La célebre aplicación de citas homosexuales Grindr se encontraba bajo el punto de mira este lunes por compartir información sobre la ubicación o el estatus VIH de sus usuarios con dos compañías contratadas para optimizar su programa informático.
"Como empresa al servicio de la comunidad LGBTQ, entendemos hasta qué punto puede ser sensible la revelación de información sobre el estatuto VIH (virus de inmunodeficiencia humana)", escribió Scott Chen, uno de los responsables de la aplicación, en un texto difundido en la plataforma Tumblr, admitiendo que podía suscitar "inquietudes".
"Nuestro objetivo es y siempre ha sido promover la salud y la seguridad de nuestros usuarios en todo el mundo", añadió, confirmando que Grindr "trabaja" con empresas como Apptimize o Localytics, encargadas de probar la aplicación y que, con ese fin, reciben datos de Grindr.
Estos datos "están sometidos a cláusulas contractuales estrictas" de confidencialidad, aseguró Chen, señalando que los usuarios pueden elegir si indican o no en su perfil su estatus VIH y que les corresponde a ellos estar atentos.
Afirmando haber limitado las informaciones proporcionadas al mínimo necesario, Grindr reconoció no obstante que "a veces, esos datos pueden contener informaciones relativas a la ubicación y al estatus VIH porque son informaciones que están" en la aplicación.
Los investigadores temen que al asociar la información sanitaria con otros datos como la localización y la dirección de correo electrónico, los usuarios puedan ser identificados.
La asociación de defensa de los derechos numéricos Electric Frontier Foundation calificó de "decepcionante" la respuesta de Grindr. "Has traicionado a la comunidad LGBT", comentó un internauta en un chat en línea.
Fundada en 2009, Grindr, gratuita y calificada como la "mayor red mundial de encuentros para hombres gays", fue la primera en usar la tecnología de la geolocalización en los teléfonos inteligentes, y hoy el grupo reivindica 3,6 millones de usuarios activos al día.
Esta polémica tiene lugar en un momento en el que Facebook se encuentra contra las cuerdas desde hace dos semanas, acusada de no haber protegido las informaciones de más de 50 millones de usuarios que han acabado, a través de una empresa tercera, en manos de una firma de análisis de datos que las habría utilizado con fines políticos.