/ miércoles 11 de octubre de 2023

Proponen emplear métodos Mayas para sustraer agua

Científicos analizan construcciones antiguas en Guatemala que ayudarían a crear sistemas sostenibles

Durante más de mil años, las ciudades del imperio maya utilizaron embalses para tener agua incluso en las estaciones secas y en las sequías prolongadas, un agua que mantenían limpia y potable gracias al uso de plantas acuáticas que filtraban y depuraban.

Los científicos creen que estas antiguas construcciones, que garantizaban el acceso al agua potable a decenas de miles de personas en las ciudades, podrían servir en la actualidad para ayudar a desarrollar sistemas sostenibles de gestión de los recursos hídricos.

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"La mayoría de las grandes ciudades mayas de las tierras bajas del sur se levantaron en zonas sin agua superficial y con grandes extensiones agrícolas, pero lo compensaron construyendo sistemas de embalses que empezaron siendo pequeños y fueron creciendo en tamaño y complejidad", explica Urbana-Champaign Lucero, antropóloga de la Universidad de Illinois.

Lucero y su equipo han estudiado algunas de estas construcciones y sus conclusiones fueron publicadas por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Para estudiar el uso y funcionamiento de los embalses, canales, presas y esclusas construidos por los mayas, la investigación ha combinado pruebas de excavaciones arqueológicas (entre ellas la ciudad de Tikal en Guatemala), núcleos de sedimentos y registros iconográficos y jeroglíficos.

Infraestructuras mayas

Los embalses de Tikal -una enorme ciudad situada en lo que es hoy el norte de Guatemala- podían contener más de 900 mil metros cúbicos de agua que suministraban agua a unas 80 mil personas de la ciudad y sus alrededores entre los años 600 y 800 d.C.

Para filtrar el agua, los mayas usaban arena de cuarzo y zeolita, una arena volcánica que servía para eliminar las impurezas y microbios del agua.

El agua era gestionada por la realeza maya: "Agua limpia y poder político estaban inextricablemente unidos, como demuestra el hecho de que los mayores embalses se construyeran cerca de palacios y templos, donde se celebraban ceremonias”, explica Lucero.

Pero el agua almacenada de los estanques puede volverse impotable y convertirse en caldo de cultivo para mosquitos y microbios.

Para evitarlo, los mayas usaban plantas acuáticas, como la espadaña, la juncia o el carrizo -muchas de ellas todavía pueblan los humedales centroamericanos- que se dragaban y cambiaban cada pocos años y que filtraban el agua, reducían la turbiedad y absorbían el nitrógeno y el fósforo.

Además, los suelos cargados de nutrientes y las plantas extraídas de los embalses podían utilizarse para fertilizar campos y jardines urbanos.

Pero la mayor prueba de la pureza de estas aguas ha sido la presencia de polen de nenúfar (Nymphaea ampla) en los embalses maya, una planta acuática que simboliza la realeza maya clásica y que sólo prospera en aguas limpias.

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A su vez, los nenúfares, los árboles y arbustos plantados cerca de los embalses daban sombra al agua, enfriándola y ayudando al crecimiento de algas.

Las pruebas recogidas en varias ciudades de las tierras bajas del sur muestran que los embalses mayas suministraron agua potable a la población durante más de mil años, salvo entre los años 800 y 900 d.C, cuando unas severas sequías afectaron a la región.


Durante más de mil años, las ciudades del imperio maya utilizaron embalses para tener agua incluso en las estaciones secas y en las sequías prolongadas, un agua que mantenían limpia y potable gracias al uso de plantas acuáticas que filtraban y depuraban.

Los científicos creen que estas antiguas construcciones, que garantizaban el acceso al agua potable a decenas de miles de personas en las ciudades, podrían servir en la actualidad para ayudar a desarrollar sistemas sostenibles de gestión de los recursos hídricos.

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"La mayoría de las grandes ciudades mayas de las tierras bajas del sur se levantaron en zonas sin agua superficial y con grandes extensiones agrícolas, pero lo compensaron construyendo sistemas de embalses que empezaron siendo pequeños y fueron creciendo en tamaño y complejidad", explica Urbana-Champaign Lucero, antropóloga de la Universidad de Illinois.

Lucero y su equipo han estudiado algunas de estas construcciones y sus conclusiones fueron publicadas por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Para estudiar el uso y funcionamiento de los embalses, canales, presas y esclusas construidos por los mayas, la investigación ha combinado pruebas de excavaciones arqueológicas (entre ellas la ciudad de Tikal en Guatemala), núcleos de sedimentos y registros iconográficos y jeroglíficos.

Infraestructuras mayas

Los embalses de Tikal -una enorme ciudad situada en lo que es hoy el norte de Guatemala- podían contener más de 900 mil metros cúbicos de agua que suministraban agua a unas 80 mil personas de la ciudad y sus alrededores entre los años 600 y 800 d.C.

Para filtrar el agua, los mayas usaban arena de cuarzo y zeolita, una arena volcánica que servía para eliminar las impurezas y microbios del agua.

El agua era gestionada por la realeza maya: "Agua limpia y poder político estaban inextricablemente unidos, como demuestra el hecho de que los mayores embalses se construyeran cerca de palacios y templos, donde se celebraban ceremonias”, explica Lucero.

Pero el agua almacenada de los estanques puede volverse impotable y convertirse en caldo de cultivo para mosquitos y microbios.

Para evitarlo, los mayas usaban plantas acuáticas, como la espadaña, la juncia o el carrizo -muchas de ellas todavía pueblan los humedales centroamericanos- que se dragaban y cambiaban cada pocos años y que filtraban el agua, reducían la turbiedad y absorbían el nitrógeno y el fósforo.

Además, los suelos cargados de nutrientes y las plantas extraídas de los embalses podían utilizarse para fertilizar campos y jardines urbanos.

Pero la mayor prueba de la pureza de estas aguas ha sido la presencia de polen de nenúfar (Nymphaea ampla) en los embalses maya, una planta acuática que simboliza la realeza maya clásica y que sólo prospera en aguas limpias.

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A su vez, los nenúfares, los árboles y arbustos plantados cerca de los embalses daban sombra al agua, enfriándola y ayudando al crecimiento de algas.

Las pruebas recogidas en varias ciudades de las tierras bajas del sur muestran que los embalses mayas suministraron agua potable a la población durante más de mil años, salvo entre los años 800 y 900 d.C, cuando unas severas sequías afectaron a la región.


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