El pequeño roedor australiano, cuyo nombre científico es "Melomys Rubicola", fue declarado oficialmente extinto por las autoridades , como consecuencia directa del cambio climático.
Hace tres años, los biólogos y expertos en la materia, anticipaban el desenlace fatal de la especie, y finalmente el gobierno lo ha confirmado.
Estudios demostraron que el nivel del mar y el aumento de la intensidad de las tormentas, terminaron por acabar con la vida de roedores considerados como los únicos mamíferos endémicos en la Gran Barrera de Coral, pues entre los años 2004 y 2014 se encontraron niveles de agua sumamente altos.
A través de un comunicado Melissa Prince, ministra del Ambiente en Australia, confirmó la extinción de los roedores y habló sobre medidas de reforzamiento para proteger a especies en amenazadas en el país.
Enojo y tristeza...
El "Melomys Rubicola" fue registrado en el año 1845 por europeos en el Cayo Bramble, un lugar importante y conocido por la procreación de tortugas verdes y aves marinas. Para el 2009 científicos comenzaron un plan nacional de recuperación para la especie, pues los cambios climáticos comenzaban a afectarlos, pero no contaban con la rapidez del fenómeno.
Asociaciones ecologistas como El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en inglés), Fundación Vida Silvestre y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), han sentido tristeza y enojo por la pérdida del roedor, pidiendo a las autoridades competentes la implementación de proyectos que contribuyan en la preservación del ambiente.
De acuerdo a la UICN la presencia, abundancia y el área de distribución define si una especie se encuentra en peligro de extinción, mientras que la Fundación Vida Silvestre afirma que la pérdida, modificación o destrucción del hábitat afecta a los animales.
Por su parte la WWF pidió al Gobierno de Australia desarrollar sistemas que sean efectivos para la protección animal y que cumplan con los compromisos internacionales a los que estaban sujetos, pues firmaron el Acuerdo de Paris, donde Australia se comprometió a reducir las emisiones de gases que contaminan a por los menos un 26% para el 2030, pero el último informe demostró que solo lo harían en un 7%.