloga Karin Zaunberger, de la Dirección General de Medioambiente de la Comisión Europea.
Para Zaunberger, la comunicación y la sensibilización de la opinión pública es la única manera de reducir la creciente demanda de carne bovina.
Según el último informe de perspectivas alimentarias de la FAO, la producción mundial de la carne bovina alcanzará en 2019 los 71.6 millones de toneladas en el mundo, un alza de 0.7 por ciento respecto al año anterior.